Economía

Turistas llegarán a Juegos Olímpicos con un Brasil en crisis

Lo que iba a ser el escaparate de la modernidad brasileña para el mundo, se convertirá en la muestra de cómo este país está enfrentando la mayor recesión económica, así como crisis política y crisis fiscal sin precedentes.

Cuando Río de Janeiro ganó en 2009 los derechos para ser sede de los Juegos Olímpicos, Brasil planeaba un bombardeo de proyectos para exhibir hasta dónde había crecido.

Pero cuando los turistas comiencen a llegar en dos meses para asistir a los juegos, lo que estará a la vista no será el mejor Brasil, sino el quebrado.

Se suponía que el puerto lleno de aguas residuales que los visitantes pasarán en el camino desde el aeropuerto –y el lugar donde se montarán los eventos de navegación de los Juegos Olímpicos- sería una bahía limpia y resplandeciente.

La nueva línea de metro que irá desde el coqueto barrio de la playa de Ipanema hasta los juegos funcionará, en el mejor de los casos, con un horario limitado, comenzando a operar apenas cuatro días antes de la ceremonia de inauguración.

¿Y qué pasó con los equipos modernos que recibiría supuestamente la policía para mantener a salvo a los viajeros? Un alto funcionario dice que nunca llegaron.

Bienvenidos a Brasil, un país en crisis política, económica y fiscal.

"Cuando miramos los documentos de la licitación de 2009, los Juegos Olímpicos fueron pensados y promocionados, sin duda, como una manera de mostrar a Brasil como esa democracia próspera y esa economía floreciente", dijo Jules Boykoff, autor de un libro sobre la historia de los Juegos Olímpicos que tiene una visión crítica del legado de los grandes eventos deportivos. "Siete años hacen una gran diferencia".

Para ser justos, prácticamente todos los estadios y obras de infraestructura por valor de 39 mil millones de reales (equivalentes a 11 mil millones de dólares) que se construyen para los Juegos Olímpicos estarán listos a tiempo y, más allá de algunas malas construcciones y demoras, la mayoría de los turistas ni se darán cuenta, probablemente, de todo lo que tendría que haber habido.

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Trabajos atrasados, la constante para los Juegos Olímpicos

Pero el trabajo inconcluso es un indicador de un problema mucho mayor que perdurará mucho después de que los visitantes aborden sus aviones de regreso: el estado de Río está prácticamente en quiebra.

Quienes mejor lo saben son João Vitor da Silva y su padre, Rodrigo da Silva. Este niño delgado de nueve años, vestido con una camiseta de Iron Man, es hemofílico, y les han advertido que los recortes en el gasto en salud podrían afectar los insumos de profilaxis, las inyecciones que impiden que João sufra una hemorragia cuando se lastima o se enferma.

"Si hay dinero para los Juegos Olímpicos, tiene que haber dinero para la salud", dijo Da Silva, un ex operador de máquina elevadora de 34 años que está en incapacidad médica.

Brasil no es el primer país que organiza los Juegos Olímpicos en medio de un hervidero de caos, Rusia, México y Corea del Sur forman parte de ese club.

Aun así, el telón de fondo tumultuoso cuando comiencen los juegos el próximo 5 de agosto es algo muy distinto de la imagen del centro neurálgico que los organizadores habían tenido en mente cuando se otorgaron los derechos de organización.

En este momento, Brasil está atrapado en una recesión aplastante y la sucesora de Lula, Dilma Rousseff, fue alejada del poder en tanto enfrenta un juicio político por acusaciones de que financió ilegalmente el déficit fiscal.

El estado de Río incumplió pagos de deuda el mes pasado y está demorando los salarios de los empleados públicos después del derrumbe de los precios del petróleo, una de las principales fuentes de ingresos. Y al menos seis empresas contratadas para proyectos olímpicos y otra infraestructura afín están paralizadas debido a las acusaciones de que pagaron sobornos para obtener lucrativos acuerdos de obras públicas.

Tres de dichas compañías –las constructoras Queiroz Galvao, OAS y Andrade Gutiérrez –fueron responsables de un proyecto destinado a dragar cuatro lagunas contaminadas y sembrar 500 mil mangles en Barra da Tijuca, la base de operaciones de los juegos. Pero el trabajo no estará listo debido a que los fiscales solicitaron aplazamientos y luego el estado enfrentó limitaciones de efectivo, según la Secretaría de Medio Ambiente.

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Trabajos de mangles, aplazados por falta de dinero


"Rio es el aparador de Brasil... de su incompetencia y su impunidad", dijo Mario Moscatelli, el biólogo subcontratado por las constructoras para plantar los mangles. Comentó que está en condiciones de tener listo menos del 10 por ciento del trabajo.

Todas las grandes inversiones en seguridad para los Juegos Olímpicos se han llevado a cabo desde 2012 o se encuentran en su fase final, y el personal o equipo que falte durante los juegos serán cubiertos por las agencias de seguridad federales, según la oficina de prensa de la Secretaría de Seguridad de Río de Janeiro.

Leonardo Espíndola, jefe de gabinete del gobernador de Río de Janeiro, dijo a la Suprema Corte en abril, que el estado está en ruta a un "colapso social". El secretario de Hacienda del estado, Julio Bueno, también estuvo de acuerdo.

Al comienzo de una entrevista de una hora el mes pasado, Bueno aseguró tener "el peor trabajo en Río de Janeiro."

"No podemos mantener los servicios esenciales como la policía y la salud", dijo. "Eso es lo que define el nivel de bienestar de una sociedad."

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