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Guerra contra el EI está lejos de ser como ‘Top Gun’: pilotos de EU

La vida del cazabombarderos estadounidense está formada por largos períodos de monotonía y misiones de combate que terminan con bombas intactas en el combate contra el Estado Islámico, imagen lejana de la película "Top Gun", que hizo de los pilotos de la Armada los héroes de los adolescentes.

A bordo del USS Theodore Roosevelt en el Golfo Pérsico, poco después de que este portaaviones llegara aquí para su despliegue en Medio Oriente, dos F/A-18 Super Hornets despegaron de su cubierta para una misión de bombardeo de seis horas y media contra blancos del Estado Islámico en Irak.

En uno de los jets cazabombarderos estaba el teniente de la Armada de Estados Unidos Michael Smallwood, de 28 años de edad, apodado Bones, y en el otro estaba su amigo y compañero de camarote, el teniente de la Armada Nick Smith, también de 28 años, apodado Yip Yip.

Durante un minuto o dos en ese día de mayo, los Hornets estuvieron uno al lado del otro en el cielo, pero luego el avión de Smith tuvo un problema en el motor y empezó a perder altitud. Por la radio, Smallwood pudo escuchar a su amigo darse la vuelta, tratar de aterrizar de nuevo en el portaaviones y luego salir expulsado al Golfo Pérsico. El Hornet de 60 millones de dólares se estrelló en el mar.

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Smallwood se encontró luchando consigo mismo para alejar su pensamiento del destino de su amigo, pero sus órdenes eran seguir ascendiendo y volar hacia Irak. En muchas de esas misiones, simplemente merodeaba por los cielos, no dejaba caer municiones y regresaba al portaaviones.

Esta es la vida del piloto de cazabombarderos estadounidenses de nuestros días: largos periodos de monotonía, misiones de combate que terminan con bombas aún intactas para evitar afectar a civiles, momentos ocasionales de temor. Está a gran distancia de "Top Gun", la icónica película de Hollywood de 1986 que hizo de Tom Cruise un actor conocido y de los pilotos de cazabombarderos de la Armada los héroes de los adolescentes en todas partes.

Pero estos pilotos de la vida real, la élite de la élite, entrenados para aterrizar rutinariamente sobre portaaviones en movimiento y para reabastecerse en medio del aire, dos de las maniobras más difíciles en la aviación, son algunos de los principales guerreros contra el Estado Islámico.

En el año desde que empezaron los ataques aéreos contra los militantes del Estado Islámico, los pilotos estadounidenses han asumido una enorme parte del esfuerzo de guerra. Han realizado más de 4,700 ataques aéreos desde agosto de 2014 _ 87 por ciento de los vueltos tripulados por la coalición encabezada por Estados Unidos _ y ofrecido apoyo aéreo a las fuerzas de seguridad iraquíes y los combatientes peshmerga curdos en tierra.

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El Estado Islámico quizá tenga misiles termodirigidos y portátiles, comúnmente conocidos como MANPADS por la sigla en inglés de Sistemas de Defensa Aérea de Portación Personal. Pero, por el momento, el grupo sunita militante no parece tener la capacidad para derribar a los jets cazabombarderos estadounidenses. Se cree ampliamente que un avión jordano que se estrelló en Siria en diciembre, llevando a la captura del piloto y su eventual inmolación por parte del Estado Islámico, cayó debido a una falla mecánica o un error del piloto, y no a que fuera derribado.

"Honestamente, la Fuerza Aérea, la Armada y los infantes de Marina de Estados Unidos son los dueños de los aires", dijo el mayor Anthony Bourke, un ex piloto de cazas de la Fuerza Aérea. "Así que, aun cuando los pilotos sueñen con enfrascarse en combates aéreos, el mayor riesgo ahora son los disparos de armas pequeñas, y si uno está por encima de los 3 mil metros, no va a ser alcanzado".

