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Vino… ¿azul?

Jóvenes emprendedores en España crean un nuevo vino azul, de nombre Gïk, a través de un proceso tecnológico de pigmentación y edulcoración alimentaria.

Atrás quedaron las tonalidades clásicas. El tinto, blanco, rosado y amarillo habitual en el color de los vinos abren paso al azul. Este peculiar caldo proviene de bodegas españolas, se hace con uvas tintas y blancas, y logra esa tonalidad gracias a un proceso tecnológico nacido de la inventiva de cinco veinteañeros que nada tienen que ver con la industria vinícola.

Se llama Gïk, el cual fue posible lanzar tras dos años de investigación y pruebas, realizadas de manera conjunta con la Facultad de Ingeniería del País Vasco y empresas de tecnología agroalimentaria. La indigotina y la antocianina son el secreto para lograr ese color.

"El vino es una materia prima muy compleja. Tiene un pH muy ácido y el proceso de fermentación no es un paseo en bicicleta. Por eso desarrollamos un proceso tecnológico de pigmentación y edulcoración alimentaria, que combina pigmentos naturales y procesos químicos de sintetización", se explica en su página de Internet gik.blue.

La botella cuesta 10 euros, pero se advierte que los envíos demoran más de lo normal a causa de la demanda.

"No es un vino azul, sino la representación de lo que más nos mueve: la rebeldía creadora", sostienen en su manifiesto sus fabricantes: diseñadores, artistas, músicos y programadores.

El caldo cumple con la normatividad para productos alimentarios de la Unión Europea y se ubica dentro de la categoría de bebidas alcohólicas de menos de 15 grados (11.5°). Su sabor es dulce y se recomienda beberlo a una temperatura por debajo de los 10ºC. Sus creadores recomiendan maridar con salmón ahumado, sushi, pasta carbonara y hasta con guacamole y nachos.

Medios españoles reportan la venta de más de 70 mil botellas y se puede encontrar en lugares desde la Península Ibérica hasta China. En Suiza, por ejemplo, se vende caliente con un toque de canela.

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