Bloomberg Businessweek

China construyó una economía global en 20 años... y ahora tiene un nuevo plan

Las políticas de los gobiernos de Jiang Zemin y Hu Jintao apresuraron una de las mayores creaciones de la riqueza de la historia en el país, sacando a millones de sus habitantes de la pobreza; sin embargo, esto tuvo un alto costo.

Fred Hu nunca olvidará el terror en los ojos de su profesor de ciencias cuando fue arrastrado a una cárcel china durante la revolución cultural de Mao Zedong. A sus 12 años, sentado en un aula, su sueño de escapar de la pobreza rural y convertirse en periodista o maestro parecía no tener futuro.

Dos años después, su esperanza regresó cuando el líder entrante, Deng Xiaoping, reinició los exámenes de ingreso a la universidad a fines de 1977, permitiendo que todos los estudiantes compitieran por un lugar en la universidad.

"Por primera vez había un camino claro frente a nosotros", dijo Hu, que obtuvo maestrías en Tsinghua y Harvard, trabaja para el Fondo Monetario Internacional y dirige Goldman Sachs en China. "La agitación estaba tras nosotros. Una nueva era había comenzado", dijo el fundador de Primavera Capital, un fondo de capital privado con sede en Beijing.

En los años que siguieron, Hu y cientos de miles de personas dejaron el campo y establecieron negocios en la ciudad, o fueron a trabajar en industrias que impulsaron a China convertirse en la segunda mayor economía en el mundo. Las reformas de Deng Xiaoping, oficialmente lanzadas hace 40 años un 18 de diciembre en una reunión del Comité Central del Partido Comunista, apresuró una de las mayores creaciones de riqueza de la historia, sacando a más de 700 millones de personas de la pobreza.

Pero los cambios también sembraron las semillas de muchos de los problemas que China enfrenta actualmente. Dos décadas de crecimiento a cualquier costo bajo las administraciones de los presidentes Jiang Zemin y Hu Jintao, a partir de 1993, dejaron a la nación con ríos contaminados y cielos con smog, además de las montañas de deudas.

Cuando el presidente Xi Jinping asumió el poder en 2013, muchos esperaban que se tuviera la vena reformista de Deng Xiaoping. Pero mientras Deng quería que sus reformas basadas en el mercado hicieran a China rica, Jinping ha reafirmado el control del Estado en un esfuerzo por convertir al país en una superpotencia política y tecnológica.

"Una de las metas de Xi en términos de gestión económica es efectivamente, sino formalmente, declarar el fin de la era de las reformas a la Deng Xiaoping", dijo Arthur Kroeber, socio fundador y director gerente de la firma de investigación Gavekal Dragonomics. Mientras que Deng Xiaoping y los siguientes líderes reforzaron el rol de las empresas privadas en la economía y redujeron el del Estado, Xi Jinping parece pensar que el equilibrio ahora es correcto, dijo Kroeber.

Tras dejar de lado el consejo de Xiaoping para que China descanse y aguante, Jinping fue cara a cara con Donald Trump, presidente de Estados Unidos, y otros líderes mundiales, quienes se vieron frustados por los años en que Beijing se estancó en abrir sus mercados a empresas extranjeras. Los críticos de China dicen que las compañías locales que ahora aspiran a dominar a nivel global la tecnología y el comercio se beneficiaron de subsidios estatales o préstamos baratos mientras se protegían de la competencia extranjera.

El enfrentamiento le han causado a Xi Jinping algunos de sus primeros reveses políticos y un repunte inusual en la crítica pública en China. Incluso el hijo de Deng Xiaoping lanzó un reclamo velado en un discurso en octubre, cuando urgió al gobierno chino a "mantener una mente sobria" y "conocer su lugar".

La confrontación llega en un momento crítico para China, mientras trata de evitar caer en lo que los economistas llaman la trampa de ingresos medios, donde los ingresos per cápita se detienen antes de que una nación se vuelva rica. Usualmente esto ocurre porque el aumento de los salarios y los costos erosinan la rentabilidad en las fábricas que producen productos básicos como ropa o muebles, y la economía no logra dar el salto a industrias y servicios de mayor valor.

Según el Banco Mundial, solo cinco economías industriales en el este de Asia han logrado escapar de la trampa desde 1960. Estas son Japón, Hong Kong, Singapur, Corea del Sur y Taiwán.

Para estar con ellos, Xi Jinping debe supervisar una transformación en los mercados chinos, inyectando más competencia en los servicios financieros, mejorando la tecnología y reforzando el gobierno corporativo mientras libra una batalla comercial con una administración en Estados Unidos dispuesta a contener el ascenso de la nación asiática. El reto del presidente chino se ve agravado por el envejecimiento de la fuerza laboral, la montaña de deuda de los gobiernos corporativos y locales, y una limpieza del medio ambiente que llevará décadas.

"Ninguna gran economía que no es democrática ha podido superar la trampa del ingreso medio, por lo que las probabilidades no están a favor de China, incluso sin la guerra comercial", opina Steve Tsang, director del Instituto SOAS de China en la Universidad de Londres. "Abandonar en enfoque dengista ha hecho sonar las alarmas en Occidente, particularmente en EU. Esto hace que la tarea sea mucho más difícil".

