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‘El Paquete’: alternativa ilegal de cubanos para ver series frente a la escasez del internet

El acceso a internet en la isla, que vive protestas contra el gobierno, ha sido históricamente caro y relativamente escaso.

¿Netflix? ¿Amazon Prime? No, gracias. Prefiero tener el ‘paquete’, porque no tengo internet y no debo pagar una suscripción.

Esa es la respuesta común entre cubanos que, ante las dificultades para acceder a internet, recurren al uso de ‘El Paquete’ o ‘El Paquete Semanal’, una memoria USB o un disco duro con lo más reciente en contenidos de diversas plataformas de streaming.

Esta práctica, que se remonta a 2008, viene al caso por las protestas recientes en la isla. Cuba amaneció este lunes en una tensa calma, sin servicio de internet móvil y con fuerte presencia policial en las calles de La Habana, un día después de que miles de personas protestaran contra el gobierno en medio de una aguda crisis económica y sanitaria, de acuerdo con un reporte de AP.

El acceso a internet en Cuba ha sido históricamente caro y relativamente escaso, de acuerdo con grupos defensores de derechos.

Por ello, cada semana cubanos pueden ver diferentes películas, series, videos musicales, noticieros, podcast o programas de entretenimiento de diferentes partes del mundo de manera ilegal, pues implica piratería y violación a los derechos de autor, aunque es tolerada por el gobierno cubano.

‘El Paquete’ es la principal vía de los ciudadanos para ver series y películas, ya que el internet es considerado un lujo, al que solo se puede acceder en los hoteles o sedes gubernamentales.

Se trata un negocio colaborativo en el que cada eslabón de la cadena hace parte del trabajo para que cada disco duro de 1Terabyte de información y contenidos actualizados llegue a millones de hogares, según la BBC.

Ante el control de los medios por parte del Estado, los cubanos garantizan su derecho al acceso a la información adquiriendo contenidos a los que normalmente no se puede acceder, debido al bloqueo comercial de Estados Unidos a la isla.

El material es descargado en los vestíbulos de hoteles, en donde hay buena conexión, y puesto en diferentes carpetas de un disco duro o de una memoria. Enseguida repartidores se encargan de distribuir el hardware en bicicletas y automóviles hasta que llegan a los hogares.

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