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'La Tuta' fincó su imperio en Nueva Italia

En poco tiempo, Servando Gómez Martínez fincó su imperio del narco en Nueva Italia no sólo con droga sino que se favoreció de las minas de donde extrajo ilegalmente, hasta hace no mucho, hierro de la sierra cercana a Lázaro Cárdenas.

Era maestro rural hasta que se enganchó con criminales. La Tuta, el alias del profesor Servando Gómez, acrecentó su carrera de capo a partir de que controló el tráfico de mariguana en Nueva Italia, Michoacán.

Todos sabían que allí vivía, a unas cuadras de la sede de la presidencia municipal, en una amplia casa sin ventanas, en donde prensaba la marihuana que mandaba comprar en Churumuco, donde la hierba se pesaba a plena luz del día como carne en básculas romanas que se colgaban en los tejabanes de las casas.

En enero del 2014, a las pocas horas de que las autodefensas derrocaron al temible cartel de Los Caballeros Templarios, conocí a excoloaboradores de La Tuta. Uno de ellos contó cómo fue su encuentro con él:

–Qué onda, cabrón. ¿Cómo estás? Ya me dijo Pedro que vas a jalar con nosotros, que él queda por ti –recordó el hombre, quien decidió colaborar con las autodefensas y a quien no se le olvidaba que el día que conoció a La Tuta, éste andaba rapado.

–Sí, jefe. Soy hombre de fiar.

La Tuta le advirtió con tremendo vozarrón:

–Nomás le voy a decir una cosa, mi cabrón: si usted ve policías estatales o federales, no se espante porque con una llamada lo solucionamos. Pero si ve soldados, pélese, no le hace que se pierda la carga.

A él, al nuevo cuadro de Los Templarios, le tocó comprar y llevar marihuana de Churumuco a Nueva Italia. Nunca se hacían viajes en solitario, llevaban 300 mil pesos en la bolsa y compraban el kilo a 500 o 600 pesos.

Una vez allá, recorrían el pueblo y compraban la droga como si se tratara de Flor de Jamaica. Sacaban las básculas, las colgaban en los tejabanes y pesaban los costales, que después envolvían en bolsas negras de plástico para impedir que escapara el olor.

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En poco tiempo La Tuta fincó su imperio del narco en Nueva Italia no sólo con droga sino que se favoreció de las minas de donde extrajo ilegalmente, hasta hace no mucho, hierro de la sierra cercana a Lázaro Cárdenas.

Los traslados del material férreo implicaban salir por el puerto en tráileres –los del propio cártel de Los Templarios con la particularidad de ser amarillos- y transitar a la vista de medio mundo por esa zona de Michoacán para luego vaciar la carga en estaciones de trenes cercanas a los muelles: era el principio de un periplo que acabaría en China y sería moneda de cambio para internar químicos para elaborar metanfetaminas.

Enviaba, al menos, 36 buques al año. Fernando Ramos, un agente de aduanas que tiene desde hace años una oficina en el puerto, dijo a The Wall Street Journal que el cártel generaba hasta 2 millones de dólares por buque, lo que equivale a unos 72 millones de dólares al año.
La Tuta metía la metanfetamina de contrabando a Estados Unidos, también en buques que partían desde el puerto Lázaro Cárdenas

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Nueva Italia es un punto neurálgico para comunicar Michoacán porque desde ahí se llega a Uruapan, Antúnez, Parácuaro, Apatzingán y al puerto Lázaro Cárdenas, la codiciada salida marítima para el comercio.

Allí, antes del profesor normalista, un exayudante de carnicero, que volvió de Estados Unidos empezó a controlar, a finales de los noventas, el trasiego de drogas. Ese hombre era Wenceslao Álvarez Álvarez, a quien llamaban Wencho, un tipo de cara redonda que a los 12 años ya fileteaba en la carnicería Álvarez del mercado principal.

Wencho era un aficionado al futbol. Estaba construyendo un estadio con una amplia zona residencial para los muchachos, pues era dueño de Los Mapaches, de la Segunda División de la Liga Mexicana. Los planes no paraban porque pensaba comprar un equipo en la Primera División hasta que su dominio se vino abajo una tarde de invierno de 2008. De visita en las instalaciones del América en Villa Coapa, Ciudad de México, donde sus Mapaches disputaban un partido contra la filial del equipo de Televisa, Wencho fue capturado casi literalmente en la cancha.

Al caer Wenceslao Álvarez, La Tuta se asoció con otro criminal, el exferretero Enrique El Kike Plancarte, quien también vivía en el municipio y ambos se volverían los amos y señores del trasiego de droga.

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En Apatzingán, donde José María Morelos y Pavón dio a conocer Los Sentimientos de la Nación en 1814, situado a menos de 30 minutos de Nueva Italia otro capo: El Más Loco o El Chayo, como se autonombró Nazario Moreno, era el jefe de plaza del entonces grupo criminal La Familia Michoacana, de la cual fue fundador, empezó a imponer el cobro de sus propios impuesto en las comunidades.

El apodo no era en balde. Una noche cualquiera El Más Loco organizaba fiestas, donde hacía comer pozole de carne humana y luego asesinaba a quien consideraba lo había traicionado.

En una autobiografía narró que sobrevivió a la pobreza y sus primeros años los pasó comiendo arroz y frijoles. Para sus seguidores era una especie de ser mitológico o un dios. Le compusieron canciones. Oraban para encomendarle sus vidas.

Oh Señor todo poderoso,
Líbrame de todo pecado,
Dame protección bendita
A través de San Nazario.
Protector de los más pobres
Caballero de los pueblos
San Nazario danos vida
Oh bendito santo eterno.


El Más Loco utilizaba la Biblia para profesar entre los pobres de Michoacán y así ganarse su apoyo incondicional. Esa filosofía después la usó como adoctrinamiento del grupo criminal hasta que en diciembre de 2010 el gobierno de Felipe Calderón, anunció que el capo había sido abatido (cuatro años después, sin embargo, la versión oficial sería desmentida).

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Tras la supuesta ejecución de El Más Loco, Jesús Méndez Vargas, alias El Chango, también de Apatzingán, quiso quedarse con la jefatura de La Familia Michoacana, pero La Tuta y El Kike se encabronaron. Después de una conspiración en marzo de 2011 éstos dos anunciaron la creación de Los Templarios.

El nombre del grupo se inspira en la orden religiosa y militar de Los Caballeros Pobres de Cristo y el Templo de Salomón, fundada en Jerusalén para proteger a los peregrinos que acudían a los lugares santos durante la Primera Cruzada, en el año 1118 d.C.

El exmaestro rural redactó un código de ética para justificar sus delitos de tráfico de drogas, extorsión, secuestro y exportación ilegal de polvo de hierro.

Se redactó en cuadernillo que fue distribuido casa por casa en algunos barrios de Michoacán. Entonces vino el momento más rojo en la historia de Michoacán. Sus primeras ejecuciones fueron dos hombres que aparecieron colgados por el cuello de unos puentes con los testículos en la boca.

El último año La Tuta anduvo a salto de mata huyendo de las fuerzas federales, lo que hasta hace unos días se sabía de él por la gente –como se supo que El Más Loco estaba vivo hasta que lo mató el Ejército en la era de Peña Nieto- es que se operó el rostro y la voz.

Todavía hay decenas de videos del exprofesor rural circulando en la web en los que se le ve sentado con funcionarios públicos o haciéndola de notario público, dando órdenes, bajo el imperio de su propia ley michoacana.

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