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Encuentro teatral surrealista

En "Remedios para Leonora", la dramaturga Estela Leñero imagina un encuentro entre las grandes pintoras Remedios Varo y Leonora Carrington, más allá de la muerte. Ellas se conocieron en París. La ciudad de los artistas por antonomasia.

Se conocieron en París. La ciudad de los artistas por antonomasia. Allí su trato fue más bien superficial: dos pintoras que se encuentran irremediablemente en la plena efervescencia del surrealismo.

Dentro del círculo de André Breton -quien encabezó aquel movimiento artístico y más tarde lo importó a México- comenzó la trayectoria de Leonora Carrington (1917-2011) y Remedios Varo (1908-1963), inglesa la una y española la otra, a quienes el destierro reunió después en suelo mexicano, a principios de la década de 1940.

"Cada una vivió el exilio de manera separada y al encontrarse aquí entablaron una amistad que duró hasta la muerte de Remedios", cuenta la dramaturga Estela Leñero, autora de la pieza teatral Remedios para Leonora, de reciente estreno, en la que aborda la amistad entre ambas artistas. Sigue así la línea de sus obras recientes, que ha basado en personajes históricos.

Diálogo surrealista, el universo de sueños que alimentó el arte de las amigas es el centro de este montaje protagonizado por Gabriela Betancourt y Bertha Vega, bajo la dirección de Gema Aparicio.

"Yo conocía el trabajo de las dos pintoras, pero al saber más de su vida y su amistad, tomé el reto de abordar, no de una manera biográfica, sino más lúdica, onírica y pictórica también, su historia en México", explica la dramaturga acerca de la puesta, que se presenta los martes y el miércoles en el Teatro El Milagro, hasta el 25 de mayo próximo.

Remedios para Leonora
Teatro El Milagro, Milán 24, Juárez
Martes y miércoles, 20:30 horas
Localidad: $200, general; $100 estudiantes, maestros
e INAPAM; $60


Como en un sueño, Leñero ubica la trama en un lugar donde no hay un tiempo. "La premisa es que Leonora invoca a Remedios cuando ésta ya está muerta. Se reúnen en una torre sin entrada ni salida, donde todo es presente y pueden hablar del pasado, del futuro, de las posibilidades de vida. Lo que estamos planteando es qué pasaría si alguien que ya no está se apareciera en la vida del otro, y entonces contaran una historia".

EL MÉXICO SURREALISTA
En varios sentidos, este país fue un refugio para las artistas. El poeta mexicano Paul Leduc se casó con Leonora Carrington en Lisboa, a donde ella llegó tras escaparse de un psiquiátrico en España. Se refugió en la Embajada mexicana y gracias a su matrimonio con Leduc pudo salir de Europa y fue recibida aquí.

En tanto, Remedios Varo llegó con el poeta francés Benjamin Péret. Ambos huyeron de la ocupación nazi en Francia. Junto a otros exiliados europeos que vinieron a México a raíz de la guerra, como la fotógrafa húngara Kati Horna y los pintores españoles Gerardo Lizárraga (primer esposo de Remedios) y Óscar Domínguez, se unieron al movimiento surrealista.

"Creo que las circunstancias las unieron mucho más frente a todo este exterior. La identificación no solamente de artistas exiliadas, sino de estos mundos internos que cada una ellas tenía, esta inquietud por el mundo espiritual, el esoterismo, la alquimia, la cábala, les hizo un vínculo más profundo", considera Leñero.

Ambas artistas, abunda la dramaturga, encontraron un México que acogía diversas corrientes, particularmente en la pintura.

"Era la época del muralismo, de la revolución intelectual y los movimientos sociales. Remedios Varo llegó en 1941 y Leonora Carrington en 1942, y las dos se quedaron aquí hasta su muerte".

La obra de cada una, advierte la dramaturga, ha sido mejor reconocida con el paso de los años. Si bien fueron valoradas en su tiempo, enfrentaron dificultades por ser parte del naciente movimiento surrealista.

Remedios Varo murió a los 54 años, en la cúspide de su carrera, y Leonora Carrington a los 91.

"La coincidencia en su trabajo era el mundo mágico que creaban, pero cada una buscaba sus propios elementos", destaca Leñero". Remedios tenía propuestas mucho más intelectuales antes de plasmarlas. Un acercamiento al pensamiento desde lo no real, más esotérico, desde universos más oníricos. Los mundos que buscaba Leonora eran mágicos, donde convivían animales con cuerpos humanos, por ejemplo, creaba otros seres que habitaban esos espacios que ella construía. Pero su mayor coincidencia fue su gran amistad".

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