Si China lo logra dependerá del legado de los migrantes y empresarios que aprovecharon la apertura y el establecimiento de empresas privadas de Deng y conquistaron una industria manufacturera tras otra. Hoy, el sector privado de China genera el 60 por ciento de la producción nacional, el 70 por ciento de la innovación tecnológica y el 90 por ciento de los nuevos empleos, según Liu He, el principal asesor económico de Xi Jinping.

La sombra bancaria

Muchas de esas compañías están siendo las más afectadas por las campañas de Jinping del desapalancamiento de la economía y la lucha contra la contaminación. Medidas severas en el financiamiento del banco sombra ha sofocado una importante fuente de fondos durante los años de auge, mientras que cientos de miles de pequeñas empresas han sido cerradas por contaminar al medio ambiente.

Su difícil situación provocó un impulso sin precedentes por parte de los políticos responsables este año para convencer a los bancos de que presten más a empresas no estatales, una campaña que el presidente de China respaldó al proclamar su apoyo "inquebrantable" para el sector privado.

La respuesta política no es lo suficientemente robusta o efectiva y existe el riesgo de un mayor debilitamiento de la confianza de las empresas y los inversionistas que desencadenaría un círculo vicioso, dijo Hu el domingo en una entrevista aparte con Bloomberg Television. Las políticas hacia el sector privado son "incoherentes" con el servicio de apoyo en su contra y luego se imponen regulaciones más estrictas, explicó.

"Lo que el gobierno debe hacer es eliminar la camisa de fuerza que sigue ahogando a los empresarios", dijo. "Todavía hay demasiadas reglas, reglas estúpidas. El camino se volverá más difícil. Ojalá que eso sacudiera parte de la complacencia burocrática".

En ninguna parte son más evidentes los éxitos y los desafíos de los empresarios de China que en Shenzhen, que a lo largo de las cuatro décadas evolucionó desde un pueblo de pescadores a una ciudad industrial, a un centro de exportación y al centro de tecnología reluciente que es hoy.

Andy Yu, un nativo de Wuhan en el centro de China, es un ejemplo típico de las personas que hicieron de la ciudad inmigrante un éxito. Llegó a Shenzhen en 2003 para trabajar en una empresa de tecnología y establecer su propio fabricante de teléfonos móviles, Shenzhen Garlant Technology Development, unos años más tarde.

"Algunos dicen que China solo hace basura barata, pero eso no es verdad", dice Yu. "China puede hacer verdaderos buenos productos y es por eso que compañías como Apple tienen fábricas aquí. China tiene la mejor relación precio-calidad en cualquier lugar".

Yu cree que la combinación entre buena calidad y precios bajos permitirá a su compañía ignorar las tarifas impuestas por Trump. Alrededor de una quinta parte de las ventas anuales (150 millones de dólares) de Shenzhen Galart provienen de Estados Unidos, y están sujetas a un arancel de 10 por ciento que podría incrementarse a 25 por ciento para el siguiente año. Yu dice que puede pasar el mayor costo a sus clientes porque sus competidores de occidente venden a precios mucho más altos, mientras que los fabricantes rivales en el sudeste asiático y América Latina se quedan muy atrás en tecnología.

La trayectoria de Shezhen Garlant muestra cómo los beneficiarios de las reformas de Deng Xiaoping han tenido que adaptarse para sobrevivir. La compañía aún diseña y comercializa sus productos de Shenzhen, pero su fábrica de 300 trabajadores se encuentra ahora en la provincia de Hubei, en el centro de China, donde los salarios son más bajos. Yu está considerando aumentar la automatización y construir una nueva planta en el oeste del país en la frontera con Myanmar, en la cual podría trabajar con inmigrantes birmanos que ganan la mitad de lo que ganan los trabajadores chinos.

Para lograr el objetivo de Xi Jinping de dominar las tecnologías clave, que se describe en su proyecto "Hecho en China 2025", la nación tendrá que hacer más que fabricar teléfonos y computadoras portátiles de alta especificación. Sin embargo, el modelo del presidente de mayor control gubernamental junto con restricciones más estrictas sobre los préstamos podría inhibir la innovación.

"Este año, la época dorada para las startups ha terminado", dijo Wang Gaonan, quien forma parte de las nuevas generaciones de empresarios que están impulsando el cambio en la economía de China. "Es casi imposible encontrar inversores. La pista ha desaparecido. Si me hubiera graduado en 2015 en lugar de 2012, sería demasiado tarde para mí ".

Wang, quien tiene una maestría en ingeniería industrial de la Universidad de California en Berkeley, dirige Capstone Games, creador de los juegos de fútbol de tercer y cuarto puesto en la tienda de aplicaciones de Apple en China. Fundada en 2013, los ingresos anuales de la compañía de Beijing se han más que duplicado cada año hasta alcanzar los 150 millones de yuanes ( 21.8 millones de dólares).

Los controles más estrictos sobre los nuevos lanzamientos de juegos en China, donde el gobierno está preocupado por los efectos de la adicción a los dispositivos en los niños, junto con la desaceleración de la economía, han llevado a Wang a buscar crecimiento en el extranjero. Capstone planea lanzar una aplicación para la Unión Europea en marzo.

También lee: