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Papa irá a ciudad que se pacificó con ayuda de los sacerdotes

Sacerdotes  de Ciudad Juárez, Chihuahua, que sufrían de robos en sus templos, e incluso eran extorsionados, tuvieron que salir a las calles a regenerar el tejido social. 

CIUDAD JUÁREZ.- Las labores para disminuir la violencia en las calles de Ciudad Juárez, Chihuahua, en los últimos años se extendieron también al interior de las parroquias. Los sacerdotes que sufrían de robos en sus templos, e incluso eran extorsionados, tuvieron que salir a las calles a regenerar el tejido social.

El padre Roberto Luna, quien actualmente se hace cargo de la logística de las vallas para la visita del papa Francisco, cuenta a El Financiero que cuando el obispo de la ciudad, Renato Ascencio, le encomendó la parroquia Corpus Christi, en 2006, al igual que otros religiosos, temía por su vida.

"Por ahí de 2009 yo vi tres secuestros y varios asesinatos, y me tocó llegar a ungir a varios que les acababan de dar el tiro de gracia. Casi cada tercer día teníamos funeral de jóvenes, desgraciadamente. Realidades muy crudas que también me causaron psicosis", comenta.

Por ese entonces, Luna también apoyaba con la cátedra religiosa al Tutelar de Menores del municipio, razón por la que, asegura, sus temores se incrementaron, ya que ahí veía llegar a los delincuentes.

El padre cuenta que, durante el periodo más violento en Juárez, el discurso a su comunidad era sólo de consolación. Fue necesario cambiarlo para salir de la crisis espiritual.

"Mi clave en darles fe, esperanza y caridad. Y a partir de ahí, empezamos a reconstruir lo que se había caído. En ese discurso reconstruí los corazones y las almas abatidas, a las familias", explica el religioso.

Para él la visita del Papa es un reto para la Arquidiócesis y los juarenses, ya que se centrará en cuatro realidades: cárcel, trabajo, migrantes y víctimas de la violencia. "Viene a cuatro aspectos en los que aún seguimos dolidos, y es una nueva esperanza y un nuevo compromiso para la Iglesia", dijo.

Así, los sacerdotes tuvieron que salir a las calles a organizar a la población que no había huido y quería hacer frente a la situación.

"La iglesia, en ese tiempo, hizo un trabajo silencioso, pero consiente y constante, a través de talleres de duelo. En nuestras parroquias crecieron las labores de asistencia social, y mucha gente que sufrió la violencia se acercó y buscamos responderles. Fue un trabajo que no salió en los medios, pero que tuvimos que estar muy pendientes", comenta el religioso Leonardo García.

Como él, el padre Mario Manríquez, coordinador general de la visita del Papa a Juárez, tuvo que hacer frente a la realidad y ayudó realizar obras para la comunidad.

"Hay gente que quedó muy lastimada (…) fue más trabajo, definitivamente, teníamos más funerales, teníamos que platicar con más gente, teníamos que acudir a donde había problemas de secuestro, había que echar a andar grupos de tanatología para la reflexión. Todo eso tuvimos que hacer, gracias a Dios que se pudo. Se fundaron asociaciones civiles desde la Iglesia y trabajar con el gobierno y con organismos extranjeros para apoyar con obras directas para la comunidad", recuerda.

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