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La fórmula del arte de Betsabeé Romero

La artista plástica indaga las funciones artísticas del automovilismo con el pretexto del Gran Premio de México; para ella, el automóvil es un símbolo de movilidad urbana que expresa mucho de la sociedad para la que fue manufacturado.

En un mundo globalizado, las fronteras entre lo artesanal y lo industrial, entre el arte y el deporte, son cada vez más difusas. La hibridez es, acaso, la única constante que caracteriza a la cultura contemporánea, desde la gastronomía o la música hasta la literatura o la moda.

A esa conclusión llegó la artista plástica mexicana Betsabeé Romero, quien descubrió en el automóvil, particularmente en los neumáticos de la Fórmula Uno, una plataforma para grabar los diseños que la han llevado a exponer en el Museo Británico y el Louvre de París.

Su exposición La trama tras el circuito —que abrirá sus puertas durante el Gran Premio de México, en el Paddock Club del Autódromo Hermanos Rodríguez— es otra muestra, dice en entrevista con El Financiero, de que el arte es inherente a su entorno, pues no hay mejor manera de demostrar las paradojas de la globalización que a través de tres neumáticos Pirelli intervenidos con grabados artesanales, aplicaciones de hoja de oro y auténticos rebozos provenientes de comunidades indígenas de Tenancingo, Estado de México y Santa María del Río, San Luis Potosí.

¿Qué papel juegan las culturas vernáculas y las tradiciones en un mundo globalizado?
Esa es la pregunta que se ha hecho durante 15 años. La respuesta la ha encontrado en su taller, cuando percibe la dicotomía del hule o el caucho, sus materiales favoritos: "por un lado tienen un origen prehispánico, pero por otro hoy son utilizados a gran escala por la industria automotriz. Estamos ante un fenómeno estético inverso. Mi trabajo pretende ser una retrospectiva de este proceso. Quiero que estas llantas impriman memoria histórica en quien las vea, que los invite a reflexionar sobre una nueva manera de entender el mundo".

En su ensayo La era del vacío (1983), el sociólogo francés Gilles Lipovetsky observó que la globalización traería consigo la exaltación artística y comercial de las culturas locales. En lugar de desaparecer, las tradiciones y el folclor —señaló— tendrán un lugar privilegiado en los modos de vida: consumir productos vernáculos y artesanales o asistir a exposiciones indígenas —dijo— se convertirá en un hábito cultural aceptable, incluso privilegiado.

Romero está convencida de que el arte tradicional mexicano está muy lejos de su extinción. Por el contrario: "las culturas indígenas representan una resistencia enorme por su condición de localidad en un planeta cada día más interconectado y globalizado.

Las piezas de arte popular mexicano sensibilizan por igual a los ciudadanos de Londres o Nueva York. Son culturas vivas, que acumulan en sus manos y en sus técnicas artísticas siglos de sabiduría. Mi trabajo dialoga con este tipo de manifestaciones, que se afianzan a la actualidad con mucha fuerza porque han sobrevivido a fenómenos tan intensos como colonizaciones".

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MÁS QUE UN MOTOR
No es la primera vez que Betsabeé trabaja con automóviles. En febrero pasado partió uno a la mitad y lo dividió con una pared de ladrillos. A esta instalación —que realizó en colaboración con artistas de Phoenix, Arizona— la tituló Amurallado, en alusión al muro que quiere construir Donald Trump en la frontera entre México y Estados Unidos.

Para ella, el automóvil es un símbolo de movilidad urbana que, estéticamente, expresa mucho de la sociedad para la que fue manufacturado. La Historia, asegura, es como un vehículo: rueda con un eje, funciona si todo encaja en una sola pieza sin cortes ni barreras y posee el volante que es uno pero que nunca se mueve solo.
El curso de la Historia (otra vez con mayúsculas), considera, nunca podrá ser amurallado.

"La migración es la columna vertebral de la humanidad. Es el fenómeno que define al hombre contemporáneo. No importa que no vivamos cerca de una frontera: los procesos migratorios siempre nos afectarán de cualquier manera. En México nos atraviesa La Bestia y ahí están los migrantes (centroamericanos) aunque no queramos verlos. En Estados Unidos, lo mexicano ya cruzó la frontera hace mucho tiempo. Los mexicanos vivimos en una cultura, no en una geografía determinada", observa Romero.

Cuando se enteró que Pirelli no retiró sus inversiones de México pese a las amenazas de represalias económicas de parte de Trump para todas aquellas automotrices que tuvieran plantas en el país, la artista consideró ético trabajar con esta marca con sede en Milán pero de propiedad china, que fabrica los neumáticos de la Fórmula 1 desde 2011.

"El arte siempre ha sido un termómetro de su época; una forma de conocimiento y entendimiento de la realidad. Hasta las obras más abstractas nos hablan del momento que estamos viviendo. En ese sentido, mi trabajo nunca se ha distanciado del contexto social y político y pretende ser una resistencia ante las políticas arbitrarias e inhumanas del señor Trump", asegura.

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