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TLCAN: Una renegociación compleja

El futuro del TLCAN es incierto; las voces dentro de EU que respaldan el tratado se multiplican, pero ello no implica que las negociaciones vayan a ser sencillas o carentes de tensión.

Uno de los temas medulares de la relación entre México y Estados Unidos en los próximos meses será la renegociación del TLCAN. A partir del 16 de agosto empezarán formalmente las negociaciones entre los integrantes de este acuerdo comercial, en las cuales también estará presente Canadá.

Y éstas pueden tener un desenlace que aún es incierto.

El presidente Donald Trump, en su discurso semanal que fue difundido por la Casa Blanca el 7 de julio, insistió en que la renegociación del acuerdo comercial debe ser total, pues de lo contrario, Estados Unidos dejaría el TLCAN.

Aunque el presidente Trump tiene la facultad para sacar a Estados Unidos del acuerdo comercial de Norteamérica, invocando la cláusula 2205 del documento, tras un plazo de seis meses luego de que esa decisión sea notificada, la realidad es que ese escenario extremo se ve cada vez más distante.

La razón es que en Estados Unidos han surgido presiones diversas para que se mantenga en el Acuerdo.

Cito solo tres ejemplos de ellas.

Chandler Gowle, CEO de la National Association of Wheat Growers (NAWG) testificó ante la Oficina Comercial de Estados Unidos el pasado 27 de junio y dijo: "El TLCAN ha sido uno de los más ventajosos acuerdos comerciales para los productores de trigo de EU en toda la historia". En el mismo sentido se han expresado diversas agrupaciones de productores agropecuarios, precisamente en estados de la Unión Americana en los cuales Trump ganó las votaciones.

Otro caso es el de los comerciantes minoristas. Diversas agrupaciones de productores de textiles, así como del comercio al menudeo, declararon a Bloomberg el pasado 16 de mayo, que el TLCAN soporta cientos de miles de empleos textiles y muchos más en operaciones del comercio minorista en los 50 estados de la Unión Americana y demandaron que la renegociación no dañe las exitosas cadenas de suministro que existen.

Finalmente, los fabricantes automotrices han señalado que, aunque Estados Unidos importa 1.6 millones de vehículos de México, cada uno de ellos tiene en promedio un 40 por ciento de partes proveniente de Estados Unidos, a diferencia de lo que sucede con autos importados de China o India, donde la proporción de partes norteamericanas es mucho menor. Así que, un cambio drástico en el TLCAN podría dañar a miles de empleos manufactureros de estados como Michigan.

Los ejemplos abundan, y, además, quienes respaldan al TLCAN no son solo empresarios sino alcaldes, gobernadores, Representantes y Senadores de los dos partidos.

Sin embargo, el respaldo interno que en EU tiene el TLCAN no implica que las negociaciones vayan a ser sencillas o carentes de tensión.

En la medida que se hará un trabajo complejo con la inclusión en el Acuerdo de temas que no contiene hoy; con la revisión de otros que sí tiene y con la modificación de algunos, es probable que requiera muchos meses de trabajo intensivo por parte de los representantes de los tres gobiernos y de la participación de la comunidad empresarial.

Por ejemplo, en la renegociación se buscará incluir algunos de los tópicos que ya se habían incluido en el fallido TPP. Solo a modo de ejemplo, podemos anticipar que el documento deberá agregar un amplio capítulo sobre comercio electrónico; un mayor detalle sobre políticas de competencia; seguramente se robustecerá lo relativo a propiedad intelectual.

Algo relevante para México es que podría llevar a un estatuto de tratado internacional lo relativo a las prácticas anticorrupción, así como políticas de transparencia; temas ambientales y de compras del sector público también se revisarán. El cambio de la condición legal en México en la industria energética, así como en telecomunicaciones, deberán quedar plasmados en el Acuerdo.

Y probablemente también haya una revisión detallada de reglas de origen, para garantizar que se benefician del arancel cero productos que realmente son generados en Norteamérica.

Aunque los intereses particulares de las tres partes, seguramente podrían verse afectados por algunas de estas modificaciones, en conjunto parecen aceptables y susceptibles de ser negociadas.

El gobierno mexicano ha expresado en diversas ocasiones su intención de que lo sustantivo de la renegociación pueda concluirse en este mismo 2017. Y aquí es donde se ve la mayor complejidad.

El propio secretario de Comercio de EU, Wilbur Ross, en declaraciones a CNBC el 19 de junio, expresó que, aunque hay muchas razones para concluir la renegociación este año, bien podría extenderse hasta 2018.

Y una de las razones expresada por Ross para acabar pronto, fueron los procesos electorales que habrá tanto en México como en Estados Unidos.

Tras concluir la parte sustantiva de la renegociación, se requiere darle una redacción legal que sea aceptable para todas las partes, y hasta ese momento podría ser firmado por los gobiernos de los tres países para que entonces el documento sea enviado a ratificación a los respectivos Poderes Legislativos, lo que difícilmente ocurriría antes del próximo año.

En el caso de Estados Unidos, la experiencia muestra que un tratado comercial de alto perfil, o su revisión, difícilmente es votado por el Congreso en año electoral. Prueba de ello fue el TPP, que fue aprobado por el gobierno de Obama, pero nunca fue enviado a ratificación.

En el caso de México, el Tratado debería ser sometido al Senado antes del 1 de julio, cuando se realizan las elecciones federales, pues como resultado de ellas podría cambiar el balance de fuerzas en esa Cámara, y complicarse su aprobación. En Canadá las elecciones generales ocurrirán hasta octubre de 2019, así que no parece haber dificultades electorales en ese caso.

No es imposible que, pese a todo el énfasis puesto en los discursos de campaña y en el arranque de la administración Trump, la renegociación del TLCAN corriera la misma suerte que el TPP y que el acuerdo renegociado no pudiera ser sometido a ratificación por un cambio en las correlaciones políticas, por lo menos en 2018.

En ese caso, por lo pronto, nos quedaríamos con el TLCAN original, que, aunque 'anticuado' en algunos de sus capítulos, ha permitido convertir a Norteamérica en una de las zonas comerciales más boyantes del mundo, y creo que con el TLCAN actual podría seguirlo siendo por un tiempo más.

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