Bajío

Viaje a las misiones franciscanas, en la ruta religiosa de Querétaro

La Puerta del Cielo, el inicio de un recorrido único por la naturaleza serrana

QUERÉTARO, Qro. A tres horas de distancia de la capital queretana, en un trayecto que incluye paisajes inmejorables de flora silvestre, carreteras en espiral que suben y bajan por laderas de cerros, bosques y pequeñas comunidades, se encuentran las Misiones Franciscanas de la Sierra Gorda de Querétaro.

Si el viajero es propenso a marearse con facilidad, alguna pastilla para el mareo no vendría mal antes de iniciar el recorrido, aunque bien vale la pena cualquier malestar para llegar.

Una vez que ha emprendido el camino, cruzado por el semidesierto queretano e ingresado a la zona boscosa, a una hora de Jalpan, aproximadamente, se encuentra La Puerta del Cielo, un parador turístico ubicado en el municipio de Pinal de Amoles.



Se trata del punto más alto en el estado, ubicado a dos mil 600 metros sobre el nivel del mar, al que se le da el nombre de La Puerta del Cielo por la ilusión que da el camino al cruzar entre dos pilares de piedra que se abren para dar paso a la carretera.

Día uno
Llegamos un miércoles por la tarde a Jalpan de Serra, donde se organizó un paseo en cuatrimotos que tiene como primera parada la Presa de Jalpan, donde se pueden observar, además de personas realizando deportes acuáticos, diversas especies de aves que se dan cita junto a esta ciénaga rodeada de envidiable vegetación.

El paseo concluyó en la noche, con un recorrido espectacular en el bosque, siguiendo el río, el mismo que alimenta la presa, para encontrarse después con los sonidos propios de la naturaleza, y alguno que otro (o muchos) insectos.

Las luciérnagas acapararon nuestra atención; entre la oscuridad de la noche, regalaban su luz a diestra y siniestra. Una vez concluido el paseo, y regresado al pueblo, visitamos la misión de Santiago de Jalpan, que si de día es bello, de noche es espectacular.

Día dos
El día siguiente emprendimos el camino hacia el resto de las misiones, iniciando con Nuestra Señora de la Luz de Tancoyol, que quita el aliento con solo mirar los colores, la arquitectura y el paisaje.

Más adelante visitamos las de Tilaco, Landa y Concá, que si bien tienen similitudes, cada una guarda alguna particularidad.

Las misiones fueron construidas por franciscanos, con la ayuda de los indígenas pames, bajo una arquitectura barroca mestiza que se conjuga con la vegetación.

Históricamente, la Sierra Gorda fue una región que se conquistó y evangelizó muy tarde; se dice que fue el último punto de evangelización en el país, por la lejanía y el dificil acceso a la zona.

Hacia 1750, el franciscano Fray Junípero Serra fue el encargado de fundar las cinco misiones que los mismos indígenas construyeron y adornaron, y que ostentan ahora el nombramiento de Patrimonio Cultural de la Humanidad, como muestra singular del mestizaje cultural en esta apartada región del mundo.

Las cinco guardan una constante arquitectónica como es la barda atrial, el atrio, la cruz atrial al centro, el portal de peregrinos, un cubo donde se ubicaba el claustro, la fachada y la torre.

Sobresalen dos detalles únicos en los templos barrocos latinoamericanos: las figuras del sol y de la luna, que representan la dualidad del universo y el sincretismo de la cultura española e indígena, así como el remate del templo con la imagen de la Trinidad.

LAS MISIONES

Santiago de Jalpan
Construida entre 1751 y 1758, esta misión estuvo dirigida por fray Junípero Serra, y fue la primera de las cinco misiones.

Dedicada al apóstol Santiago, el santo de los militares, para defender la fe en esta nueva tierra que comenzaba a ser evangelizada, su fachada es de color azafranado. En el nicho que alguna vez ocupó la imagen del apóstol Santiago, hoy se encuentra un reloj, colocado en 1898 por el general Rafael Olvera, cambio que aún rechazan los lugareños, porque atentó contra la arquitectura original.

San Miguel Concá

Aunque la construcción de esta misión se inició hasta 1754, fue la primera en concluirse, y es quizá la más mestiza, pues por su ornamentación de grandes flores y follajes y lo tosco de sus esculturas, muestra la mano del artista indígena en su edificación.

San Francisco del Valle de Tilaco

Dedicada a San Francisco de Asís, fue construida entre 1754 y 1762 por fray Juan Crespi. Esta es la más pequeña y sencilla de las cinco misiones. En su fachada se puede apreciar un jardín de angelitos removiendo el cortinaje de un telón para que ingrese la luz al recinto. Representa la profesión de una fe ingenua y pura.

En medio de la fastuosidad de esta portada llena de flores y pámpanos, llaman la atención cuatro sirenas sonrientes que forman parte de la decoración en la arquitectura, así como otras figuras mitológicas que aparecen dentro de algunas de las misiones, como los dragones, figuras que, de acuerdo con Mauricio Falcón, de la Secretaría de Turismo de Querétaro, representan lo pagano.

Nuestra Señora de la Luz de Tancoyol
Atribuida a fray Juan Ramos de Lora, esta misión fue construida entre 1761 y 1767. Su fachada es, iconográficamente, la más elaborada, pues se observan detalles tradicionales de las construcciones europeas acompañados de elementos indígenas, como un jaguar y personajes con rasgos olmecas.

La fachada representa a varios santos reunidos en coro a la virgen sobre estípites y columnas salomónicas florecientes de vegetación calcárea, por eso se dice que simboliza la misericordia divina.

Santa María de las Aguas de Landa
Dedicado a la Purísima Concepción, este templo es quizá el más ornamentado de los cinco. Fue construido entre 1761 y 1764 por fray Miguel de la Campa. En los diferentes niveles de la fachada se congregan todos los personajes que conforman la Ciudad de Dios: Cristo, los arcángeles, apóstoles, mártires, monjas y escritores.

Sobresale, en la cúspide y al centro, San Miguel Arcángel, vencedor del demonio. La misión de Landa señala el final de la conquista espiritual de la Sierra Gorda.

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