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El mal gusto atenta contra el paisaje en el Espacio Escultórico

Un edificio anexo a la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales ha atentado contra la belleza del Espacio Escultórico, considerado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco desde 2007. La UNAM evita responder sobre su construcción.

En la Ciudad de México hay un nulo interés por el paisaje; el respeto por el entorno prácticamente no existe, se lamenta el escultor Pedro Reyes, quien repara en que, para donde quiera que se voltee, hay contaminación visual. Sólo un lugar –dice– se libraba de la grosería y la vulgaridad: Ciudad Universitaria. Pero ya no más. Desde hace dos meses un edificio anexo a la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales ha atentado contra la belleza del Espacio Escultórico, considerado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco desde 2007. Donde antes se veían volcanes, ahora sólo se ve un mazacote blanco.

Las quejas no se han hecho esperar. En una carta firmada por más de 100 artistas, se exige a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y a la Secretaría de Cultura demoler el edificio de ocho pisos que, a decir del arquitecto Miquel Adrià, traiciona la esencia de unos de los espacios más bellos que tiene esta metrópoli, y que fue construido por una brillante generación de creadores como Helen Escobedo, Manuel Felguérez, Mathias Goeritz, Hersúa, Sebastián y Federico Silva.

"El Espacio Escultórico lo construimos a través de un proceso muy especial, siempre tomando en cuenta la convivencia entre la arquitectura y el paisaje. La geografía del lugar era única, muy despoblada e intacta. Queríamos hacer una obra de arte colectiva, y una de las cosas que más nos preocupaba era el entorno, que no hubiera edificios, de tal manera que el espacio se convirtiera en el hogar ideal para la contemplación y la meditación, siempre en compañía de los volcanes", puntualiza Felguérez.

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Adrià, uno de los arquitectos más reconocidos del país y uno de los primeros firmantes de la carta, llama a la responsabilidad. "No podemos dejar el patrimonio de la UNAM en manos de gente incompetente. Este tipo de acciones atentan en contra del espíritu de Ciudad Universitaria".

La agresión al entorno es un problema mucho más grande, asegura el escultor Pedro Reyes. Para él, la Ciudad México es una constante de negligencias imposibles de resolver, de las que Espacio Escultórico es tan sólo un ejemplo. "Mucha gente pensará que estamos exagerando, porque finalmente el país tiene problemas mucho más graves y nosotros estamos peleando por un pedazo de cielo. Pero si de por sí la ciudad ya es una causa perdida, por lo menos hay que luchar por preservar una de las obras maestras del arte moderno", considera Reyes.

La arquitecta Fernanda Canales opina algo similar. Dice que ésta era la única zona metropolitana en la que aún se podía apreciar el ambiente autóctono y la historia mesoamericana a través de una estampa visual sin par.

"Es terrible que quien está encargado de preservar ese patrimonio sea el primero en destruirlo. En la Ciudad de México no existe una noción sobre el valor de lo que tenemos. Y esto empieza por las autoridades, que usualmente sólo toman en cuenta los beneficios personales a corto plazo por no tener una perspectiva sobre el bien colectivo. Estamos frente al ejemplo más claro de cómo estamos destruyendo los espacios de mayor valía de nuestra ciudad", sostiene Canales.

SIN SUSTENTO LEGAL
Pero los reclamos de la comunidad artística podrían resultar infructuosos. El abogado Sergio Boeta –especialista en legislaciones culturales– asegura que el edificio nuevo no podría considerarse legalmente un daño contra el Espacio Escultórico. La declaración de la Unesco –agrega– sólo toma en cuenta como daño aquello que atente contra las obras y los inmuebles de la zona protegida. El paisaje no está incluido.

Se pidió la postura de la UNAM a través de la Dirección de Comunicación Social, pero no se obtuvo respuesta hasta el cierre de esta edición. También se buscó a Pablo Tamayo Castroparedes, titular de la Dirección General del Patronato Universitario, pero se negó a tomar la llamada.

"El problema de todo esto es que vivimos en la ciudad donde todo se vale. Diariamente transgredimos reglamentos y dañamos el espacio público. La Universidad, en teoría, debería ser la excepción, pero por desgracia vemos que no es así. Hay que entender que en esta ciudad hay cosas que deben respetarse. No pudimos salvar Cuicuilco ni las Torres de Satélite. Creo que aún estamos a tiempo de salvar a la UNAM", concluye Reyes.

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