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Sophia, la primera robot humanoide, cuenta con ciudadanía; ¿realmente fue una buena idea?

La IA avanza a pasos agigantados y el debate sobre su regulación retoma importancia luego de que Arabia Saudita diera la ciudadanía a la robot. ¿Qué implica este hecho? ¿Estamos listos como humanidad para este paso?

"Me sorprendió escuchar que un robot llamado Sophia recibió la ciudadanía del Reino de Arabia Saudita", escribió Hussein Abbass, profesor de la Escuela de Ingeniería e Informática, UNSW-Canberra en un artículo para el Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés).

El anuncio realizado la semana pasada siguió al compromiso de Arabia Saudita de 500 mil millones de dólares para construir una nueva ciudad -NEOM- impulsada por la robótica y las energías renovables.

"Uno de los conceptos más honorables para un ser humano, para ser un ciudadano y todo lo que trae consigo, ha sido dado a una máquina. Como profesor que trabaja a diario para hacer que la IA y los sistemas autónomos sean más confiables, no creo que la sociedad humana esté preparada todavía para robots ciudadanos", señala el académico.

Otorgar ciudadanía robótica, detalla en su artículo, es una declaración de confianza en una tecnología que creo que aún no es confiable. Trae inquietudes sociales y éticas que nosotros, los humanos, aún no estamos listos para manejar.

¿Quién es Sophia?

Sophia es un robot desarrollado por la empresa con sede en Hong Kong Hanson Robotics. Sophia tiene un rostro femenino que puede mostrar emociones. Sophia habla inglés. Sophia hace bromas. Podrías tener una conversación razonablemente inteligente con Sophia.

El creador de Sophia es David Hanson, doctorado en 2007 por la Universidad de Texas.

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Sophia recuerda a 'Johnny 5', el primer robot en convertirse en ciudadano estadounidense en la película de 1986 Short Circuit. Pero 'Johnny' 5 fue una mera idea, algo soñado por los escritores de ciencia ficción cómicos S.S. Wilson y Brent Maddock.

¿Los escritores imaginaron que en alrededor de 30 años su ficción se convertiría en realidad?

Riesgo para la ciudadanía

La ciudadanía, en la opinión de Abbass, el estatus más honorable que un país otorga a su gente, enfrenta un riesgo existencial.

"Como investigador que defiende el diseño de sistemas autónomos que sean confiables, sé que la tecnología aún no está lista. Tenemos muchos desafíos que debemos superar antes de poder confiar verdaderamente en estos sistemas", enfatiza.

Como ejemplo, indica el académico, el ser humano no cuenta con mecanismos confiables para asegurar que estos sistemas inteligentes siempre se comportarán éticamente y de acuerdo con sus valores morales, o para proteger a la humanidad contra ellos tomando una acción incorrecta con consecuencias catastróficas.

Aquí hay tres razones por las que Hussein Abbass afirma que es una decisión prematura otorgar la ciudadanía a Sophia.

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Definición de identidad

La ciudadanía se otorga a una identidad única.

Cada uno de nosotros, humanos, posee una firma única que nos distingue de cualquier otro ser humano. Cuando pasamos por la aduana sin hablar con un ser humano, nuestra identidad se establece automáticamente utilizando una imagen de nuestra cara, iris y huella digital. "Mi estudiante de doctorado establece la identidad humana al analizar las ondas cerebrales de los humanos", comenta.

¿Qué le da a Sophia su identidad? ¿Su dirección MAC? ¿Un código de barras, una marca de piel única, una marca de audio en su voz, una firma electromagnética similar a las ondas cerebrales humanas?
Estos y otros protocolos de gestión de identidad tecnológica son posibles, pero no establecen la identidad de Sophia, solo pueden establecer la identidad del hardware. ¿Cuál es entonces la identidad de Sophia?

Para Abbass, la identidad es una construcción multidimensional. Se encuentra en la intersección de quiénes somos biológicamente, cognitivamente y según lo define cada experiencia, cultura y entorno que encontramos. No está claro dónde encaja Sophia en esta descripción.


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Derechos legales

A los fines de este artículo, supongamos que Sophia, el robot ciudadano, puede votar. Pero, ¿quién toma la decisión el día de la votación: Sophia o el fabricante?

Presumiblemente, también Sophia, la ciudadana, es 'responsable' de pagar el Impuesto Sobre la Renta porque Sophia tiene una identidad legal independiente de su creador, la empresa.

Sophia también debe tener el derecho de igualdad de protección similar a otros ciudadanos por ley.

Abbass plantea este escenario hipotético: un policía ve a Sophia y a una mujer siendo cada una atacada por una persona. Ese policía solo puede proteger a uno de ellos: ¿quién debería ser? ¿Está bien si el policía elige a Sophia porque camina sobre ruedas y no tiene habilidades para la defensa propia?

Actualmente, la comunidad de Inteligencia Artificial todavía está debatiendo qué principios deberían regir el diseño y uso de la IA, y mucho menos cuáles deberían ser las leyes.

La lista más reciente propone 23 principios conocidos como los Principios Asilomar AI. Ejemplos de estos incluyen: Transparencia de fallas (determinar la causa si un sistema de inteligencia artificial causa daños); Alineación de valores (alineando los objetivos del sistema de inteligencia artificial con los valores humanos); y auto-mejora recursiva (someter los sistemas de inteligencia artificial con habilidades para autorreproducirse a estrictas medidas de seguridad y control).

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Derechos sociales

Hablemos de las relaciones y la reproducción.

Como ciudadano, ¿se le permitirá a Sofía, el robot emocional humanoide, 'casarse' o 'reproducirse' si Sophia decide hacerlo? Los estudiantes de la Universidad Estatal de Dakota del Norte han tomado medidas para crear un robot que se autorreproduce utilizando tecnologías de impresión 3D.

Si más robots se unen a Sophia como ciudadanos del mundo, tal vez ellos también podrían reclamar sus derechos de autorreplicarse en otros robots. Estos robots también se convertirían en ciudadanos. Sin restricciones de recursos en cuántos hijos podría tener cada uno de estos robots, fácilmente podrían exceder la población humana de una nación.

Como ciudadanos votantes, estos robots podrían crear un cambio social. Las leyes podrían cambiar, y de repente los humanos podrían encontrarse en un lugar que no habían imaginado.

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