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¿De qué hablamos cuando hablamos del Oscar?

Este domingo tendrá lugar la edición 91 de los Premios de la Academia, la cual se ha tenido que adaptar -a veces muy en contra- a los tiempos actuales.

Este año los Oscar celebran nueve décadas de vida. Y como cualquier nonagenario, está cansado, camina con dificultad y necesita de auxiliares para ver, oír y respirar y así resistir los pocos o muchos años que le quedan.

Replegada y con terreno inevitablemente perdido ante el avance de las redes sociales, plataformas de streaming (legales e ilegales) y unos niveles de audiencia que año con año caen, los Premios de la Academia han tenido que ceder o adoptar algunas cosas con tal de recuperar parte de su gloria (y rating perdido).

Dados esos antecedentes, a muchos no les debería de sorprender que entre sus nominadas a Mejor Película figuren Black Panther y Bohemian Rhapsody, que si bien no corresponden al estándar más dramático y solemne de la Academia, tuvieron una enorme recaudación de taquilla, sobre todo con las nuevas generaciones y se volvieron un fenómeno mediático. La carta fuerte de los premios no es ser inclusivos o progresistas, sino seguir siendo parte del juego económico y político de Estados Unidos. ¿Por qué? Hay un viejo dicho que reza que los Oscar se tratan de todo, menos de cine.

Es por esa misma razón de atrapar a audiencias jóvenes para que se conviertan en futuros espectadores de la ceremonia, que Queen tocará en la premiación de este domingo. "Pero si no es una banda nueva o joven" sería el argumento lógico. La razón es simple: los millennials y generaciones siguientes nacieron años después de que ésta desapareciera, por lo que la han conocido y rescatado a través de Bohemian Rhapsody; no es casualidad que la cinta se haya convertido en un fenómeno en redes sociales, que sea la banda más escuchada y descargada en Spotify y que la Academia le dé el premio a Mejor Actor a Rami Malek, quien ya ha sumado un Golden Globe y un BAFTA con su papel de Freddie Mercury.

La Academia, acusada de racista y discriminatoria, nominó este año un poco para curarse un poco en salud a Black Panther, una película con protagonistas y equipo afroamericano y para más inri, de superhéroes; no obstante, sólo nominó a dos actores en las categorías de Actor de Reparto: Regina King por If Beale Street could talk y Mahershala Ali por Green Book y a Spike Lee por BlackKKKlansman. Para que no digan que la Academia aún es blanca, es probable que den el premio a Ali pero no a Lee, director incomodísimo para la Academia precisamente por hacer estos señalamientos.

Con el fin de acortar la ceremonia y hacerla más ágil para el espectador, en los últimos años se han ido recortando los tiempos de los discursos de los ganadores; un experimento en esa dirección llevó a un resultado fallido, puesto que para este año la Academia quería entregar cuatro premios que no serían parte de la transmisión, entre ellos el de Fotografía y Edición, lo que desató las reacciones en contra de cineastas como el mismo Alfonso Cuarón y Guillermo del Toro, quienes argumentaron, con justa razón, que éstos, al ser parte del alma misma del séptimo arte, no podían ser ignorados o segregados.

Aunque el fenómeno Yalitza Aparicio ha cautivado a todo el mundo (y no sólo el del cine) es poco probable que gane el Oscar por Mejor Actriz, puesto que la Academia no es muy afecta a dar este premio a intérpretes extranjeras, (ahí están los ejemplos de Emmanuella Riva con Amour e Isabelle Hupert con Elle). Apostará por lo seguro y se lo dará a Glenn Close por su papel en The Wife.

Este año la Academia mostrará qué tan vieja está: si de plano apostará por la eutanasia o aplicará el dicho "renovarse o morir" y buscar el tanque de oxígeno que lo reanime, al menos por unos años más.

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