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Estado Islámico continúa su avance, pese a ofensiva lanzada por EU y aliados

Aunque Estados Unidos logró acrecentar su presencia estratégica en Asia Central y Oriente Medio, el Estado Islámico sigue representando una amenaza para la estabilidad de sus socios regionales; además Arabia Saudí con la guerra contra los huthis de Yemen, ha fortalecido a los extremistas musulmanes.

La semana pasada se saldó con importantes victorias para el Estado Islámico (IS) en Siria e Irak, tras la captura de Palmira, cuyos tesoros arqueológicos están en peligro, y de Ramadi, capital de la provincia irakí de El Anbar, golpes que llevaron al presidente norteamericano, Barack Obama, a manifestar que la guerra contra los radicales sunitas no se ha perdido, si bien a casi diez meses del inicio de la ofensiva que los aliados lanzaron en ambos países los resultados positivos son escasos.

De hecho, si se toma en cuenta que la "guerra contra el terrorismo" comenzó en 2001 con la invasión de Afganistán, luego de los atentados de Al Qaeda (La Base) en Nueva York, Washington y Pennsylvania, para analistas la campaña emprendida por las dos últimas administraciones en la Casa Blanca arroja un panorama aún más negativo.

Y es que si bien Estados Unidos logró acrecentar su presencia estratégica en Asia Central y Oriente Medio, el extremismo musulmán sigue representando una amenaza para la estabilidad de sus socios regionales, ya que IS, que además arrebató al gobierno sirio su último cruce fronterizo con Irak, en El Walid, perpetró el viernes su primer atentado en Arabia Saudita, al matar con una bomba a 21 personas en una mezquita de la minoría chiíta en El Kadí, en la provincia Oriental, sede de los principales yacimientos del mayor productor de petróleo del mundo, lo que puede exacerbar las tensiones sectarias.

Arabia Saudí libra desde abril una guerra contra los rebeldes huthis de Yemen, que lejos de obligarlos a aceptar el regreso del presidente Abd Rabú Mansur Hadi, ha fortalecido a Al Qaeda e IS, aparte de complicar la relación con Irán, potencia chiíta que simpatiza con los huthis y se encuentra en la etapa crucial de las negociaciones nucleares ––que terminarían el 30 de junio–– con EU y los otros miembros permanentes del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas más Alemania.

De proseguir las tendencias de las últimas semanas, IS, que recibe financiamiento y apoyo político de unos 200 grupos religiosos y civiles privados en Arabia Saudita, Turquía y las monarquías del Golfo Pérsico ––que aprovechan la insistencia de sus respectivos gobierno en derrocar al presidente sirio, Bashar el Assad––, afianzará su hegemonía en el centro y el este de Siria (la mitad del territorio, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos), mientras que el norte corresponderá al Frente el Nosra, que prepara ahí su "emirato".

Damasco, Hama, Homs y la franja costera serán retenidas por el mandatario alauita, que con respaldo del Hezbolá (Partido de Dios), la milicia chiíta proiraní de Líbano, venció en los últimos días a los extremistas suníes en la zona fronteriza de las montañas Kalamun.

El retiro del ejército de Palmira, que cayó sin gran resistencia, probaría, en tanto, que El Assad, a instancias de Teherán, aceptó un enfoque dirigido a conservar la "Siria útil" donde se concentra de 50 a 60 por ciento de la población; de diez a 15 por ciento quedaría bajo control de IS; de 20 a 25 por ciento a merced de El Nosra y de otros rebeldes "moderados" que apoya EU, y de diez a 15 por ciento en las áreas kurdas, puntualizó el geografo y experto francés Fabrice Balanche.

Aram Nerguizian, especialista del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, en Washington, expuso a AFP que este panorama no implica la caída inmediata del gobierno, que se beneficiará de unas líneas de suministro más cortas y de una estructura de mando con mayor margen de maniobra, después de que en cuatro años de lucha el ejército, que tenía 300 mil hombres, ha perdido 68 mil ––que están entre las 220 mil víctimas totales–– y hoy dispone de 175 mil efectivos, incluyendo las milicias aliadas y el Hezbolá.

En esta partición de facto "las líneas rojas para las autoridades son las carreteras entre Damasco, Beirut (Líbano) y Homs, igual que la costa, con ciudades como Latakia y Tartus", donde se concentra la minoría alauita, subrayó un político cercano al régimen del partido Baaz que pidió el anonimato. Las fuerzas de IS, por su lado, se alistan para el siguiente paso, que será avanzar a la frontera de Jordania, donde hay 800 mil refugiados.

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