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El bitcoin será muy virtual, pero 'extraerlo' contamina lo mismo que Nueva Zelanda

La huella de la 'minería' del bitcoin genera alrededor de 37 millones de toneladas de dióxido de carbono al año.

Los inversionistas que se sumergen en el bitcoin, es decir, los fondos de cobertura, están ansiosos por destacar las fluctuaciones impredecibles de precios como señal de una nueva clase de activo en proceso.

La criptomoneda se ha negociado entre 5 mil y 40 mil dólares durante el año pasado, y discutir sobre su verdadero valor es como una disputa que no tiene mucho sentido. ¿Su valor podrá llegar a las seis cifras? ¿Siete? ¿Realmente no vale nada en absoluto? El misterio solo incrementa su atractivo.

La fiebre del oro digital especulativa es comprensible en este entorno pandémico de dinero fácil y 'miedo a perderse las cosas' generalizado de transacciones diarias, pero es notable que el lado no virtual de la compra de bitcoin, es decir, el consumo de energía necesario para extraerlo y mantenerlo, recibe mucha menos atención. En cambio, las criptomonedas son promovidas con operaciones como la de Tesla, otra de las principales opciones de inversionistas minoristas, independientemente del hecho de que comprar bitcoin claramente hace que una cartera de inversiones sea "menos verde", como lo expresó Gerald Moser de Barclays Private Bank la semana pasada.

El algoritmo de bitcoin exige cantidades crecientes de poder computacional para validar transacciones. Si fuera un país, su huella de carbono estimada anualizada sería comparable a la de Nueva Zelanda en aproximadamente 37 millones de toneladas de dióxido de carbono. Una transacción de Bitcoin genera el equivalente de CO2 a 706 mil 765 pases de una tarjeta de crédito Visa, según el índice Digiconomist, aunque sin la conveniencia del plástico.

Las estimaciones de energía no son una ciencia exacta, pero la tendencia ha sido clara. El consumo anual de bitcoin se estima en alrededor de 77.8 teravatios por hora, frente a los 9.6 teravatios por hora de 2017, según Digiconomist. Otro índice, compilado por el Cambridge Center for Alternative Finance, estima una cifra más alta de alrededor de 108.4 teravatios por hora. La economía de la minería superó a la computadora portátil promedio hace mucho tiempo, y empresas como Marathon Patent Group ahora compran decenas de miles de chips especializados a la vez para alimentar sus granjas de cifrado.

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Una cosa sería si esto tuviera lugar en, digamos, Suecia, que tiene un impuesto al carbono de más de 100 euros por tonelada métrica de CO2 (con exenciones), o dentro del sistema de comercio de emisiones de carbono de la Unión Europea, con precios alrededor de 34 euros por tonelada métrica. Pero un documento sugiere que casi la mitad de la capacidad minera de bitcoin del mundo está situada en el suroeste de China, donde la energía es barata, menos gravada y suministrada por plantas de carbón e hidroelectricidad. El Centro de Cambridge para Finanzas Alternativas estima que el carbón representa 38 por ciento de la energía de los mineros.

La defensa de los 'bitcoiners' es que esto sigue siendo "bueno" en general: se trata de energía que de otro modo se desperdiciaría, y la proporción de energías renovables crecerá. La ciudad siberiana de Norilsk, por ejemplo, ahora alberga la primera granja de criptografía del Ártico. Está hecha de chatarra, se mantiene fresca a temperaturas bajo cero y funciona con gas barato y energía hidroeléctrica de la compañía minera (la tradicional) MMC Norilsk Nickel PJSC.

Pero estos argumentos suenan insuficientes. La energía barata generalmente tiene otros costos. Considere los cortes de energía recientes en Irán que se atribuyeron a bitcoin. Incluso Ray Dillinger, parte del primer movimiento de efectivo digital que generó criptomonedas, afirmó recientemente que bitcoin había desperdiciado "enormes recursos de energía" en la parte de la electricidad subsidiada por los contribuyentes con el estímulo de exactamente el tipo de gobiernos autoritarios contra los que afirmaba luchar.

Un artículo de 2020 de académicos de la Dublin City University, el Trinity College Dublin y la Universidad de Southampton encontró que el comercio de criptomonedas parecía tener influencia en los precios en los grandes mercados de electricidad y servicios públicos.

No todas las criptomonedas necesitan algoritmos 'hambrientos' de energía, pero bitcoin no volverá a sus reglas fundamentales sin luchar. Esa rigidez se promueve como una característica y no como un error. La defensa de Fidelity Digital Assets de la ineficiencia energética de bitcoin, por ejemplo, es que obtiene bitcoin a cambio.

Hacerlo también significaría archivar las falsas equivalencias habituales que los bitcoiners dibujan con supuestamente peores desperdicios de energía, como los gobiernos centrales. A diferencia de los gobiernos, lo más cercano que está bitcoin a la redistribución de la riqueza son los obsequios patrocinados por celebridades, que son en el peor de los casos engaños y, en el mejor de los casos, trucos corporativos promocionales que ofrecen 11 dólares en criptomonedas a personas claramente desesperadas por mucho más.

Los investigadores han sugerido que las alternativas a un impuesto al carbono podrían incluir impuestos más directos a la minería, aunque con una alta probabilidad de ahuyentar tales actividades.

¿De qué valdría realmente bitcoin si, para cuidar el mundo que se propuso revolucionar, cambiara su algoritmo, o si los mineros se desconectaran de la energía barata? Ese es un verdadero misterio de precios.

*Esta columna no necesariamente refleja la opinión de la junta editorial, de Bloomberg LP y sus dueños. Ni de El Financiero.

*El autor es columnista de opinión de Bloomberg y cubre la Unión Europea y Francia. Trabajó anteriormente en Reuters y Forbes.

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