Los problemas de motor no son el único riesgo a los 7 mil 650 metros de altura. Los F/A-18 de hoy requieren más fuerza G que los aviones de la era de "Top Gun", y los pilotos de hoy soportan 9 G en vez de 4 o 5 G. Es la diferencia, dicen, entre sentir que tu cabeza pesa unos 41 kilos en vez de solo 18 kilos. (La cabeza de la mayoría de las personas pesa alrededor de 4.5 kilos.) Así que los pilotos tienen que ser físicamente aptos.

Además, los militantes del Estado Islámico en Irak y Siria a menudo están en áreas civiles densamente pobladas, lo cual limita la guerra aérea a blancos pequeños y remotos: camiones individuales, depósitos de armas e incluso ametralladoras individuales.

Pese a las precauciones que los pilotos dicen que toman, hay víctimas civiles de los ataques aéreos, aunque el número es muy discutido.

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"Cuando te llaman para soltar un arma, la opinión mundial en general se vuelve violentamente en tu contra cuando empiezas a matar a la gente equivocada", dijo el capitán Benjamin Hewlett, de 46 años de edad, apodado Pizza, quien es el comandante del ala aérea a bordo del Roosevelt. Dijo que en la guerra contra el Estado Islámico las bombas aciertan en sus blancos destinados casi todo el tiempo. Una gran parte de la razón, dijo Hewlett, es que no hay tropas estadounidenses en tierra.

"Así que no sentimos que tengamos que apresurarnos", dijo. "La tendencia natural es: nuestros muchachos están bajo fuego, tengo que llegar ahí. Pero cuando apresuras una mala descarga, la gente sale herida".

Los pilotos y los oficiales de armas pasan mucho de su tiempo en el aire observando los patrones de la vida civil, para determinar si un movimiento en una carretera en las afueras de Ramadi es un camión lleno de combatientes del Estado Islámico o una camioneta con civiles. Vuelan sobre áreas cuadriculadas designadas en busca de combatientes, artillería y otros signos del enemigo. Muy a menudo regresan al Roosevelt con todas sus bombas aún sujetas a los aviones.

Ciertamente, no hay Mavericks en el cielo realizando volteretas sobre pilotos enemigos que parezcan sospechosos en cazas MiG como en la película "Top Gun". "Eso no es tácticamente viable", dijo el capital Kyle Wilson, de 29 años de edad, apodado Betty, un piloto de la infantería de marina en el Roosevelt.

Era tarde en la noche, y él y otros miembros de su escuadrón estaban en la "sala de alistamiento", un aula/club a ocho pisos de profundidad que los pilotos de cazabombarderos usan cuando no están en el aire. Los hombres _ solo hay una mujer piloto a bordo del Roosevelt en este despliegue _ habían estado despiertos al menos desde el toque de diana al amanecer.

El gran interrogante en la sala de alistamiento era el rumor de que Hollywood estaba haciendo "Top Gun 2". Así que ¿qué tomaría el lugar de la escena del voleibol playero con todos los pilotos de "Top Gun" sudando bajo el sol de California?

"El crud", dijo el capitán Lanier Bishop, de 31 años, apodado Pope. Echó una rápida mirada a su oficial al mando y también piloto, el mayor William Mitchell, de 39 años, llamado Skull. "Va a ser el crud, ¿no?"

El crud, dijeron ambos, es una combinación de billar y rugby que juegan los pilotos de combate. En mesas de billar en los clubes de oficiales en todo el mundo, los pilotos usan las manos, en vez de tacos de billar, para lanzar la pelota a través de la mesa, y luego audazmente se taclean unos a otros por alguna razón. Un piloto dijo que había roto las costillas de alguien jugando al crud.

Persiste mucha camaradería. En mayo, Smallwood no sabía del destino de su compañero de camarote cuando finalmente aterrizó de vuelta en el Roosevelt poco después de las 11 de la noche, tras su misión de ataque de seis horas y media.

Mientras salía de su avión, le dijeron que su amigo había sobrevivido, tras ser recuperado del agua por rescatistas.

"Pero aun así tuve que correr al camarote para verlo por mí mismo", recordó Smallwood. "Lo primero que hice fue abrazarlo".

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