Un amigo planteó su frustración en la red social X de la manera siguiente: En esta administración, cayó la esperanza de vida, hay cifras récord de homicidios, y nos desplomamos en mediciones de educación y salud de la OCDE. Agregaría: hay cifras también inusualmente altas de desaparecidos. Aumentaron las personas que ganan un salario mínimo, pero disminuyeron los que ganan más de 5 salarios mínimos.
Aun así, la señora Sheinbaum, quien ofrece la continuidad sin zigzagueo en las políticas de López Obrador y su Cuarta Transformación, encabeza las encuestas. Concluye mi amigo que México se merece lo que le sucede.
Creo que al elector le gusta que el gobierno le dé efectivo. Otros amigos míos, muy liberales, piensan que es mejor darle el efectivo a las personas y a las familias porque son más eficientes en su gasto que el Estado. Puede que tengan razón; excepto cuando tienes una enfermedad grave, como cáncer, es posible que las familias estiren el gasto mucho mejor de lo que lo hace el gobierno.
Algo no encaja en el diagnóstico de mi primer amigo, el de X: la señora Gálvez, opositora de Sheinbaum pero mucho más opositora de López Obrador, ha ofrecido que mantendrá los programas sociales del presidente. Esto implica que la gente confía en López y los suyos mucho más que en Gálvez y la oposición. Aún si la señora Sheinbaum tiene nulo encanto para hacer campaña, algo está muy mal en el frente opositor, si no se logra entusiasmar a más gente a votar en contra de los anticapitalistas declarados.
Los otros amigos liberales, me dicen que los mexicanos somos de derecha, pero que no lo sabemos. Si le preguntas al pueblo sabio y bueno si es de derecha o de izquierda, te van a decir que de izquierda; pero cuando les preguntas si están a favor o en contra del aborto, te dirán que en contra. Entre propiedad privada y propiedad colectiva, preferirán la privada. Entre impuestos altos y bajos, preferirán los bajos. Entre servicios de salud y educación públicos y privados, te dirán que los privados. También, aman al ejército y a la iglesia, conductas poco izquierdistas. Pero, en nuestra imaginación, somos de izquierda.
El frente opositor no necesita izquierdismo de imitación lopezobradorista. Necesita una plataforma más de derecha, pero en temas específicos. Casi, tendrían que decir: si López Obrador dijo A en determinado tema, ellos dirían B, con la excepción de tres temas. Los subsidios a los hogares, el militarismo y la fe, parecen ser el espacio donde se encuentran los votantes de la izquierda y la derecha.
No es posible describir como liberales a ninguna de las alternativas políticas. No entendemos qué es el liberalismo. Para la izquierda suena “neoliberal”, la corriente política imaginaria donde milita Satanás. Para la derecha, el liberalismo suena a la ausencia de autoridad que nos convertirá en un país de adolescentes que se matan a golpes. Somos un país iliberal en ambos lados del espectro político.
Cualquier lector con dos dedos de frente se dará cuenta que el destino nos alcanzará en el momento en que las dádivas en efectivo del gobierno ya no tengan una fuente fiscal. Supongamos que López Obrador y su grupo son muy exitosos en castigar al capital que se establece en estas tierras, como es su propósito manifiesto. La renta petrolera y los negocios del Estado no serán suficientes para darnos dinero a todos. Ahí están los argentinos como prueba de que esos esquemas de dádiva con fines de justicia social se agotan.
Siempre puedes tratar de hacerle como los suecos, o como los japoneses. Pero eso implica vivir del capital acumulado. Eso funciona hasta que ya no. Aquí, la renta petrolera ya valió gorro. Tenemos que pagar lo que debe Pemex. Pagar el 50% del PIB anual que debe el Estado. También hay que hacer frente a lo que debe el Estado pero no se contabiliza: las pensiones. Llega un momento en que no hay incentivos para tener niños, o para que los jóvenes tomen las riendas de los negocios. Es preferible acomodarse y recibir la dádiva. No hay necesidad de arriesgar, crear, innovar, crecer. El Estado proveerá. Pero al Estado le faltará dinero, más temprano que tarde.
Xóchitl Gálvez como izquierda de imitación no sirve. El votante de izquierda prefiere el producto original como lo inventaron López Obrador y su grupo. Si Xóchitl no se asume con posturas específicas de derecha, no va a ganar. Mientras no tenga propuestas específicas, no entusiasmará a sus votantes potenciales. Ellos no saldrán a votar, y Morena no se irá.