Viajes

Islandia, un recorrido extraordinario y surrealista

Parte de experimentar la aventura islándica es arriesgarse, y poder decir: “sobreviví a Islandia”.

Existe un lugar donde lo inimaginable cobra vida y los paisajes son más surreales que un sueño. Islandia, el famoso país de “la tierra y el fuego” no podría ser más parecido a una versión real de cualquier historia nórdica donde la naturaleza alcanza su máximo esplendor.

Su capital, Reikiavik, tan modesta como su número de habitantes, atrapa con su encantadora esencia vikinga y ofrece una muestra de la peculiaridad que esperan sus visitantes. Empezando por su famosa iglesia Hallgrímskirkja con una asombrosa arquitectura, hasta los menús de sus restaurantes que ofrecen platillos tan exóticos como ballena, carne fermentada de tiburón, o incluso puffin.

Parte de experimentar la aventura islándica es arriesgarse, y poder decir: “sobreviví a Islandia”. Y esa travesía digna de supervivencia comienza con el pronóstico del clima donde el término impredecible toma un nuevo sentido, ya que como bien lo afirman los locales “si no te gusta el clima, espera cinco minutos y cambiará”.

Espíritu aventurero

El primer paso será recorrer sus espectaculares y remotos caminos en auto para lograr una libertad absoluta. Pararse para ver de cerca caballos salvajes, desviarse un poco para escalar un glaciar o contemplar la grandeza de una cascada, serán sólo algunas de las enormes recompensas. ¿El reto? No exceder el límite de velocidad o las cámaras ocultas cobrarán un alto precio.

Y a pesar de la fama de su icónica Laguna Azul, existen tantos lugares ansiosos por ser explorados, que el tiempo nunca será suficiente para lograrlo por completo. Pero un buen comienzo puede ser la ruta del  Círculo Dorado que si bien es algo turística, no decepciona. Es una ruta de 300 kilómetros  al sur del país donde se concentra una gran oferta de atractivos.

El itinerario que no debe faltar en cualquier orden que se realice es: el Parque Nacional Thingvellir, nombrado Patrimonio de la humanidad por la UNESCO en 2004; el área geotérmica de Geysir (quien dio origen al término de “geyser”) para asombrarse al ritmo danzante de Strokkur; y para completar la triada, saludar a la imparable catarata de Gullfoss. Si hay tiempo suficiente, una parada obligatoria debe ser en Kerid, un lago de cráter volcánico que deslumbra con su interesante variedad de colores.

Es inevitable pensar en el hemisferio norte sin asociar el gélido aroma del hielo, y por ello manejar al ritmo de Of Monsters and Men hasta llegar a la laguna glaciar de Jökulsárlón para ser cautivado por sus destellantes tonos azules, será algo inolvidable. Durante el trayecto, el panorama que cambia drásticamente cada ciertas millas, permite admirar desde arbustos que asemejan brócolis gigantes remontando a una escena de fantasía, hasta montañas tan intrigantes que parecen estar talladas con la cara de un trol.

Viaje al Centro de la Tierra

Para rendir tributo a su personalidad extrema, ninguna visita a esta hermosa nación estará completa sin realizar un viaje al centro de la Tierra. A sólo unas horas al oeste de la capital islándica, se encuentra la península de Snaefellsnes, la que tal cual describe Julio Verne en su libro, está llena de maravillas naturales como sus deslumbrantes cráteres, sus playas de arena negra con piedras tan lisas como el ónix y el mayor de sus tesoros: el misterioso estratovolcán Snaefellsjökull, cubierto por un glaciar que emite una fuente enérgica incomparable en el mundo entero.

Su flora y fauna tan únicas como su idioma, sus manantiales tan puros y rejuvenecedores (según la leyenda) como su nobleza, y su tan inmensurable belleza,  son sólo algunas de las incomparables cualidades que hacen de Islandia un lugar único en este planeta.

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