Presidenta de la Cámara de Comercio Mexicana en Hong Kong

¿Hacia dónde va China?

Durante todo el 2020, los pronósticos de analistas chinos apostaban a un cambio drástico en la política comercial de los Estados Unidos hacia China si Biden resultaba ganador de la elección presidencial.

Durante todo el 2020, los pronósticos de analistas chinos apostaban a un cambio drástico en la política comercial de los Estados Unidos hacia China si Biden resultaba ganador de la elección presidencial. Sin embargo, las recientes declaraciones de funcionarios norteamericanos reafirman que, para los Estados Unidos, China es simultáneamente un rival, un socio comercial y un actor relevante en el escenario global con el cual se debe convivir y encontrar una estrategia a largo plazo. En consecuencia, muchas medidas heredadas de la administración pasada como la imposición de aranceles y el requisito de etiquetado "Hecho en China" para los productos de origen en Hong Kong continuarán vigentes mientras que el gobierno estadounidense redefine su estrategia comercial.

Apenas la semana pasada, se realizaron las sesiones plenarias anuales de la Asamblea Popular Nacional y del Partido Comunista conocidas como lianghui, en donde se reportaron los resultados económicos del país y se propusieron las metas de desarrollo económico nacionales para los próximos años. Durante el 2020, la economía china registró un crecimiento de 2.3%. El comercio internacional también creció un 1.9%, alcanzando los 4.6 billones de dólares americanos, impulsado principalmente por las exportaciones de equipo y materiales médicos. Para este 2021, el gobierno central ha proyectado un crecimiento del PIB superior al 6%, en donde la manufactura avanzada, el desarrollo de alta tecnología y el comercio serán los motores de la economía. En este contexto de recuperación, es posible identificar tres direcciones hacia donde se enfocará la política económica de China en los próximos años:

Primero, el modelo económico de "doble circulación", anunciado el año pasado por el presidente Xi, en donde se priorizará la "circulación interna" para promover la demanda doméstica, y que será suplementada por la "circulación externa". De acuerdo con las autoridades chinas, esto significa que el ciclo interno será el pilar principal de la economía, con mayor dependencia en el consumo interno y tecnologías locales, y modernización de las cadenas de proveeduría y distribución interna. Lo anterior, logrará diluir el impacto en la economía que han tenido el COVID-19 y el conflicto comercial con los Estados Unidos. A pesar de que el modelo de "doble circulación" no es nuevo en la economía china, es claro que el país continuará implementando un número significativo de medidas para fortalecer el mercado doméstico y acercar la proveeduría para sus industrias clave, como tecnología, semiconductores y vehículos eléctricos.

Segundo, el gobierno central se concentrará en reforzar el comercio con los socios de la iniciativa de la Franja y la Ruta, y los países del bloque RCEP. El reciente anuncio sobre el interés de China en formar parte del CPTPP y la ratificación del RCEP, confirman la disposición del país a incrementar su presencia en otros mercados y negociar mejores condiciones de acceso para sus empresas.

Tercero, la digitalización de la economía. En los últimos años China se ha convertido en un líder mundial en algunas industrias digitales claves como el comercio electrónico, fintech, pagos electrónicos y exportaciones de tecnología. Por otro lado, la implementación del yuan digital se encuentra en etapa avanzada, con la mira que sustituya de manera gradual al efectivo en circulación. El lanzamiento de esta moneda garantizará el acceso a servicios bancarios a personas que actualmente no cuentan con éstos, principalmente en las zonas rurales, y permitirá que un mayor número de transacciones puedan ser documentadas y rastreadas por las autoridades monetarias.

Todos estos esfuerzos para fortalecer el mercado doméstico, modernizar las cadenas de valor, acelerar la integración a nuevos bloques comerciales, y digitalización de la economía, son muestra clara que el país está listo para continuar peleando el liderazgo económico con los Estados Unidos y diluir a nivel nacional el impacto económico de la guerra comercial.

En este contexto, resulta evidente que México no sólo debe incrementar sus esfuerzos de promoción del comercio y la inversión para evitar desaparecer del mapa chino de países atractivos para la inversión, sino también destinar mayores recursos a la educación, investigación y desarrollo tecnológico para poder captar oportunidades con valor agregado. Es claro que nuestra cercanía y acceso preferencial al mercado norteamericano no son argumentos suficientes para que las empresas chinas inviertan en nuestro país. Por el contrario, es muy necesario actualizar nuestra estrategia de acercamiento hacia las empresas e inversionistas chinos, no sólo posicionando los beneficios del T-MEC, sino también realizando una verdadera labor de identificación de oportunidades de complementación en proyectos comerciales, industriales, tecnológicos y de inversión. Finalmente, resulta indispensable ofrecer garantías para las inversiones chinas en sectores de su interés como minería, energía, infraestructura y manufactura; así como incentivos en los sectores en los que aún hay muy poca presencia china.

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