Financial Times

La burbuja bitcoin, ¿acaso es un sueño millennial?

Durante las vacaciones de Navidad, un patrón en las conversaciones entre amigos fue hablar del bitcoin. Los millennials, y de manera particular los hombres, han impulsado la ola especulativa con respecto a la moneda virtual. Pero, ¿qué les atrae en particular sobre las criptomonedas?

Hubo un patrón consistente en muchas de las conversaciones entre amigos y familiares durante las vacaciones de Navidad. La mayoría de ellas comenzaban con: "¿Tus hijos están comprando bitcoin?", y luego pasaban a: "¿Ya te convencieron para que tú también inviertas?".

Un familiar que se graduó de la universidad hace dos años y que esperaba trabajar en un restaurante ahora estaba en el "negocio de los bitcoins".

Una amiga escuchó otro relato de la pequeña fortuna que el hijo de 24 años de otra amiga había acumulado en menos de un año de inversión en criptomonedas e inmediatamente solicitó los contactos del joven.

También había personas que todavía estaban intentando comprender los elementos básicos de las criptomonedas. ¿Qué es bitcoin en primer lugar, preguntaron, y cómo se relaciona con blockchain, o cadena de bloques, la tecnología descentralizada subyacente? Una persona sugirió que blockchain era el casino y bitcoin las fichas, una descripción acertada ya que invertir en criptomonedas se parece a apostar en los juegos de azar.

Mis conversaciones navideñas confirmaron anecdóticamente una tendencia bastante preocupante que los expertos en moneda digital han visto en el último año, conforme bitcoin pasó de mil dólares a principios de 2017 a un máximo de 19 mil: los millennials, y particularmente los hombres, han impulsado la ola especulativa. Así que tal vez haya muchos hombres jóvenes en este momento que no pueden creer su suerte al haber invertido en bitcoin, pero sus padres deben prepararse para ver lágrimas cuando estalle la burbuja.

Unas semanas antes de las vacaciones, una encuesta publicada por Blockchain Capital, una firma de capital de riesgo, encontró que mientras que dos por ciento de estadounidenses poseían bitcoin, cuatro por ciento de los millennials -personas nacidas entre principios de los años ochenta y principios de los noventa- han incursionado en el mercado o poseído la moneda digital. Entre los millennials masculinos esa cifra es de 6 por ciento. Más de 50 por ciento de los millennials encuestados dijeron que bitcoin era una innovación tecnológica positiva y más de 25 por ciento dijeron que consideraba que bitcoin era más seguro que los bancos.

Por supuesto, hay inversores importantes que son partidarios de la moneda digital, argumentando que el ecosistema es el mayor avance tecnológico desde la creación del Internet. Algunos predicen que algunas de las compañías actuales relacionadas con la cadena de bloques podrían ser ganadores masivos como Google o Amazon.

Pero, ¿qué atrae a los millennials en particular a las criptomonedas? Primero, hay falta de memoria: si estás en el grupo de edad de 18 a 34 años, eras un bebé o, como mucho, un adolescente durante la burbuja puntocom de la década de 1990 y no reconoces el paralelismo con la manía de bitcoin.

Al igual que las empresas actuales han comenzado a promover su cadena de bloques, y se han beneficiado del entusiasmo de los inversores como resultado, las empresas de entonces agregaron ".com" a sus nombres y vieron que los precios de sus acciones se dispararon a alturas extraordinarias.

Segundo, hay, posiblemente, un elemento cultural. Poseer una moneda que podría valer algo o no dependiendo del día puede ser otro reflejo de una rebelión juvenil.

Sin embargo, por muy tentador que sea encontrar la lógica en la fiebre de bitcoin de los adultos jóvenes, un joven que se graduó de una universidad estadounidense el año pasado y ahora escribe un boletín informativo sobre las criptomonedas ofrece una explicación más mundana.

"Los jóvenes como yo tenemos poco dinero para invertir, por lo que es más probable que invirtamos en algo que tenga el potencial de obtener ganancias masivas", dice Matteo Leibowitz. "No tenemos una familia que alimentar ni una hipoteca que pagar; podemos tomar estas apuestas más riesgosas".

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