Opinión

Oportunidad multimillonaria para un mejor crecimiento

Felipe Calderón* y Nicholas Stern**

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Actuar en contra del cambio climático es una oportunidad multimillonaria para alcanzar un mejor crecimiento.

La Comisión Global sobre la Economía y el Clima, la cual presidimos, lanza hoy un nuevo reporte que presenta la forma en que las tendencias recientes de la economía mundial, tales como la disminución de los precios de la energía limpia, la multiplicación de los mecanismos de fijación de precios de carbono y la continua volatilidad de los precios del petróleo, impulsan el desarrollo y el crecimiento bajo en carbono.

Para cumplir simultáneamente con los objetivos de incrementar los niveles de vida de la población, combatir la pobreza y reducir el riesgo climático, es necesario incrementar la escala y acelerar el ritmo de estos cambios, apoyados en la cooperación tanto entre naciones como entre los sectores público y el privado. Nuestro reporte concluye que con la ayuda de las alianzas internacionales y actuando en diez áreas clave, es posible generar un mejor crecimiento económico al tiempo que se reducen prácticamente la totalidad de las emisiones necesarias para evitar el peligroso cambio climático.

Estas alianzas no se limitan a los gobiernos nacionales, incluyen tanto a ciudades como a empresas. Más aún, estas alianzas pueden estimular el crecimiento al expandir los mercados, reducir costos, difundir mejores prácticas y disminuir las preocupaciones en torno a la competitividad internacional.

Es posible comenzar acelerando el desarrollo bajo en carbono que ya avanza en varias ciudades alrededor del mundo. Cerca de 80 ciudades se han comprometido ya a reducir sus emisiones, poniendo en práctica estrategias de desarrollo bajo en carbono y midiendo su impacto a través del Pacto de Alcaldes.

Algunas medidas clave como la inversión en transporte público masivo y la eficiencia energética en edificios nuevos podrían reducir emisiones de manera importante y al mismo tiempo generar ahorros por más de 17 billones (millones de millones) de dólares para 2050. Además, al tener ciudades más compactas, conectadas y coordinadas, se puede incrementar la calidad de vida de la población reduciendo la contaminación, el tráfico y las muertes por accidentes viales.

Los gobiernos también pueden mostrar su liderazgo estableciendo mecanismos de fijación de precios de carbono. Cuarenta países y 20 gobiernos subnacionales ya han adoptado o están planeando mecanismos de este tipo y 28 países están reformando sus subsidios a la energía. Estas medidas reducen las emisiones de gases de efecto invernadero e incrementan la eficiencia económica, y al mismo tiempo aumentan la disponibilidad de recursos públicos para otras áreas prioritarias como la salud, la educación y la innovación.

Por supuesto, los gobiernos no pueden enfrentar este reto solos. El sector privado puede y debe contribuir también; de hecho, será el sector privado el que invertirá la mayor parte. Resulta muy positivo ver cómo muchas empresas se han incorporado ya a la economía baja en carbono, ya que han reconocido que esto es mucho más benéfico tanto para su crecimiento como para sus utilidades, que las alternativas altas en carbono.

Por ejemplo, un grupo que incluye a más de la mitad de las empresas en la lista del Fortune 100, las 100 empresas más grandes del mundo, ha indicado que de manera conjunta están ahorrando mas de mil millones de dólares anuales debido a iniciativas de reducción de emisiones. Grandes corporaciones que representan más de 90 por ciento del comercio mundial de aceite de palma se han comprometido a eliminar la deforestación de sus cadenas de suministros y más de mil de las mayores compañías e inversionistas han expresado su propósito de apoyar los mecanismos de fijación de precios de carbono.

Las alianzas público-privadas y los grupos empresariales como la Tropical Forest Alliance 2020 y el Consumer Goods Forum están liderando la innovación y transformando mercados en sectores y cadenas de valor claves. Por ello, no es sorpresa que el índice de empresas que están actuando de manera más decidida contra el cambio climático (CDP Climate Leadership Index) se ha desempeñado 9.o por ciento mejor que el índice de las principales empresas mundiales (Bloomberg World Index), desde 2011.

En el sector financiero varias señales apuntan a una transformación baja en carbono. La inversión anual en energía renovable es ya mayor que la inversión en combustibles fósiles, y la emisión de "bonos verdes" para infraestructura sustentable se ha triplicado en el último año, sumando ya más de 37 mil millones de dólares. El G-20 y un grupo de grandes países que incluye entre otros al Reino Unido, China y Francia, estudian ya los riesgos financieros asociados a una economía alta en carbono y cómo incrementar la transparencia alrededor de dichas inversiones.

El año pasado, por primera vez en décadas, la economía mundial creció a la vez que las emisiones del sector energético permanecieron sin cambio. Si bien esto es una señal positiva de que el crecimiento y las emisiones se están comenzando a desvincular, este proceso debe acelerarse. Los gobiernos del mundo han definido un calentamiento global de 2°C como el límite más allá del cual los efectos serían inaceptables. Para llevar al mundo a una senda que nos ofrezca probabilidades razonables de mantenernos por debajo de los 2°C, vamos a necesitar detonar una mejor forma de crecer, emitiendo 85 por ciento menos dióxido de carbono por dólar de Producto Interno Bruto (PIB) mundial de lo que generamos actualmente.

Afortunadamente los beneficios potenciales de un desarrollo bajo en carbono que hemos descrito son sólo la punta del iceberg. Los incrementos en la eficiencia energética podrían ofrecer un impulso de 18 billones de dólares a la economía mundial durante los próximos 20 años. La innovación baja en carbono puede permitir a los países en desarrollo aumentar el acceso a la energía, avanzando directamente hacia el uso de tecnologías limpias. En algunos sectores específicos como el transporte marítimo y la aviación, aprovechar de lleno tecnologías ya existentes de eficiencia podría implicar ahorros de cientos de miles de millones de dólares anuales.

Aprovechando oportunidades como estas podemos expandir nuestras economías, mejorar la calidad de vida en nuestras ciudades y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.

Somos la primera generación que puede erradicar la pobreza extrema y posiblemente la última que puede combatir el cambio climático y garantizar el crecimiento económico sostenible. Juntos, podemos hacer lo correcto y asegurar un futuro seguro, prospero y sustentable.

*Expresidente de México y **execonomista en jefe del Banco Mundial, respectivamente.

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