Monterrey

¿Seguiremos viviendo en el pasado?

OPINIÓN. La experiencia humana adquirida en al menos los pasados dos siglos, debe ser aprovechada para lograr un avance real en lo económico y social en el actual siglo XXI.

La globalización y la sustentabilidad en sus tres aspectos, el ecológico, el social y la rentabilidad, obligan a modificar las instituciones que existen desde por lo menos desde hace 200 años, verlos en el contexto actual, y no seguirlas viendo y operando como cuando fueron creadas.

Dentro de dichas instituciones me refiero específicamente la empresa
cuando fue formalizada por allá en el siglo XVIII. Dicha formalización se
hizo tomando en cuenta los antecedentes más cercanos en el tiempo y
con la mentalidad desarrollada en aquel entonces. En retrospectiva creo
que es válido decir que fue creada tal vez sin quererlo, sin conciencia clara de su causa y efecto y por consiguiente sin una visión a futuro.

Tal vez, y pensando en Adam Smith entre otros, hubo algunos pensadores que notaron la trascendencia de dichas instituciones, pero poco se tomó en cuenta sus apreciaciones y reflexiones e imperó más una mentalidad mercantilista sin reparar en sus efectos a futuro.

Durante el siglo XIX y gran parte del siglo XX, se manejó sólo o primordialmente con la idea de la rentabilidad para sus dueños y nunca o muy poco en el mejor de los casos, se tomaron en cuenta las llamadas externalidades, sus efectos para y con la sociedad.

Este último término, la sociedad, fue visto como un concepto etéreo, vago, difuso, sin origen y destino que abarca a toda la población que no es propietaria de alguna empresa, pero que vive de la empresa como trabajador o empleado, y adquiere los productos y servicios que salen de dicha empresa.

En otras palabras, lo importante fue y sigue siendo en muchos casos
solamente la empresa por su rentabilidad. Concepto este último como
la causa y efecto de todo el quehacer humano.

Mentalidad un tanto cuanto distorsionada que tiene lo económico como
el único ideal a seguir, que inclusive ha sido separado de lo social y que
puede y debe moverse por sí mismo.

Siendo el paradigma que mueve a las empresas.

Es innegable que la economía es básica e imprescindible, pero como
un medio y no un fin. Siendo esta nueva mentalidad en la que se inspira
el concepto de sustentabilidad en el aspecto de la rentabilidad. Menta-lidad también en donde se encuentra la responsabilidad social.

Es por ello como se señaló en un principio, la necesidad de modificar
las mentalidades que originaron a esta institución (empresa, verla desde
una perspectiva diferente, que sea de avanzada y no un ancla que frena
el desarrollo de la sociedad en su conjunto.

Una empresa que se preocupa por el bienestar de la sociedad, pero no
en forma solamente altruista o filantrópica. Es necesario percatarse que
es la única creación humana hasta ahora, que además de producir los
bienes y servicios necesarios, puede ser quien ayude al bienestar de la sociedad tanto en la parte social como económica.

La experiencia humana adquirida en al menos los pasados dos siglos,
debe ser aprovechada para lograr un avance real en lo económico y social en el actual siglo XXI, de lo contrario, seguiremos viviendo en el pasado.

Seguiremos platicando …
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Esta es una columna de opinión. Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad únicamente de quien la firma y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.

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