Salud

‘Kraken’, ‘perro del infierno’ o ‘Xibalbá': ¿Quién pone los nombres a las variantes COVID?

La OMS recurrió al alfabeto griego para nombrar a las primeras variantes del coronavirus como alpha, delta y ómicron, luego los internautas hicieron lo suyo.

En mayo de 2021, a unos meses de haber iniciado la pandemia de COVID-19, la Organización Mundial de la Salud (OMS) comenzó a utilizar el alfabeto griego para nombrar a las variantes que surgían del virus.

La estrategia fue pensada para facilitar su comunicación entre los medios de comunicación y el público así como para evitar la estigmatización de las personas que habitaban en el lugar donde habían sido identificadas, como sucedió con la viruela del mono, después nombrada mpox.

Los nombres de las variantes como alpha, delta, ómicron entre otras, circularon en medios de comunicación y redes sociales hasta que las personas se familiarizaron con ellas. Sin embargo, las etiquetas cambiaron el año pasado cuando el virus comenzó a evolucionar dentro de la variante ómicron.

Como las nuevas subvariantes ya no eran lo suficientemente diferentes para seguirlas nombrando con una letra griega distinta, la OMS empezó a clasificarlas con la nomenclatura de la red Pango que se basa únicamente en el análisis de la composición genética del virus. Esta nomenclatura asigna una letra o combinación de letras seguidas de números a cada linaje como BA.1, BA.2, etc.

¿Cómo surgieron los apodos de las subvariantes de ómicron?

En un intento por informar de una manera más amable al público sobre las mutaciones de ómicron, el profesor de biología en la Universidad de Guelph en Ontario, Ryan Gregory, ha trabajado en asignarles nombres que ayuden a las personas a identificarlas fácilmente.

Con aportes de científicos profesionales y ciudadanos de todo el mundo, Gregory ha compilado una lista de apodos memorables de la mitología griega y otros reinos para los sublinajes de ómicron, indicó en una entrevista para el medio Fortune.


El año pasado se inspiró en un usuario de Twitter para apodar a la cepa BA.2.75 Centaurus”, nombre adoptado posteriormente por medios de comunicación y especialistas. Lo mismo pasó con XBB.1.5 a la que apodó “Kraken”, el alusión al agresivo monstruo marino del folclore escandinavo.

Además de Gregory, otras personas han contribuido a la lista de apodos. En México, el Doctor Rodrigo García López, del Instituto de Biotecnología de la UNAM asignó el nombre “Xibalbá” a la subvariante BW.1 hallada en la península de Yucatán.

La palabra viene de la mitología maya y significa ‘lugar oculto’. Se refiere al mundo subterráneo, donde rigen las divinidades de las enfermedades y la muerte. La narrativa se encuentra en el Popol Vuh, una recopilación de narraciones del pueblo quinché, de origen guatemalteco y también ha sido nombrado el libro sagrado de los mayas.

En noviembre del año pasado, internautas comenzaron a llamar a la cepa BQ.1 de ómicron “perro del infierno” en alusión al can Cerbero de Hades, un monstruo de tres cabezas que tenía por tarea guardar las puertas del inframundo griego.

Aunque la OMS ha dicho a través de comunicados que las nomenclaturas o sobrenombres que no son oficiales no deben usarse, expertos como Gregory consideran que los apodos pueden ayudar a las personas a entender la diferencia entre las distintas cepas de ómicron así como sus efectos en la salud.

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