Financial Times

'Jalisco Nueva Generación', el nuevo gran rival en la guerra contra el narco

En la guerra contra el narco, el gobierno mexicano tiene su némesis en un un cártel de reciente aparición, 'Jalisco Nueva Generación', que en las últimas semanas ha demostrado su poderío y capacidad de organización.

El gobierno de México tiene una nueva némesis en la guerra contra las drogas: el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), un grupo criminal altamente coordinado, desbordado de efectivo y sofisticado armamento gracias al tráfico de metanfetaminas a Europa y cargado de poder luego de haber derribado un helicóptero del Ejército.

En los últimos meses, las fuerzas de seguridad han logrado el arresto de una impresionante lista de capos, incluyendo al propio Joaquín El Chapo Guzmán. Pero cuando la vieja guardia del crimen organizado en México parece ir en declive, el Cártel Jalisco Nueva Generación ha irrumpido como la organización criminal más peligrosa.

Encabezado por Nemesio Oseguera Cervantes, alias El Mencho, identificado como un antiguo policía que en la década de los 90 pasó tres años en una prisión de Estados Unidos por distribuir heroína, el cártel de sólo cinco años desde su formación es, como su nombre lo dice, uno de una nueva generación que surgió de la implosión de dinastías históricas luego del arresto o muerte de varios capos.


Su ascenso subraya la fragilidad de los avances mexicanos para reprimir al crimen violento. También representa un problema para el gobierno, cuyas fuerzas de seguridad son debilitadas por disturbios y violencia en otros estados y que se esfuerza por mantener bajo control el déficit en su presupuesto luego de la caída de los precios del petróleo.

El Cártel Jalisco Nueva Generación surgió como una escisión del Cártel del Milenio, y en una primera etapa se identificó como "Matazetas", debido a su rivalidad con el grupo de Los Zetas. 

Pero, poco a poco, la nueva agrupación ha ganado poder e influencia, expandiéndose desde Jalisco a otros estados como Colima, Nayarit, Michoacán, Guerrero, y hasta zonas del Estado de México, San Luis Potosí y Veracruz. 

El mes pasado, Estados Unidos lo incluyó en su lista negra, así como a sus aliados, Los Cuinis.

En las últimas semanas, el Cártel Jalisco Nueva Generación ha tenido gran presencia, luego de secuestrar y asesinar a 21 policías entre marzo y abril, y luego, el pasado 1 de mayo, al frustrar una importante operación para capturar a El Mencho mediante el derribo de un helicóptero militar con un lanzacohetes ruso que dejó ocho efectivos muertos.

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Helicóptero caído


En el pasado, la policía mexicana ya había decomisado este tipo de armamento en poder de los cárteles, pero ésta fue la primera ocasión en que un grupo criminal lo utilizó con éxito.

Posteriormente, el grupo criminal procedió a crear caos en el estado y zonas colindantes con narcobloqueos. El 1 de mayo prendió fuego a 11 sucursales bancarias y 5 gasolineras, al mismo tiempo que dirigió más de 30 bloqueos de caminos.

"Se trata de un nuevo giro de tuerca", dijo Dwight Dyer, experto de la consultoría de seguridad Control Risks. "Esta capacidad de coordinación demuestra que el Cártel Jalisco Nueva Generación cuenta con muchos elementos, así como una logística y una estructura de comunicación importantes".

Y añadió: "Esto requerirá una nueva inteligencia por parte del Ejército, que está acostumbrado a tiroteos pero no a poner en riesgo un equipo importante. Se trata de un juego totalmente diferente". 

Irónicamente, se suponía que las cosas habían mejorado. Los homicidios han disminuido en los últimos tres años y la etapa más oscura de la fallida "guerra contra las drogas" de México, que costó más de 100 mil vidas, se desvanecía en la memoria, aunque la extorsión y el secuestro siguen preocupando. 

"Las cifras reales parecen ser mayores a lo que ha dicho el gobierno", dijo Carlos Cárdenas, de la consultoría IHS.

La determinación del presidente Enrique Peña Nieto para dirigir la atención internacional a un panorama brillante de México, incluyendo un sector automotor en auge y vastas perspectivas de inversión energética, ha contraatacado.

La violencia surgió a principios del año pasado en un Michoacán atrapado en medio de una lucha entre el cártel de Los Caballeros Templarios, que extorsiona a agricultores, roba minerales y decapita a sus víctimas, y grupos de autodefensas que toman la justicia por su propia mano.

Luego, en septiembre, vino el caso de la masacre de 43 normalistas de Ayotzinapa, prueba de que el viejo y malo México tal vez había salido del reflector pero nunca se había ido.

El gobierno, con su credibilidad bajo fuego debido a su lenta respuesta al caso y una seguidilla de escándalos de conflicto de intereses, prometió un mayor control de la policía, pero los planes de una reforma de seguridad se quedaron estancados en el Congreso por lo menos hasta septiembre.

"No hay mucho que se pueda hacer distinto", dio un exfuncionario del gobierno, señalando que impulsar las debilitadas instituciones de México y superar la impunidad son tareas a largo plazo.

Estamos avanzando, pero no lo estamos derrotando. Creo que será una lucha muy larga

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