Retrato Hablado

"Es un mito que las escuelas privadas son mejores"

Creadora de Un Lápiz, una organización formada sólo por ella para identificar escuelas de escasos recursos y llevarles útiles escolares; el tema educativo le perteneció desde entonces.

En ese tiempo en el que Vicente Fox no era un hazmerreir e inspiraba a la gente, cuando era atractivo hasta para un niño, Alexandra Zapata dibujaba panfletos y repartía propaganda en las mesas de los restaurantes en donde comía con su familia los días de descanso.

Ella no se decepcionó del personaje; era muy pequeña para eso. Conserva intacta su pasión por la política y el por trabajo generoso por su patria. "Nunca he perdido el optimismo", afirma con cierta candidez.

Alexandra fue una niña persuasiva. Ahora es una mujer vehemente, cuya belleza no distrae de su inteligencia.

Siempre he querido cambiar a México, he querido influenciar de alguna manera la política pública

Dice la hija de una pareja formada por un destacado empresario del sector automotriz y su mujer, licenciada en comunicación por la Universidad de Cornell y filántropa. Su pasión es heredada. Los suyos han desplegado una intensa actividad en la sociedad civil y ha estado “relativamente” próxima al PAN. Pero entre los Zapata, ella es la que está más cerca de la vida política.

Alexandra Zapata estudió en una escuela inglesa, a la que ingresaban principalmente hijos de diplomáticos. Ahí no pudo darle rienda a lo suyo. Nadie le hacía segunda. Pero, impetuosa como era, creó Un Lápiz, una organización formada sólo por ella para identificar escuelas de escasos recursos y llevarles útiles escolares. El tema educativo le perteneció desde entonces.

En 2006, acompañó a su padre a las reuniones quincenales de un consejo consultivo de empresarios en la campaña de Felipe Calderón.

Alexandra salpica su conversación con anglicismos. El colegio británico, la licenciatura en California y una abuela norteamericana seguramente tuvieron que ver en el hecho de que de pronto, busca la palabra más precisa y la encuentra en inglés. Por ejemplo, cuando dice que la asistencia a aquel consejo fue el highlight de su vida.

-¿Opinabas?
-Punto por punto.

Por supuesto. A esta mujer extrovertida no le intimidaban los adultos.

Estudió Política Pública en Stanford. Luego participó de manera marginal en la campaña de Josefina Vázquez Mota. "Una campaña difícil", comenta apenas.

Alexandra creció y dejó de creer que el PAN es la solución a nuestros problemas. No es militante gracias a que fue rechazada en el periodo de crecimiento del partido, que arrastró la popularidad de Fox. "Creo que fue el favor más grande que me hizo el PAN".

-¿Está descartada la militancia?
-Sí, completamente descartada. No me veo perdiendo mi independencia y como mi ruta es la del sector educativo y sé que no puedo cambiar nada si no estoy dispuesta a trabajar con todos, es lo más conveniente.

Dos años atrás, Zapata empezó a trabajar en el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO). Tuvo suerte. Entró exactamente cuando estaba en cero un proyecto de educación que tuvo enorme repercusión, mejoratuescuela.org.

Más adelante, se encargó de Compara tu Escuela, una plataforma que incorpora el total de los resultados de la prueba Enlace. Este portal intenta catalizar la participación ciudadana e involucrar a los padres de familia para hacer contrapeso al sindicato de maestros, el gran obstáculo de la educación en México. Ahí también se ha reunido la información sobre todas las escuelas del país, públicas y privadas, desde preescolar hasta bachillerato, los resultados históricos de Enlace y Planea, los datos sobre infraestructura, los nombres de los directores, el número de alumnos y maestros, los programas federales en los que está inscrita cada una, las direcciones, etcétera.

Ha sido increíble corroborar que en muchísimos casos la escuela pública es mejor que la privada. Uno de los grandes mitos de la educación en México es que las escuelas privadas son mejores

Alexandra se volvió una figura mediática cuando fue lanzada la plataforma, en agosto de 2013. A una rueda de prensa sobre la opacidad en el sector educativo le siguieron explosivas revelaciones periodísticas: que en las nóminas de la SEP había cuatrocientos maestros hidalguenses nacidos el 12 de diciembre de 1912 (a estos docentes centenarios la prensa los llamó "Los Lupitos") y que había profesores con sueldos superiores al del Presidente de la República.

Alexandra ofreció decenas de elocuentes entrevistas y provocó la ira del gobernador de Hidalgo, Francisco Olvera y de Enrique del Val, subsecretario de Evaluación de Políticas Educativas. Ambos atacaron a la investigadora en términos personales, agresivos e intimidantes. "La respuesta del gobierno fue pésima. Se lo tomaron todo muy personal".

A ese le siguió otro trabajo coordinado por Zapata, muy distinto a lo que suele hacer el IMCO, mucho más periodístico que académico.
Encabezó el proyecto conocido como Tres por Tres, que invitaba a los candidatos a diputados, alcaldes y gobernadores a presentar sus declaraciones patrimonial, de impuestos y de interés. Cientos de candidatos se adhirieron a la iniciativa que será relanzada el próximo año.

La muchacha, que aún está lejos de los treinta, promete: "Por ahora no me veo fuera del IMCO. Admiro a la gente con la que trabajo. Y no voy a detenerme hasta que logre impactar de manerapositiva las políticas públicas que tienen que ver con educación". Al margen del gobierno, asegura, se puede lograr mucho más de lo que parece. "Pero si algún día se me presenta la oportunidad de aportar desde el lado del gobierno, me sentiría muy honrada. No es una meta, para nada, pero definitivamente quiero dedicar mi vida al sector educativo".

Alexandra tiene algo intrigante. Ella pertenece a la última generación que no creció con las redes sociales actuales, sino con sus precursoras, como el MSN Messenger. Su cuenta de Twitter no es más que una herramienta profesional. Abrió su perfil de Facebook a los 18 años, y para mi sorpresa, está prácticamente cerrada. No comparte sus fotografías, no se conocen los nombres de sus amigos o de su esposo. Raro, para una persona cuyo trabajo no se entiende sin la tecnología. Más extraño todavía para una persona de su edad, que siente que "no es" si no se exhibe.

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