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¿Reparar el metro de NY sin provocar caos? Él resolverá ese reto

Andy Byford será en 2018 el presidente del sistema de tránsito de la ciudad de Nueva York y durante su mandato se enfrentará a la rehabilitación del tren L, que va de Brooklyn hasta Manhattan.

Andy Byford, quien se convertirá en enero en presidente del sistema de tránsito de la ciudad de Nueva York, tiene la poco envidiable tarea de modernizar un sistema centenario de túneles subterráneos afectado por incendios en las vías, cortes de energía, fallas en la señal y retrasos.

Las reparaciones necesarias son tan extensas que, en el caso del tren L que transporta pasajeros bajo el río Este desde Brooklyn hasta Manhattan, el túnel cerrará durante 15 meses en abril de 2019.

Byford ya se ha unido a un debate urgente entre defensores del tránsito, legisladores y políticos sobre la mejor manera de evitar una crisis económica que se produciría si cientos de miles de peatones y automovilistas obstruyen el desplazamiento sobre la vía del tren L en la Calle 14, una de las arterias más transitadas de Manhattan.

La Autoridad Metropolitana de Transporte de Nueva York decidió cerrar la línea L por completo para trabajar en ella a tiempo completo, en lugar de un cierre de una vía a la vez que tomaría tres años. La decisión fue un cambio respecto de la forma fragmentada de hacer las reparaciones que se ha vuelto habitual ante la falta de financiamiento.

Los defensores dicen que el cierre presenta una oportunidad para cambiar fundamentalmente la forma en que las personas se desplazan en la ciudad más poblada de Estados Unidos.

"El arreglo no lo cortará; tenemos que tomar medidas radicales ", dijo Byford durante una entrevista telefónica el 20 de diciembre. "Entraré con una mente abierta y una nueva agenda, para mejorar de forma rápida e implacable el tránsito público en la ciudad, y eso significa que no hay nada fuera de la mesa".

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Demoras en los viajes

Byford, de 52 años y nacido en Gran Bretaña, llegó a Nueva York desde Toronto, donde dirigió la comisión de tránsito de esa ciudad durante cinco años. Ese sistema tiene 1.8 millones de pasajeros diarios de autobuses y trenes, mientras que solo los subterráneos de Nueva York tienen 5.7 millones.

Bajo el liderazgo de Byford en Toronto, la satisfacción del cliente aumentó del 72 por ciento al 80 por ciento. La percepción no es ni cercana en Nueva York, donde las demoras causadas por el mal funcionamiento de las señales reducen la velocidad de los trenes a paso de tortuga y ponen a prueba la paciencia de los pasajeros a diario.

En 2014, una encuesta de MTA constató un 78 por ciento de satisfacción del cliente entre los pasajeros del metro.

El pasado julio, en una encuesta realizada por el contralor de la ciudad, Scott Stringer, el 74 por ciento dijo que habían llegado retrasados al trabajo a causa de las demoras en el metro, mientras que un 13 por ciento sufrió pérdidas de salario y un 2 por ciento fue despedido.

Su oficina estimó que dichas demoras cuestan a la economía de la ciudad 389 millones de dólares al año.

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Daños por el huracán 'Sandy'

Unas 400 mil personas viajan en el tren L todos los días, 225 mil usan el túnel Canarsie para cruzar el río entre Brooklyn y Manhattan.

Durante el paso del huracán 'Sandy' en 2012, el túnel se inundó con agua salada, lo que provocó daños en los equipos eléctricos y las vías que requieren un reacondicionamiento completo.

A principios de este mes, la MTA estatal y el Departamento de Transporte de la ciudad dieron a conocer un plan preliminar conjunto que prohibiría el paso de autos por el puente Williamsburg y parte de la Calle 14 durante "horas pico" indefinidas, convirtiéndolo en un bulevar de autobuses expresos y vías peatonales.

Se permitiría el paso de automóviles con un mínimo de tres pasajeros por el puente a ciertas horas del día. Se instalarían carriles para bicicletas a lo largo de la Calle 13 y se realizarían más cambios para alentar el tránsito de peatones y ciclistas por Union Square.

Paul Steely White, director ejecutivo de Transportation Alternatives, un grupo de defensa de ciclistas, caminantes y transporte público, dijo que las agencias se han mostrado excesivamente optimistas al suponer que hasta el 80 por ciento de los pasajeros desplazados podría emigrar a otras líneas de metro, que ya están sobrepobladas.

Pidió más espacio en las calles para autobuses expresos, bicicletas y peatones.

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Viajes más rápidos

"Esta es una oportunidad clásica de utilizar esta crisis para mostrar cómo podríamos crear calles sin automóviles para trasladar a las personas de manera más eficiente", dijo White.

"Vamos a tener que cerrar otras líneas de metro para modernizar y reparar el sistema y tenemos que desarrollar estrategias alternativas para trasladar rápidamente a la gente a la superficie cuando esas líneas se cierren".

Kate Slevin, vicepresidenta de programas estatales y defensa de la Asociación de Planes Regionales, detalló que su organización ha pedido a los funcionarios de tránsito de la ciudad y del estado que adopten políticas para reducir el tráfico de automóviles tanto como sea posible, restringiendo a los automovilistas en algunas calles, cobrando peajes y reduciendo el número de estacionamientos al tiempo de aumentar su costo.

"El cierre del tren L presenta la oportunidad de mostrarles a los neoyorquinos cuán rápido se puede trasladar a grandes cantidades de personas con autobuses, bicicletas y vías peatonales", explicó.

"Los automóviles privados son la forma menos eficiente de transportarse".

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