After Office

Suárez levanta al Barça

El astro anota cuatro goles y da ánimos a un conjunto blaugrana apremiado de autoestima. Luis Suárez asumió el carnet de líder de una ofensiva maltrecha en los últimos tres juegos y con la mitad de alacena confirmó el tino de su fichaje.

El Barcelona se abastece de goles justo cuando los puntos son tema de controversia entre el primero y segundo de la liga más dramática de los últimos años. Empatado (y empatanado) en cosecha de unidades con el Atlético, el club blaugrana decidió empacharse con el Depor. La saña fue contundente. El 8-0 fue una discriminación contra el rival, pero los de Luis Enrique no están para medir los estándares internacionales de buen comportamiento que obligan al respeto al otro y otras nimiedades.

Presas de la depresión, saltaron al campo con la descarada intención de componer el rumbo. Suárez asumió el carnet de líder de una ofensiva maltrecha en los últimos tres juegos y con la mitad de alacena confirmó el tino de su fichaje. Todo en el Barsa es exagerado; hasta el desfogue.

Goles; no puntos. El líder va derecho y no quiere quitarse. Mientras mantenga el mismo ritmo que los de Simeone será campeón de liga a pesar de perder sentido en la Champions, el cetro que aún ostenta y al que abdicó ante los colchoneros en un ida y vuelta para el olvido. Fabio Capello había dicho, a principios de semana, que el MSN (Messi, Suárez, Neymar) estaba muerto de agotamiento. No culpó al trabajo técnico del banquillo. Echó la culpa a los trámites del trío con sus Selecciones nacionales.

Con cierta razón, la opinión del ex míster del Real Madrid (que ayer hizo lo suyo ante un voluntarioso Villarreal) iba en el mismo orden que otros muchos dentro y fuera de La Masía. Luis Enrique, afectado y abrumado por el estado de ánimo de la plantilla, decidió llevar la bronca a la prensa. Fue acusado de soberbio e intolerante ante las críticas. Ayer, como si fuera una olla exprés, el plantel le dio un respaldo de autoridad.

La liga no está aún de su lado. La paliza ha producido un sádico placer a una entidad urgida de catarsis. Pobre Depor. Más le queda al rico cuando empobrece, y con heráldica reciente el Barsa amplía la inercia del orgullo. Con una diferencia de goles de +67 (contra un +42 del Atlético) debe cumplir con satisfacción en el puntaje y se coronará a pesar del pasmo.

Simeone, hábil en las distancias cortas, ha optado por el diván. Fiel a su biografía en el césped, buen lector de Freud, ha implementado un refuerzo anímico sobre sus gallardos jugadores, quienes hicieron el viaje al País Vasco para vencer en San Mamés al Athletic de Bilbao. Todos en la Península saben lo endiablada que es la hazaña. Con la sota cargada, los madrileños barajaron la carta correcta y pensando en sus proezas consiguieron los tres puntos que los mantiene en el ring, tú a tú, con los catalanes. Fue un trofeo que podría ser determinante en el litigio de la liga. La presión, siempre, la lleva la luz del tren. El que acecha espera el error involuntario del perseguido para darle alcance y muerte. El Atlético es un asesino que sopla en el oído del barcelonismo. "Dependemos de nosotros", dijo el técnico antes del partido de ayer. Si el Barsa voltea se volverá sal, lo sabe el argentino que hizo de Racing de Avellaneda una incómoda daga en el bolsillo.

En el Bernabéu, Benzema levantó la mano en la impetuosa ofensiva merengue. Zidane no perdió paciencia y decidió desbordar por diestra y siniestra con los colmillos desnudos de la ambición. El Villarreal, en zona de Champions, fue presa del reparto tripartita de la cima. Al margen de la trivia fue devorado por completo ante un medio campo blanco versátil y muy muy veloz. Nada pierde el Madrid en este juego en el que se levantó y anda. Lo suyo es Europa, si saca agua de la liga será un bono fortuito que gozará a pesar de echarse a las sábanas durante medio curso.

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