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Déficit y estancamiento, la nueva ruta de México

La recuperación sigue siendo frágil, incompleta y diferenciada entre sectores.

Al cierre de 2021, la deuda pública del país –interna y externa– se redujo a 50.1 por ciento del PIB, según el informe trimestral de la Secretaría de Hacienda.

Es un buen esfuerzo fiscal después de que la deuda del sector público en su versión más amplia se situó al final del ejercicio 2020 en un máximo histórico de 51.7 por ciento del PIB.

En 2020 la deuda como proporción del PIB se incrementó desde el nivel de 44.5 por ciento observado al cierre de 2019.

Tal salto se explicó en su mayor parte por la depreciación del peso frente al dólar y la fuerte contracción de la economía mexicana en el primer año de la pandemia.

En 2021 se respetó el techo de endeudamiento autorizado por el Congreso en la Ley de Ingresos, pero con la pandemia inevitablemente aumentó el peso relativo de la deuda en la economía.

Hacienda está comprometida a mantener la deuda bajo control y el Presupuesto equilibrado.

En ese sentido, otra de las principales metas fiscales originales de 2021 fue cerrar el año con un balance primario en equilibrio como proporción del PIB.

El balance primario es la diferencia entre los ingresos presupuestarios y los gastos menos el costo financiero de la deuda.

Pese al ‘conservadurismo fiscal’ del gobierno, el balance primario en 2021 fue un déficit de 0.3 por ciento del PIB, que Hacienda atribuye a “los mayores gastos para impulsar la reactivación económica y las condiciones adversas” por la pandemia, “sin relajar la disciplina fiscal”.

No obstante, hay un cambio de tendencia en el balance primario, pues al cierre de 2020 todavía fue superavitario en 0.1 por ciento del PIB, siendo el último y el menor de cuatro años consecutivos de finanzas públicas en terreno positivo.

De acuerdo con el Paquete Económico aprobado para 2022, el balance primario volverá a ser deficitario en este año, pero regresará a números positivos en 2023 y años subsecuentes.

Pero la ausencia de crecimiento en la economía mexicana, como se confirmó en el cuarto trimestre de 2021, cuando el PIB se contrajo 0.1 por ciento, complicará el camino para regresar al superávit.

Aun con las señales de estancamiento económico en los últimos meses, México concluyó el año con finanzas públicas “robustas”, destacó Hacienda.

En 2021 los ingresos tributarios del gobierno quedaron por arriba de los programados en 33.8 mil millones de pesos.

Se logró una recaudación de 3 billones 566.7 mil millones de pesos, siendo que la meta para el año era de 3 billones 533 mil millones.

Respecto a la recaudación tributaria de 2020, el monto captado fue 1.1 por ciento superior en términos reales.

La fortaleza de los ingresos tributarios se sustenta en buena medida en “la consolidación de las estrategias del combate a la evasión fiscal y del aumento de la eficiencia recaudatoria”.

El fortalecimiento se explica principalmente por la mayor recaudación del ISR y, sobre todo, del IVA registrada en el año, de 1.9 y 7.7 por ciento, respectivamente.

Ambos gravámenes representaron juntos prácticamente 8.5 de cada 10 pesos recaudados por impuestos en 2021.

Por el contrario, el IEPS se contrajo 18 por ciento en términos reales, principalmente por “el efecto de los apoyos para estabilizar los precios de los combustibles” automotores.

Los ingresos por IEPS por gasolinas y diésel fueron de 222.9 mil millones de pesos, inferiores a lo programado en 128.7 mil millones.

De ese tamaño fue la pérdida recaudatoria por el estímulo fiscal al IEPS sobre combustibles para “proteger el poder adquisitivo de la población y la competitividad de los negocios de aumentos en los precios internacionales del petróleo”.

En 2021 no fue posible alcanzar la meta de equilibrio presupuestario como estaba previsto originalmente y no precisamente por los ‘apoyos’ fiscales para impulsar la reactivación económica del país, que brillaron por su ausencia.

La recuperación sigue siendo frágil, incompleta y diferenciada entre sectores, como lo corrobora la estimación oportuna del PIB al cuarto trimestre de ese año.

Si las condiciones económicas no mejoran rápidamente, lo que se antoja difícil ante la ola de ómicron y la persistencia de cuellos de botella en las cadenas de suministro, la estrategia de disciplina fiscal puede verse comprometida.

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