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Nestlé embotellará agua en medio del desierto de Arizona... ¡En serio!

Parece paradójico, pero el gigante suizo de alimentos encontró en medio del desierto los elementos para construir una planta embotelladora de agua, a pesar que desde 1999 el estado oficialmente sufre de sequía.

Nestlé abrirá una nueva planta embotelladora en la ciudad de Phoenix, asolada por la sequía, porque allí es donde está el agua. ¡En serio!

¿Sequía? ¿Desierto? ¿Agua? La pura disonancia causó una comprensible controversia entre los habitantes de las zonas desérticas, que representan uno de los tres mercados más grandes de los Estados Unidos en el consumo de agua embotellada per cápita.

"Es difícil que la gente lo entienda", dijo Sarah Porter, directora del Kyl Water Center de la Universidad del Estado de Arizona. "Esas dos cosas no parecen compatibles". Y sin embargo, la pregunta sigue en pie: ¿cómo pueden embotellar agua en el desierto?

La planta Nestlé Waters North America, ubicada en el oeste de Phoenix, está casi lista, en medio de una serie de batallas más encarnizadas que la empresa ha librado en otros lugares.

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PHOENIX, ARIZONA


Tres grupos ambientalistas han demandado al Servicio Forestal de los Estados Unidos (USFS por sus siglas en inglés) por permitir que Nestlé siga embotellando en las Montañas de San Bernardino.

El mes pasado, el condado de Hood River, en Oregón, votó a favor de una medida anti-embotelladoras, cerrándole el paso a una eventual planta de Nestlé y la persistente oposición de la pequeña Eldred Township, en Pensilvania, obligó a la empresa a abandonar sus planes de instalar una planta allí.

En mayo, al enterarse de los planes de instalar una planta en Phoenix, un estudiante de una universidad comunitaria publicó una petición en Change.org, en la que llamaba a Nestlé Waters "irresponsable e insostenible", dado que el estado del Gran Cañón sufre oficialmente una sequía desde 1999.

A esto se sumó una página en Facebook.

En respuesta a estas preocupaciones, el departamento de servicios hidráulicos de la ciudad convocó una audiencia pública con prontitud. En ella, se perdieron los estribos, en medio de interrupciones, pero la imagen final resultó paradójica: una ciudad del desierto con agua de sobra.

Phoenix produjo unos 95 mil millones de galones (equivalente a casi 360 mil millones de litros) de agua en 2015.

La ciudad obtiene más de la mitad de ella de los ríos Salt y Verde de Arizona, y algo menos de la desviación del río Colorado, parte de la cual se almacena para su uso en caso de emergencias y cerca del dos por ciento es agua subterránea.

La planta de Nestlé utilizaría unos 35 millones de galones (264 millones de botellas de medio litro) cuando abra en la primavera, o el 0.037 por ciento del volumen que proviene de las plantas y pozos de la ciudad.

De modo que, con esta clase de cifras, y toda la demanda de agua embotellada de los sedientos ciudadanos de Phoenix, pareciera que hay suficiente para todos –incluso para que Nestlé abra el grifo, embotelle y venda por unos pocos dólares-. Pero la comunidad de ambientalistas de Arizona no está tan segura.

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BOTELLAS PLÁSTICAS E ISLAS BASURA


En Estados Unidos, las botellas de agua personales registraron 40 trimestres seguidos con tasas de crecimiento de 20 por ciento o más, a partir de 1995; una década después el producto pasó de ser una novedad a ser artículo de uso masivo, presente en casi cualquier ámbito.

Aunque su crecimiento global ha caído desde entonces, Michael Bellas de Beverage Marketing dijo que este año podría darse un hito aún más significativo: se espera que la venta de agua sobrepase a la de bebidas gaseosas por primera vez.

El agua embotellada tiende a generar oposición al menos por dos razones: Una es la extracción de agua de los ecosistemas o reservorios locales; la otra es el plástico: con mucha frecuencia, las botellas terminan en lugares inesperados como la gran isla de basura del Pacífico.

La directora de Servicios de Agua de Phoenix, Kathryn Sorensen, que también tiene un doctorado en economía de los recursos de la universidad Texas A&M, describió cómo la ciudad tiene una tradicional obsesión por el agua, las estructuras construidas para protegerla y los riesgos futuros.

Ella dijo que los planes de Phoenix para su agua en caso de sequías futuras no son suficientes.

La ciudad, con una población de más de 1.5 millones de personas, necesita invertir en infraestructura para llevar agua a donde se necesita, particularmente en emergencias.

Una ley que data de 1980, permitió que Arizona se convirtiera en el primer estado en vincular el desarrollo urbano con la disponibilidad de agua. Consecuentemente, Phoenix ha invertido la última generación en cambiar la forma en que administra el agua, al reducir el uso de agua del subsuelo, resguardando una parte del río Colorado y realizando medidas de conservación.

El resultado es que la ciudad usa casi la misma cantidad de agua que hace 25 años, cuando la población ascendía a menos de 400 mil habitantes.

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