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El fenómeno Jaroussky

El contratenor más aclamado del mundo debuta en Bellas Artes con música francesa del siglo XIX. Philippe Jaroussky, de 38 años, se basa en un conjunto de cualidades y de aciertos, no sólo en la voz. Un prodigio.

Nunca antes un contratenor había atraído reflectores como él. Pero en el arte no siempre el más famoso es el mejor. ¿Por qué es Jaroussky y no otro el fenómeno vocal del momento?

En la gerencia de los likes y de los views chocan las visones conservadoras contra otras más abiertas. Y Jaroussky es casi una figura pop. Casi. Porque la música que define el universo jarousskiano -o la definió hasta hace algunos años- no pertenece al nicho de "lo más visto": Purcell, Monteverdi, Bassani, Haendel...

Desde ambos extremos, el crítico musical Lázaro Azar y el contratenor Héctor Sosa, quien se dedica también a la docencia en esta cuerda, coinciden en que el éxito mundial del francés, de 38 años, se basa en un conjunto de cualidades y de aciertos, no sólo en la voz. Prodigiosa, según Azar. Para Sosa hay otras que podrían discutirse el título, como los estadounidenses David Daniels (1966) y Bejun Mehta (1968), o el alemán Andreas Scholl (1967).

"Más allá de lo extraordinario de su voz, se conjuga en él un gran carisma. Jamás hubo otro contratenor que tuviera tal impacto: es simpático, es guapo -que eso vende-, tiene colmillo mediático, pero también procura llevar siempre un detalle particular para el público al que le va a cantar", opina Azar, quien recuerda su debut mexicano en el Festival Internacional Cervantino, en 2010, cuando cantó "en perfecto español" Los pájaros perdidos, con música de Piazzolla. Al terminar, se quedó a saludar a la gente. "Y estuvo más de lo que duró el recital".

El virtuosismo en 5 discos imperdibles
Vivaldi Virtuoso Cantatas (2005)
Caldara in Vienna: Forgotten Castrato Arias (2010)
Duetti (2011)
Opium – Mélidoes Françaises (2013)
Green – Mélidoes Françaises (2015)


Su ligereza y claridad de timbre logran burlar al oído. ¿Canta una mujer? Este efecto, por supuesto, no explica el portento vocal del cantante, quien posee una cuerda de mezzosoprano con cualidades coloratura: su voz es tan ligera que le permite alcanzar notas más altas, por lo que a menudo, explica Sosa, se dice erróneamente que encaja en una de las menos frecuentes tesituras de contratenor, la de sopranista, es decir, un hombre que puede cantar a la misma altura que las sopranos femeninas.

"Dicen que es sopranista porque tiene alcances en ese registro agudo, pero él no canta en esa cuerda, que exige alcanzar las notas sobreagudas", advierte el cantante.

A tales características vocales Jaroussky suma una personalidad de imán en la que se entretejen, además de la obligada solvencia técnica, la elegancia escénica, una perfecta dicción y una elección de repertorio que evita el lugar común.

Pero -y aquí encaja el bisturí la crítica diestra- el virtuosismo que le ha encumbrado escapa al rigor estilístico que marca la tradición, opina Sosa. "Yo oigo una voz como de músico popular, con un fraseo medio pop, que pareciera que a la gente le llega mucho porque se le hace muy familiar y eso gusta".

EL BARROCO QUEDÓ ATRÁS
Si Jaroussky (distinguido con premios como Les Victoires de la Musique 2007 y 2010, y Echo Klassik Awards 2008) excede la ortodoxia, no es sólo en el estilo.

Un acierto que define la importancia del artista en la siempre acotada escena de los contratenores es que escapó del frasco que históricamente restringió su tesitura a los repertorios antiguo y barroco, observa Azar. Un encasillamiento que se afianzó con la moda de la música antigua que se dio entre la década de 1990 y la primera de este siglo. Incluso Andreas Scholl se ha mantenido en la línea purista de la interpretación histórica.

"Cuando todo el mundo lo veía como el intérprete que ya tenía su nicho en el barroco, Jaroussky rompió el esquema y saca el disco Opium, en el que interpreta canciones francesas del siglo XIX, y hay que decir que, en particular, lo que logra con las piezas de Reynaldo Hahn es sublime", dice Azar. A ese disco de 2013 siguió otro, Green, también subtitulado Mélodies Françaises, integrado por poemas de Paul Verlaine.

Es precisamente este repertorio (Massenet, Franck, Hahn, Saint-Saëns…) el que Jaroussky trae a su primer recital en la Ciudad de México el domingo próximo, en el que estará acompañado al piano por Jérôme Ducros​. Las entradas, claro, están agotadas.

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