After Office

La novela gráfica crece como apuesta editorial en México

A principios del nuevo milenio, este género literario apenas era conocido por un pequeño nicho de lectores. Sin embargo, hoy vive un 'boom' impresionante por varias razones que aquí analizan dibujantes, escritores y editores. 


Los tiempos dorados de historietas mexicanas como Simón Simonazo y Memín Pinguín han desaparecido. La nueva narrativa gráfica nacional ya no se compra en los puestos de periódicos, sino en las librerías a través de un género que, aunque incipiente, gana lectores día con día: la novela gráfica.

Uncle Bill es, quizás, el título más vendido del país. Seis mil ejemplares agotados en menos de medio año, según la editorial Sexto Piso. Su autor, Bernardo Fernández (BEF), ve con asombro cómo un género que se encontraba en el olvido hace apenas 10 años hoy es uno de los más populares.

Librerías como Gandhi, El Sótano y El Péndulo ya cuentan con secciones especializadas que ofrecen, al menos, una decena de propuestas gráficas nacionales. Lo mismo sucede en algunas sucursales del Fondo de Cultura Económica (FCE) y Educal.

"El auge de la novela gráfica en México comenzó hace cinco años. Antes no existían las condiciones editoriales necesarias para que el negocio fuera sostenible", asegura Fernández. Sin embargo, señala que el mercado todavía no es tan sólido y le falta continuidad. Él aún espera que alguien le diga qué sigue después de su exitosa Uncle Bill.

Diego Rabasa
, editor de Sexto Piso, sostiene que el género llegó tarde a México. Dice que en países como España, Francia y Estados Unidos la industria está más que consolidada, con editoriales especializadas como Salamandra Graphics, Astiberri y Fulgencio Pimentel. Afirma que para que eso suceda en el país aún falta mucho camino por recorrer. Su empresa hoy tiene 13 novelas gráficas en circulación.

El editor y escritor José Luis Trueba Lara asegura que son tres las razones por las cuales la industria editorial mexicana –que vive uno de los peores momentos de su historia en términos económicos– puede depositar sus esperanzas en el género: el creciente número de lectores jóvenes, la buena calidad de las propuestas y el predominio de la cultura visual. "Debemos entender que la gente está leyendo cosas diferentes, por eso la novela gráfica ha ganado tantos metros cuadrados en las librerías", refiere.

No existen datos precisos de cuánto ha crecido el rubro en México, pero Rabasa brinda algunas cifras: Pancho Villa toma Zacatecas, de Eko y Paco Ignacio Taibo II, y La calavera de cristal, de BEF y Juan Villoro, han vendido más de cinco mil ejemplares cada una. Diario de Oaxaca, de Peter Kuper, más de cuatro mil.


DEL UNDERGROUND AL BOOM

Resistencia es el otro sello editorial que desde hace ocho años le apuesta fuerte a la novela gráfica nacional. Tiene 28 títulos a la venta y ha publicado a autores de culto como Manuel Ahumada, José Quintero y Édgar Clement. Su directora, Josefina Larragoiti, considera que tal auge llega tras décadas de trabajo conjunto entre editores y dibujantes.

"Antes, muchos escritores, libreros y editores consideraban a la novela gráfica un género menor. La miraban con desdén. Los autores trabajaban desde una escena muy escondida. Un día nos dimos cuenta de los nichos de lectores que construimos con el paso de los años. Y de pronto sucedió lo esperado: el crecimiento del mercado", comenta Larragoiti.

Los números de Resistencia se han disparado en un 50 por ciento. En 2007, sus tirajes de novela gráfica alcanzaban mil ejemplares. Ahora llegan a los 2 mil. Antes se publicaban uno o dos libros al año; hoy, hasta seis.

Larragoiti asegura que la novela gráfica Los bandidos de Río Frío (con historia original de Manuel Payno e ilustrada por Francisco Haghenbeck) se ha vendido bien en la Secretaría de Educación Pública (SEP) e incluso el Conaculta apoyó en su edición.

Los apoyos a la novela gráfica mexicana han provenido hasta de organismos públicos. Hace un par de años, el Conaculta lanzó, a través de su Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (FONCA), un programa de becas para dibujantes. Larragoiti y BEF afirman que la iniciativa también ayudó a detonar el boom del género.

Desde 2010 existe un Premio Nacional de Novela Gráfica, que entrega la editorial Jus. Lo han ganado autores como Patricio Betteo y Augusto Mora.

"Poco a poco la novela gráfica es reconocida como una propuesta de alto nivel artístico. Sin duda el mercado va a seguir creciendo", sostiene Rabasa. Sin embargo, BEF dice que realizar una obra de este tipo implica muchos años de trabajo. Él se tardó cinco en Uncle Bill. Lo que necesita el negocio para consolidarse –considera– es que los grandes sellos trasnacionales se comprometan a lanzar periódicamente este tipo de propuestas.

"El mayor esfuerzo lo han hecho las editoriales independientes como Resistencia, Sexto Piso o Almadía. Los dibujantes necesitamos las condiciones comerciales necesarias para llegar a los lectores con novedades de calidad. El mundo editorial debe aprovechar el nuevo estatus cultural que tiene la novela gráfica para aumentar sus ventas", concluye BEF.


CINCO NOVELAS GRÁFICAS QUE DEBES LEER

1
El viaje de Burroughs en México

Título: Uncle Bill
Autor: BEF
Editorial: Sexto Piso
Precio: 250 pesos

2
El poeta al que todos olvidaron

Título: Mundo Invisible
Autor: Patricio Betteo
Editorial: Jus
Precio: 147 pesos


3
El detective sin escrúpulos

Título: El Sombra
Autor: Edu Molina
Editorial: Resistencia
Precio: 200 pesos

4
La revisita necesaria al caudillo

Título: Pancho Villa toma Zacatecas
Autor: Paco Ignacio Taibo II y Eko
Editorial: Sexto Piso
Precio: 243 pesos

5
Arqueología para todas las edades

Título: La calavera de cristal
Autor: Juan Villoro y BEF
Editorial: Sexto Piso
Precio: 173 pesos

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