Enfoques

Diego Torres Rodríguez, el Cristo de las Lomas

Esta será la sexta vez que Diego represente a Jesús en La Pasión, por calles de la colonia; lamenta que no hay nadie que quiera relevarlo en este papel que le enaltece hacer.

CIUDAD DE MÉXICO. Cuando a Diego Torres Rodríguez se le pregunta cómo llegó hasta este momento tan significativo, en el que cargará una cruz de madera de 50 kilos por calles de las Lomas de Chapultepec, en el Viacrucis de una de las zonas más exclusivas de la capital, confiesa sin rubor alguno: "son cosas de Dios".

Comenta que hace seis años, recibió una llamada telefónica que cambió su vida. Así, sin conocerlo más que de oídas, lo invitaron a personificar a Jesucristo para escenificar La Pasión en esta colonia. Cuando se presentó ante ellos, en el "casting", su perfil fisonómico le valió para quedarse con el personaje.

De barba frondosa, cabello rizado y complexión delgada, este capitalino de 41 años de edad, soltero y profesionista de los medios de comunicación, revela: "Yo siempre he creído (en Dios) y cuando me hablaron a mi casa, me dijeron que me conocían y querían que fuera Cristo, sentí muy raro. Pensaba que me querían secuestrar. Nos citamos aquí en la iglesia de Santa Teresita del Niño Jesús y cuando me vieron, se sorprendieron y yo vi que era algo serio y acepté".

Todos los fines de semana, Diego y un grupo de muchachos de una escuela de pastoral, ensayan sus diálogos y actuaciones sobre la calle de Sierra Nevada, desde hace más de un mes.

La noche ha caído ya, pero el ensayo continúa. En lo alto de las escalinatas de la iglesia, Diego, de mezclilla y tenis, extiende sus brazos en forma de cruz y baja la cabeza. Pausado, repite las palabras de la escena: "Señor, perdónalos; porque no saben lo que hacen".

Para soportar el esfuerzo de cargar con la responsabilidad de interpretar a Jesús, Torres tiene una preparación particular. Además de leer diario la Biblia y rezar el rosario, practica un ejercicio especial: practica yoga. Se llama bikram yoga, "es un yoga de alto impacto", dice.

Debajo de las escalinatas en donde Jesús está "crucificado", toca el turno de hablar a Giovanna Jiménez Santos, estudiante de Psicología en la UNAM. Ella representa a Magdalena desde hace tres años "por el tono de voz". En medio de la socarronería de los soldados romanos, interpreta a su personaje con un rostro de angustia, obligada por la tradición. "No tiendo a llorar demasiado y eso podría ser una dificultad; sí lloro, pero no mucho y la Magdalena se caracteriza porque lloraba demasiado", comenta.

A pesar de su vocación profesional científica, Giovanna asegura que no se contrapone su fe católica con su carrera, "porque también como psicólogos vemos esta parte espiritual de la mente".

Además, agrega, "es un viacrucis diferente, desde mi percepción, que nos ayuda a reflexionar sobre lo que cada uno de nosotros hace", dice la joven de 21 años, vecina de la colonia Chapultepec Morales.

Ella tiene una hermana, Diana, a quien también le toca actuar como una de las "hijas de Jerusalén", en la octava estación del viacrucis; mientras que su hermano, Israel Jesús, de 18 años, es uno de los soldados que le arrebata las prendas a Cristo en una de sus tres caídas.

"Es un papel un poco difícil, porque al momento de entrar hay que ser rudo, como eran los romanos, y después, al ver cómo está Cristo, hacer una conversión de arrepentimiento y dirigir una reflexión al público. Es complicado porque de un papel a otro, hay que darle realismo", dice el muchacho cuya vocación está lejos de la actuación. Estudia el bachillerato en Sistemas Automotrices en un plantel del Politécnico. "Esto más que una obra de teatro, es un mensaje personal", agrega.

El viacrucis, una enseñanza

Esa es la diferencia con otros viacrucis, que éste, el de Las Lomas, busca dejar una enseñanza a su público. "Esto es un memorial, no una representación", aclara Diego Torres. "Se trata de traer el pasado al presente para ponerlo hacia el futuro y que todo el aprendizaje del pasado se aplique en la vida actual", explica el hombre de actitud serena y andar pausado.

"Yo veo que la gente llora cuando hablamos y entonces, sí estamos dando bien el mensaje", comenta Ivonne Ramírez Aguilar, empleada de una empresa de telecomunicaciones, que reconoce no ser actriz, pero tener fe. Ella hace el papel de Verónica, la piadosa mujer que limpia el rostro de Cristo y se sorprende al ver que éste queda plasmado en su manta.

El viacrucis de la colonia Lomas de Chapultepec tuvo su origen hace 16 años en las calles de Polanco, en la iglesia de San Agustín, ubicada en la esquina de Musset y Horacio, pero fue tanta la gente que se reunía en el camellón de esa avenida para apreciarlo, que hubo un momento en que ya no se podía caminar, recuerda Hugo Alvarado, organizador de la celebración. "Los padres agustinos decidieron llevárselo para Las Lomas", comenta.

El viacrucis de Polanco iba de Arquímedes a Moliére. Ahora, sólo se hace un acto simbólico en el interior de la iglesia de San Agustín, mientras que en la calle de Sierra Nevada, en Las Lomas, se juntan, desde hace unos seis años, más de dos mil personas a ver pasar a Diego Torres, en el papel de Cristo, con su cruz a cuestas, quien lamenta que no haya jóvenes interesados en reemplazarlo.

Cuando alguien llegue, Diego asegura que él cederá su papel y participará haciendo otro personaje. "Nunca me iría de vacaciones en estos días", promete muy convencido.

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