Dinero, Fondos y Valores

El crecimiento ‘(im)posible’

Un crecimiento de 3.0 por ciento en 2023, que es la meta de López Obrdor y Ramírez de la O, no es imposible, pero sí es un gran reto para el gobierno.

La información proveniente de las encuestas de expectativas sugiere que el crecimiento de la actividad económica de México será de poco más de 1.0 por ciento en 2023.

De acuerdo con la encuesta publicada ayer por Citibanamex, los 32 analistas de mercados financieros participantes pronostican que este año la economía mexicana crecerá menos de 2 por ciento.

Para 2023, el consenso aumentó marginalmente a 1.1 por ciento desde 1.0 por ciento en la encuesta previa de hace dos semanas.

El rango de proyecciones va de -0.1 (negativo) a 1.7 por ciento, aunque ocho participantes en la encuesta mejoraron en esta entrega su pronóstico de crecimiento para este año.

Destaca la revisión al alza en la estimación de BBVA México para 2023 a 1.4 por ciento desde 0.6 por ciento previo, así como en la de Santander a 1.5 por ciento desde 0.9 por ciento anterior.

La edición de febrero de FocusEconomics, que levanta la opinión de 49 analistas e instituciones, pronostica que la economía mexicana se debilitará este año debido a una base de comparación menos favorable, tasas de interés más altas y una desaceleración en el socio cercano de Estados Unidos.

Según el reporte, factores clave para observar incluyen la actitud de AMLO hacia las empresas –como Tesla, por ejemplo–, las tensiones con EU y Canadá sobre la política energética del gobierno mexicano, el proceso de desinflación y los proyectos de nearshoring.

Los panelistas de FocusEconomics prevén en febrero que la economía mexicana se expandirá 1.1 por ciento en 2023, dato que no ha cambiado desde el pronóstico del mes anterior.

Y ven un crecimiento del PIB de 1.9 por ciento en 2024, apenas por debajo del 2.0 por ciento esperado por el consenso de analistas encuestados por Citibanamex.

Pese a que los pronósticos para 2023 de los 32 participantes en la encuesta de Citibanamex se ubican por debajo de 2.0 por ciento, el presidente López Obrador y su secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O, confían en que se superará esa tasa.

Incluso, Ramírez de la O dijo recientemente, y ayer lo reiteró, que la economía del país podrá crecer este año a una tasa cercana a 3.0 por ciento, con lo que alcanzaría el mismo crecimiento de 2022.

El funcionario sustenta su optimismo en la potencial contribución al crecimiento de la economía nacional de la relocalización de cadenas de suministro, fenómeno conocido como nearshoring, que representa una oportunidad única para el país.

Pese al incierto entorno internacional, en 2022 México creció 3.0 por ciento y este año “tenemos muy buenas perspectivas para acercarnos a esa tasa, salvo que suceda una recesión global o una guerra, que (…) todavía no vemos”, abundó ayer el secretario de Hacienda en la ceremonia del 90 aniversario de Banobras.

El Paquete Económico para 2023, aprobado por el Congreso, contempla un crecimiento puntual de 3.0 por ciento, “en el escenario donde todos los factores internos y externos contribuyen de manera positiva”.

Las perspectivas de relocalización hacia México como parte de una estrategia para impulsar el crecimiento a través de mayor inversión productiva y dinamismo en el sector exportador son positivas, mas no suficientes.

Un crecimiento de 3.0 por ciento en 2023, que es la meta de AMLO y Ramírez de la O, no es imposible, pero sí es un gran reto para el gobierno.

Mayores volúmenes de inversión productiva son lo que permitiría a nuestra economía crecer a tasas de alrededor de 3.0 por ciento o más este año y el próximo, incluso.

Una señal de alerta en ese sentido está en la Inversión Fija Bruta, que sigue mostrando un débil desempeño, pues en noviembre pasado –el dato más reciente– se estancó al reportar un nulo crecimiento contra el mes previo.

En relación con su nivel de febrero de 2020, previo a la pandemia, el indicador muestra una recuperación de casi 4.0 por ciento, pero aún se encuentra rezagado en 9.9 por ciento respecto a su máximo histórico, alcanzado en julio de 2018.

A la luz de lo anterior, es evidente que falta mucho para confirmar un cambio de tendencia en la inversión, que sigue mostrando atonía.

Si se materializa un cambio de tendencia en la inversión, el crecimiento económico de 3.0 por ciento, lejos aún de lo que el consenso de analistas anticipa, podría ser posible.

COLUMNAS ANTERIORES

Ocupación y empleo: déficit de 10.5 millones
La llegada de ‘capital golondrino’

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.