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Un viaje a los orígenes del reino saudí

Dentro de un enorme complejo en las afueras de Riad, cientos de trabajadores están rehabilitando palacios de adobe que alguna vez albergaron a la familia Saud y construyendo museos que celebran su historia.

DIRIYAH, ARABIA SAUIDITA.- Hace más de 250 años, en este oasis de casas y murallas de adobe bajo un sol abrasador, los ancestros de la familia real saudita y un predicador fundamentalista marginado formaron una alianza que ha dado forma a este país desde entonces.

A cambio de la supremacía política, la Casa de Saud apoyó las doctrinas del jeque Muhammad ibn Abdul-Wahhab y luego libró una yihad contra cualquiera que rechazara su credo, obteniendo el control de la Península Arábiga.

Esa alianza echo las bases del moderno Estado saudita, que en tiempos más recientes ha usado su riqueza petrolera para hacer de la rígida doctrina del clérigo – ampliamente conocida como wahabismo – una fuerza importante en el mundo musulmán.

Y, ahora, este sitio, el lugar de nacimiento de todo, está convirtiéndose en un atractivo turístico.

Dentro de un enorme complejo en las afueras de Riad lleno de parques, restaurantes y cafeterías, cientos de trabajadores están rehabilitando palacios de adobe que alguna vez albergaron a la familia Saud y construyendo museos que celebran su historia. Cerca se erige una elegante estructura que albergará a una fundación dedicada al jeque y su misión.

El proyecto se da en un periodo difícil para Arabia Saudita. Revueltas populares y guerras civiles han sacudido al orden regional; el descenso en los precios del petróleo ha afectado al presupuesto nacional; y el reino una vez más está siendo acusado por muchos de promover un tipo intolerante del islam similar al del Estado Islámico.

Pero el reino está duplicando su apuesta a sus orígenes. El desarrollo de Diriyah es un proyecto consentido del nuevo monarca, Salman, quien está buscando crear una atracción modelo que refuerce la narrativa nacional de la familia real. Se espera que todo el complejo abra en dos años con un costo total de alrededor de 500 millones de dólares, según un contratista que declinó ser mencionado porque la suma no ha sido hecha pública.

Funcionarios sauditas esperan que el proyecto vincule a los ciudadanos con su pasado y rehabilite la reputación de Abdul-Wahhab, la cual, dicen, ha sido erróneamente mancillada.

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Aunque el wahabismo tiene adherentes en todo el mundo, muchos musulmanes lo detestan, porque considera infieles a los chiitas y a los seguidores de otras secas no sunitas, por no mencionar a cristianos y judíos. Otros culpan a la promoción que hace Arabia Saudita del wahabismo en el extranjero de ofrecer combustible teológico a grupos como Al Qaeda y el Estado Islámico, una acusación que los funcionarios sauditas rechazan.

"Es importante que los sauditas que viven ahora, en este siglo, conozcan que el Estado provino de un lugar específico que ha sido preservado y que se creó con base en una idea, una ideología verdadera, correcta y tolerante que respetaba a otros", dijo Abdullah Arrakban de la Alta Comisión para el Desarrollo de Riad que supervisa el proyecto.

La planeada fundación de Abdul-Wahhab será un centro de estudios internacionales, lo que demuestra la importancia que Arabia Saudita aún concede a la difusión de las enseñanzas del jeque.
Sin embargo, muchos expertos dicen que el clérigo no era conocido por su tolerancia.

"Si alguien más no estaba de acuerdo con su concepción del monoteísmo, tenía que convertirse o ser conquistado", dijo David Commins, un profesor de historia en el Dickinson College en Carlisle, Pensilvania, que ha escrito un libro sobre el wahabismo.
En el siglo XVIII, esa sensación de misión divina dio a la Casa de Saud una ventaja en las batallas tribales que sacudían a la Península Arábiga.

"Cuando se incluye un movimiento de reforma teológico en la mezcla se crea una base ideológica para que la gente aquí y allá apoye al estandarte saudita en vez de a otro jefe tribal", dijo Commins.
Algunos encontraron atractiva la ideología y aceptaron el liderazgo saudita. Otros se resistieron y fueron considerados "politeístas" que se habían apartado del monoteísmo, pervirtiendo a la verdadera fe, y necesitaban ser corregidos.

Estos incluyeron a otros musulmanes sunitas que practicaban diferentes versiones de la fe así como a los chiitas, miles de lo cuales fueron masacrados cuando las fuerzas sauditas saquearon Karbala, en lo que ahora es Irak, en los primeros años del siglo XIX, dijo Commins.

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Después de que la Casa de Saud extendió su control sobre las ciudades sagradas de La Meca y Medina, los otomanos respondieron, derrocando al primer Estado saudita y destruyendo su capital en Diriyah. Los miembros sobrevivientes de la familia se mudaron a Riad, donde el rey Abdul Aziz Ibn Saud, padre de Salman, fundó el Estado saudita moderno en 1932. También restableció la alianza con los descendientes del jeque Abdul-Wahhab, la cual perdura hasta la actualidad.

Mucho sauditas rechazan el término wahabismo, diciendo que el jeque no creó una nueva ideología, sino que restableció las doctrinas originales del islam eliminando las adiciones como la veneración a los santos.

Nada debería celebrarse excepto Dios, predicaba, llevando a sus seguidores a destruir las tumbas de los santos y a rechazar las fiestas nacionales y los cumpleaños.

Algunos críticos dicen que el interés de los gobernantes del reino en Diriyah gira más en torno a la política que a la preservación histórica, señalando que el gobierno ha descuidado o destruido muchos otros sitios históricos.

Los edificios otomanos han sido derribados o se les ha dejado colapsar, y los investigadores pasan apuros para conseguir los permisos para visitar las reliquias de los asentamientos cristianos históricos.


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El temor wahabí a que cualquier reliquia pudiera convertirse en objeto de adoración ha llevado a la destrucción de más de 95 por ciento de los sitios históricos cerca de las ciudades sagradas de La Meca y Medina, según Irfan al-Alawi, director de la Fundación de Investigación del Patrimonio Islámico.

Veintenas de tumbas han sido destruidas; una casa asociada con la primera esposa de Mahoma, Khadija, fue reemplazada por un local de baños públicos; y una casa que se cree pertenecía a su acompañante Abu Bakr fue derribada para hacer espacio para un Hotel Hilton, dijo Al-Alawi.

Al mismo tiempo, el gobierno saudita ha llenado La Meca con cada vez más edificios modernos que incluyen el tercer edificio más alto del mundo y, pronto, su hotel más elevado.

Madawi al-Rasheed, un profesor visitante de la Escuela de Economía de Londres que ha escrito libros sobre historia saudita, dijo que la familia real trata de impulsar su legitimidad creando una "amnesia histórica" sobre aspectos del pasado del reino que no se relacionan con su régimen.

"Diriyah es extremadamente importante porque, para los Saud, todo empezó ahí y quieren decir que la Península Arábiga no tenía historia antes de ellos", dijo Rasheed.

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