El Censo de Población y Vivienda 2020 fue el programa estadístico más emblemático y complejo del país, que levantó el Inegi del 2 al 27 de marzo pasado, cuando iniciaban las medidas de distanciamiento social por la pandemia.
El censo se realiza cada 10 años. Para levantar el de 2020, el Inegi tuvo que contratar a 200 mil personas y, por primera vez, las entrevistas se realizaron con dispositivos móviles.
El censo contó a la población residente en México y recabó información sobre su estructura y principales características sociodemográficas, su distribución en el territorio nacional, las viviendas y sus servicios, así como la infraestructura con que cuentan las localidades.
El censo es el único ejercicio estadístico que recopila información de todas las viviendas y no sólo de una muestra, por lo que proporciona información con gran nivel de detalle y desagregación geográfica.
Los datos del Censo de Población y Vivienda 2020 reflejan los avances y rezagos que ha tenido el país en los últimos 10 años, que abarcan tres distintos gobiernos.
De acuerdo con el Inegi, en 2020 la población a nivel nacional ascendió a 126 millones de personas, de las cuales 21.8 millones residen en el Valle de México.
La tasa de crecimiento demográfico fue de 1.2 por ciento respecto a 2010, la más baja desde la registrada entre 1910 y 1921.
De las personas que residen en el país, 51.2 por ciento son mujeres y 48.8 por ciento son hombres.
Hay un gradual proceso de envejecimiento, aunque México sigue siendo un país joven, lo que se ve reflejado en la edad promedio, que pasó de 26 a 29 años en la última década.
Es decir, en 2020 la mitad de la población tenía 29 años o menos. En el otro extremo, 15.1 millones de personas están en el grupo de 60 y más años, que es el que tiene mayor prioridad para recibir la vacuna contra el virus SARS-CoV-2.
La entidad más 'joven' es Chiapas, donde la edad promedio es de 24 años, mientras que la más 'envejecida' es la Ciudad de México, donde la mitad de la población tiene 35 años o menos de edad.
La tasa de analfabetismo se redujo a 4.7 por ciento en 2020 desde 6.9 por ciento hace 10 años. Por el contrario, el grado promedio de escolaridad aumentó de 8.6 años en 2010 a 9.7 años en 2020, apenas secundaria terminada.
La tasa de participación de la población en la actividad económica se incrementó a 62 por ciento en 2020 desde 52.6 por ciento en 2010, impulsada por una mayor incorporación de las mujeres al mercado laboral, aunque la brecha sigue siendo muy amplia respecto a los hombres.
La población afiliada a algún servicio de salud aumentó en una década de 64.6 a 73.5 por ciento, que mayormente recibe atención en el IMSS.
En 2020 había 35.2 millones de viviendas particulares habitadas. Diez años antes la cifra era de 28.6 millones. Sin embargo, el censo encontró 6.1 millones de viviendas deshabitadas.
El número de viviendas con agua entubada –dentro o en el patio o terreno– subió de 88.2 por ciento en 2010 a 96.3 por ciento en 2020.
Entre 2010 y 2020, la disponibilidad de teléfonos celulares en las viviendas aumentó de 65.1 a 87.5 por ciento, internet de 21.3 a 52.1 por ciento y computadoras, laptop o tableta de 29.4 a 37.6 por ciento.
La información del censo es de mucha utilidad para las decisiones de política pública del gobierno federal, más cuando la pandemia impuso el mayor reto de salud y económico en la historia.
Un desafío planteado por la crisis sanitaria es conocer a la población por grupos definidos en el plan de vacunación contra el Covid-19.
El censo es mucho más que un conteo poblacional y hay que agradecerlo al Inegi.