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La fiebre del heno, también llamada rinitis alérgica, causa signos y síntomas parecidos al COVID-19, como secreción nasal, congestión o estornudos. Sin embargo, a diferencia del coronavirus, esta fiebre no se produce por un virus.
De acuerdo con la Clínica Mayo, entidad sin ánimo de lucro dedicada a la práctica clínica, la fiebre del heno se produce por una respuesta alérgica a los alérgenos en interiores o al aire libre, como el polen, los ácaros del polvo o pequeñas manchas de piel y saliva que arrojan los gatos, perros y otros animales con pelo o plumas (caspa de mascotas).
Cuando una persona padece rinitis alérgica, su sistema inmunitario identifica una sustancia aérea inocua como nociva, entonces, produce anticuerpos. La próxima vez que se tenga contacto con la sustancia, esos anticuerpos enviarán una señal al sistema inmunitario para que libere sustancias químicas, como la histamina, en el torrente sanguíneo, lo que causa una reacción que provoca los signos y síntomas de fiebre del heno.
¿Cuáles son los síntomas de la fiebre del heno?
- Goteo nasal y congestión nasal
- Ojos llorosos, rojos y que causan picazón (conjuntivitis alérgica)
- Estornudos
- Tos
- Picazón en la nariz, el paladar o la garganta
- Piel hinchada y de color azul debajo de los ojos (ojos morados alérgicos)
- Goteo posnasal
- Fatiga
¿Cómo diferenciar la fiebre del heno con el COVID?
Fiebre del heno suele causar picazón o lagrimeo en los ojos, que no son síntomas típicos del coronavirus.
En general, es más probable que los siguientes síntomas estén asociados con el COVID-19 y por eso es importante que los identifiques:
- Fiebre
- Escalofríos
- Dolor muscular o dolor corporal
- Pérdida del gusto o del olfato
- Náuseas o vómitos
- Diarrea
¿Cómo puedo prevenir el COVID-19?
La mejor manera de prevenir el virus es recibir una vacuna contra el COVID-19 y una dosis de refuerzo. También puedes tomar medidas para protegerte, como lavarse las manos y usar cubrebocas en espacios públicos cerrados.
Además de ayudar a prevenir esta enfermedad, el uso de la mascarilla también puede disminuir la exposición de un niño al polen transportado por el aire. Si usa una mascarilla de tela, se recomienda que lave la mascarilla facial de manera regular.