Salud

La Cineteca reabre con su película más triste: vacío, silencio y el miedo son los protagonistas

No hay funciones al aire libre ni exposiciones temporales. Tampoco está abierta la Videoteca Digital Carlos Monsiváis. Las salas operan al 30% de su capacidad y es obligatorio usar cubrebocas durante la función.

Carlos Monsiváis decía que México es la ciudad en donde lo insólito sería que un acto, el que fuera, fracasase por inasistencia. Quizás por eso fue tan surrealista ver a la Cineteca Nacional poblada por el vacío. En una sala con más de 100 butacas, sólo fueron 12 los intrépidos que encararon al virus.

Lo que hasta hace cinco meses parecía un mall en sábado por la noche, hoy luce como un cementerio. Es miércoles 12 de agosto de 2020 y el día está tan nublado como el mundo. Donde antes había adolescentes echando novio, hoy hay concreto a la intemperie. Donde antes había acalorados debates sobre cine, hoy hay silencio entre mesas boca arriba. El coronavirus de la muerte también es el coronavirus de la ausencia.

Tenía cinco meses que no abría ningún cine en la Ciudad de México debido a la pandemia. Hoy volvieron a abrir por órdenes del gobierno de Claudia Sheinbaum. Una decisión que no estuvo exenta de polémica no sólo por la venta de alimentos, sino porque la medida no fue pareja: los teatros aún no pueden reanudar funciones.

La Cineteca es un edificio de guerra. Ha sobrevivido a terremotos e incendios. A remodelaciones y malas administraciones. Un virus no tendría por qué ser la excepción. O al menos eso piensa Arantxa Sánchez, bióloga de 28 años que observa la cartelera de agosto, que en realidad es de marzo: "Sé que la reapertura es controversial, pero seamos honestos: a estas alturas, gran parte de las personas ya se enfermaron y murieron o contrajeron el virus y generaron anticuerpos. Tarde o temprano teníamos que salir".

La versión de Arantxa no dista mucho de lo que dicen los expertos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). El virus, sin embargo, es inclemente con los oficialismos y los valientes. Hasta el momento, se ha cobrado la vida de más de 54 mil mexicanos y ha infectado a casi 500 mil. Números que colocan a México entre los cinco países más afectados por el nuevo coronavirus, de acuerdo con cifras de la Universidad Johns Hopkins.

Las extensas filas que antes se formaban en las taquillas todos los miércoles de descuento, hoy parecen estampas dignas del recuerdo. Muchos decidieron comprar sus boletos en línea y sólo presentaban su código desde el celular. Los trabajadores encargados de recibir las entradas usan cubrebocas, caretas y no cortan ningún boleto.

Mucho se dijo la semana pasada sobre el riesgo que conlleva comprar alimentos y bebidas en el cine. Isabel, estudiante de diseño industrial de la Universidad Iberoamericana, compró un paquete de palomitas con su amigo Tobías, alemán que acaba de llegar a México en el momento más crítico de la pandemia para América Latina, según la OMS.

"Te las venden con un plástico encima, eso me genera mayor seguridad. Sé que los casos de COVID siguen en aumento, pero no tengo temor porque veo que la gente respeta la sana distancia y se siguen todas las medidas para evitar contagios", dice la chica de 25 años.

La dulcería luce vacía y casi todos prefieren pagar con tarjeta. El efectivo nunca había sido tan mal visto en un cine. Las cafeterías y restaurantes de la Cineteca permanecen cerradas. Sólo abrió la librería Educal unas cuantas horas, pero casi nadie se acercó. Y ni se diga de los baños: lo que sobran son mingitorios.

Ezequiel, policía de la Cineteca, cree que el fin de semana aumentará la afluencia. Dice que no se hizo el ruido suficiente para que la gente se enterara de la reapertura. "Ya veremos el viernes o el sábado, esos días siempre son los más fuertes", comenta.

Hubo quienes llegaron tarde a sus funciones porque quisieron entrar por la entrada principal de la calle Real Mayorazgo. Ojo: sólo se puede ingresar por las puertas que están sobre la avenida México-Coyoacán. Justo ahí comienzan los primeros filtros. Primero pisas el tapete con cloro, luego un guardia riega gel sobre las manos y enseguida otro toma la temperatura con su pistola. "Sólo dos personas hoy no se dejaron porque según les íbamos a matar las neuronas, pero al final aceptaron porque se la tomamos en el cuello", dice uno de los guardias.

Una vez que se supera el primer acceso, el camino queda libre para llegar a la explanada principal, donde hay un letrero que conmovió a más de uno: "Bienvenidos. La Cineteca te extraña".

No hay funciones al aire libre ni exposiciones temporales. Tampoco está abierta la Videoteca Digital Carlos Monsiváis. Las salas operan al 30% de su capacidad y es obligatorio usar cubrebocas durante la función, aunque hubo uno que otro que no resistió la tentación de liberarse la mascarilla. Adentro de las salas se respira cierto bochorno: el aire acondicionado no está permitido para evitar la propagación del virus y otras enfermedades respiratorias.

Ana, asesora financiera de 46 años, fue con su hija Fernanda, de 20. En cinco meses no habían estado en un lugar público, ni siquiera en un restaurante. Ellas sí estuvieron en estricto confinamiento. "Si decidimos venir a la Cineteca es porque sabemos que es un lugar con buenas medidas sanitarias. La gente respeta los protocolos y sí hay espacios entre las butacas. Además, el entretenimiento sí es bien importante para la salud mental", afirma Ana.

Desde que comenzó la crisis sanitaria a causa del COVID-19, la OMS alertó sobre el crecimiento de los índices de ansiedad, depresión y suicidio a nivel mundial. Para mucha gente, salir implica algo más que una distracción. Se dice que lo bueno del cine es que, durante dos horas, los problemas son de otros. El celuloide como placebo contra el virus.

Según el Anuario Estadístico del Cine Mexicano 2019, el año pasado asistieron 341 millones de espectadores a los 955 cines que existen en el país. De todos ellos, 115 se ubican en esta ciudad, donde se libra la batalla más cruenta contra el coronavirus desde que comenzó la pandemia. Y es que no deja de sorprender cómo una partícula de proporciones nanométricas es capaz de confinar a la capital de América Latina, el lugar donde hasta el vacío se siente lleno.

Llegó el momento de elegir: salir o quedarse en casa. Porque allá afuera el tiempo no se detiene. La Ciudad de México se despierta ya de un sueño que parecía no tener fin, aunque el despabile, ni cómo negarlo, huela a muerte.

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