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La (in)seguridad energética del país

El desabasto de combustibles reveló las vulnerabilidades en infraestructura; nuevos participantes en almacenamiento y distribución serían útiles.

"No es posible que se consuman 800 mil barriles diarios de gasolinas y estemos produciendo 200 mil… (que) estemos importando 600 mil barriles diarios… es un asunto de hasta seguridad".

Así lo dijo el presidente Andrés Manuel López Obrador el lunes pasado durante la presentación del Consejo para el Fomento a la Inversión, el Empleo y el Crecimiento Económico.

En lo que va de esta administración, Pemex sí recortó sus importaciones de gasolinas, pero nunca las suspendió y en algún momento las tuvo que incrementar.

Veamos las cifras de reciente publicación.

En diciembre de 2018, primer mes de la dirección de Octavio Romero en la petrolera, el volumen de las importaciones de gasolinas, tanto regular como Premium, fue de 575 mil barriles diarios.

Esas compras del exterior, provenientes principalmente de Estados Unidos, representaron una reducción de 14.4 por ciento respecto de las realizadas en igual mes del año previo.

Luego, en las primeras cinco semanas de 2019, según cifras de la Secretaría de Energía, las importaciones de gasolinas fueron de 598 mil barriles diarios en promedio, como dijo AMLO.

Comparadas con las de igual periodo de un año antes, se redujeron 5.7 por ciento.

Pero sólo en la segunda semana del año, cuando el desabasto se acentuó y la demanda del carburante se disparó, las compras externas de gasolinas fueron de 757 mil barriles diarios y repuntaron 93.1 por ciento respecto a las del mismo lapso de 2018.

Más allá de la polémica sobre el tema, el hecho es que las importaciones de combustibles automotores siguen creciendo.

En todo 2018, el volumen promedio de las compras al exterior de gasolinas fue de 595 mil barriles diarios para abastecer el mercado interno.

Fue el mayor volumen anual de importaciones del que se tiene registro.

Además, representó 77.9 por ciento de la demanda total del carburante en el país.

Lo anterior quiere decir que Pemex no puede abastecer ni la cuarta parte del mercado nacional.

El crecimiento poblacional y del parque vehicular han impulsado la demanda de gasolinas y, por tanto, las importaciones ante la caída de la producción nacional de combustibles.

México es el sexto mayor mercado de combustibles automotores del mundo y el cuarto sólo en gasolinas.

La crisis de desabasto de combustibles reveló las vulnerabilidades en infraestructura que tiene el país.

El nivel de inventarios es de sólo tres días de ventas en promedio anual, lo que pone en riesgo la continuidad del suministro.

El cierre de ductos para combatir el 'huachicol' y el desabasto de gasolinas evidenciaron la necesidad de construir nuevos ductos de transporte y terminales de almacenamiento.

Una vía para hacerlo es seguir abriendo el mercado a nuevos participantes que inviertan en el desarrollo de esquemas logísticos alternos al de Pemex, para que puedan importar su producto y almacenarlo.

El abasto de combustibles sí es un asunto de seguridad energética, como dijo AMLO, pues una posible interrupción del suministro podría tener consecuencias sociales y económicas indeseables para el país.

El nuevo gobierno tiene que entender que Pemex ya no es el único obligado a garantizar la continuidad del suministro.

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