Viajes

El mar Adriático en crucero : una experiencia que 'se come' con estilo

Los amantes de la gastronomía y las experiencias de 'alto perfil' no se pueden perder de un viaje a bordo del Azamara Journey que les hará probar desde clásicos italianos, mariscos croatas y postres griegos.

En una industria con larga tradición de satisfacción de las nuevas tendencias de viajes como es la de los cruceros, no sorprende encontrar una propuesta de valor muy interesante para aquellos que pueden incluirse en el segmento de los foodies, que, como es ampliamente sabido, son personas que dentro de su estilo de vida demuestran una pasión por todo aquello que tiene que ver con el mundo de la gastronomía.

Con este antecedente buscamos un itinerario que tuviera contenido foodie en el Mediterráneo y encontramos lo que a la postre resultó una formidable experiencia: el Adriático viajando a bordo del Azamara Journey, teniendo en cuenta que los barcos de esta naviera se distinguen por tener un tamaño mediano y ofrecen un servicio de alto perfil.

La experiencia fue gloriosa por decir lo menos… tanto en tierra, con un itinerario cargado de historia y prometedoras posibilidades, como a bordo con las excelencias de los restaurantes de especialidades; pero, vayamos por partes…

De Entrada: Un clásico de Italia y trufas en Eslovenia

De inicio, pasamos un par de días en Venecia que a pesar de los retos del exceso de visitantes, sigue siendo un destino imperdible en el que se ofrecen buena opciones para saborear la alta gastronomía italiana, además de los lugares comunes de este país; la recomendación para encontrar las mejores opciones es alejarse de la zona centro y pronto aparecerá una trattoria que nos dejará con un grato sabor de boca.

Luego de Italia, la primera escala fue Koper en Eslovenia, que aunque menos famoso que otros puntos en estas latitudes cuenta en sus anaqueles con la formidable trufa blanca que además de estar disponible en múltiples presentaciones, puede ser parte central de una experiencia de cacería de trufas, en la que se acompaña a un cazador profesional con su perro entrenado, en una divertida y sorprendente caminata por el bosque que las más de las veces alcanza su cometido: el hallazgo de estos diamantes de la culinaria; entre octubre y noviembre se puede obtener la más preciada de las trufas, la blanca.

El plato fuerte: mariscos en Croacia y Montenegro

Los dos días siguientes, visitamos un par de singulares destinos en Croacia: Korcula y Dubrovnik, ambas ciudades amuralladas: la primera es una isla y el recinto amurallado es de dimensiones más pequeñas; en ella pudimos disfrutar de un mercado gastronómico con diversos productos locales, destacando, al menos en nuestra opinión, un cerdo horneado en ataúd de carbón, como para chuparse los dedos. Dubrovnik es uno de los sitios más populares en la región y parte de su fama se debe a ser uno de los escenarios de la popular serie Juego de Tronos; lo que llamó nuestra atención y bien valió la pena fue el disfrutar de una excursión para disfrutar de ostras y mejillones frescos –vino blanco de la región para acompañar– a un lado del pequeño poblado de Ston –la capital de los moluscos en este país-.

Kotor en Montenegro fue la siguiente escala en el viaje con una increíble sucesión de vistas en la entrada por mar al puerto. La pièce de résistance –recomendando reservar con mucha antelación– es participar en la excursión en la que se acompaña al Chef Ejecutivo del barco, en una visita al mercado a fin de seleccionar los productos que por la noche serán materializados en una inolvidable cena en la mesa del Chef. Este tipo de actividad se puede hacer en algunos otros puntos del recorrido.

El postre: estrellas en Grecia

Nuestro recorrido incluyó, también, Katakalon y Nauplion en Grecia, en el que las excursiones para conocer los prodigiosos emplazamientos arqueológicos de Olimpia y Epidauro y Micenas, respectivamente, incluyeron los almuerzos en sencillos pero acogedores restaurantes locales, con menús a base de los productos de la tierra griega.

En Corfú, visitado previamente a los dos destinos antes mencionados, hicimos una sencilla y agradable caminata gastronómica para disfrutar de aceites, quesos y dulces griegos.

Finalmente, el viaje concluyó en Atenas ancestral ciudad que cuenta con una sólida propuesta gastronómica tanto clásica como moderna. Sin duda, nuestras dos mejores experiencias fueron la visita a Spondi, el único restaurante dos estrellas Michelin en Grecia y una comida en el restaurante Senses ubicado en el roof del hotel boutique AthensWas en la zona de Placa, en el que siendo la comida razonablemente buena, todo queda al margen al gozar de una espectacular vista de la Acrópolis.

Mar adentro…

No puede dejar de mencionarse, como parte de la experiencia, la excelente propuesta culinaria a bordo del barco, en la que destacan los dos restaurantes de especialidades: Prime C –steakhouse– y Aqualina –cocina italiana–, así como las imperdibles cenas ofrecidas en la Chef Table con menús diferentes cada día. Una mención especial merece la bien balanceada carta de vinos en donde pueden encontrarse algunas joyas con magnífica relación precio-calidad.

No es inusual que embarcaciones de este perfil ofrezcan otras actividades de perfil gastronómico; en nuestro caso tuvimos la fortuna de participar en una pantagruélica degustación de quesos de las regiones visitadas. ¡Y qué decir de la memorable, divertida y tradicional cena de blanco…! Fue un viaje inolvidable.

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