No la conozco y tengo una buena opinión de ella. Me parece que es una mujer interesante con una trayectoria política sólida y contundente. Los datos de su gestión hablan de su capacidad para generar sinergias y gobernar con resultados. Así que asumo que podría ser una buena jefa de gobierno. Si llega a ocupar el cargo, le deseo éxito por el bien de todas las personas que habitamos en esta urbe enloquecida y, paradójicamente, disfrutable.
Así las cosas, leí con interés y curiosidad el desplegado firmado por “800 personalidades del mundo de la cultura, las artes, la política y las ciencias identificados con la izquierda” —así lo reportan diversas notas de prensa— en el que sostienen que Clara Brugada es la mejor opción de su partido para contender por el gobierno de la CDMX. El texto íntegro fue publicado el pasado 10 de octubre en la página 18 del periódico La Jornada. Por la relevancia de lo que está en juego —y porque muchas de las personas firmantes suelen ser adversas a firmar desplegados y critican a quienes lo hacen para impulsar causas que les son ajenas— merece la pena leer el documento.
Además, se nota que las plumas redactoras fueron empuñadas por manos literatas y doctas en historia y artes diversas. También tiene tintes filosóficos y cinéfilos. Tomás Moro, Fernando Birri y Eduardo Galeano engalanan sus renglones. Tiene lo suyo el texto. Por supuesto que está cruzado por la militancia de quienes lo suscriben. También por el incondicional apoyo al gobierno nacional en turno de algunos de ellos. Supongo que, por eso, la palabra “transformación” y el nombre del presidente de la República ofrecen marco a la reflexión de fondo. Así las cosas.
Pero de lo que se trata es de renovar el proceso de progreso, democracia y justicia social iniciado por el gobierno de Claudia Sheinbaum —según en el texto—; ese es el reto que se juega con el próximo gobierno capitalino. Suponiendo sin conceder la veracidad de la premisa, lo cierto es que el argumento resulta persuasivo. Progreso, democracia y justicia social han dicho. Nada que debamos despreciar en un contexto de tanto cinismo político.
Me declaro incapaz de valorar las aportaciones al conjunto citadino que han realizado las personas habitantes del oriente de la ciudad; pero, según el propio desplegado, es mucho lo que les debemos. Así que tampoco escatimo el tino de una afirmación tan categórica. Simplemente, la doy por buena. Se habla de servicios de salud, deportivos y culturales que suponen recuperación de espacios comunitarios e incluyentes. Todo eso tiene un eco convocante. Parques, plazas, corredores urbanos verdes y hospitalarios y caminos “libres, seguros para las mujeres”. Brugada, según sus promotores, sería la artífice de todo eso.
Así que el documento logra presentar una aspiración legítima de una persona capaz con una gestión probada. De hecho, quienes firman el pronunciamiento aseguran de manera categórica algo osado y valeroso: “Nadie como Clara tiene hoy la experiencia para conducir este proceso —incluyente, transformador, moderno, progresista y democrático— con certidumbre, creatividad, innovación y experiencia”. También hablan de la luz, del sol y del oriente. A mi entender esa es la peor parte del desplegado, pero cada quien con sus metáforas.
Lo que importa son los datos y los hechos consignados. Por ejemplo, es relevante saber que, en estos años, el hecho de contar con una “policía cercana (…) se ha traducido en una disminución de hasta un 57 por ciento de los delitos de alto impacto en un territorio que por décadas ha sido una de las zonas más conflictivas e inseguras de la ciudad y el país”.
Es ahí cuando alzo la ceja y explico mis razones. Tampoco conozco a Omar García Harfuch. He leído con atención su buena y, sobre todo, su mala prensa. Lo he escuchado en entrevistas y me parece que es una persona a la que le cuesta articular un discurso convocante y, sobre todo, una propuesta programática. Además, comparto el escepticismo sobre su experiencia profesional y su potencial aptitud de gobernante.
Brugada es una candidata más prometedora, me parece. De hecho, entiendo que sus promotores subrayen su trayectoria política y cuestionen que se entregue la ciudad a un policía. Pero me asalta una tensión y una contradicción relevantes.
Apoyar hoy al presidente de la República supone inevitablemente un apoyo tácito e implícito (pero también —guste o no— corresponsable) con la militarización impulsada por el gobierno más militarista del México moderno. Sobre todo, en el ámbito de la seguridad pública. Los resultados, como muestran los datos oficiales, son atroces. Sin embargo, en la Ciudad de México —Iztapalapa es buen ejemplo—, la estrategia de policía civil ha dado resultados tangibles y prometedores. Harfuch ha sido el jefe de la policía civil durante los últimos cinco años. Los resultados oficiales de su gestión también están ahí para quien quiera consultarlos.
La tensión es inevitable y también las contradicciones. Las 800 personas firmantes, que apoyan a Brugada, apoyan al gobierno nacional —que encabeza la militarización— y critican la candidatura de Harfuch por su trayectoria pública. Les preocupa poner a la ciudad en manos de un policía, pero callan ante la militarización impulsada por la supuesta transformación que celebran entusiastas.
No está fácil cuadrar la cosa. Ni modo.