Simon Levy

¿Cómo volver a crecer?

Impulsemos el desarrollo de un nuevo sistema nacional de proveeduría de servicios de alto valor agregado remotos especializados para cadenas globales, transformando el empleo dependiente de manufactura al autoempleo.

El problema económico de los últimos 40 años ha sido la confusión intencional entre crear riqueza y producir ricos queriendo reducir la pobreza fabricando más pobres.

En ese camino, se perdió el rumbo del crecimiento sostenible sustituido por ciclos de especulación y deuda. La Revolución Industrial transformó la geografía económica del mundo en el siglo XVIII, la Segunda Guerra Mundial en el siglo XX, y todo parece indicar que el Covid-19 lo hará en el XXI.

Hasta ahora, la mano de obra barata era de los factores principales para decidir dónde invertir, pero la nueva normalidad impulsaba ya cada vez más que las tecnologías fueran sustituyendo trabajadores de manufacturas básicas; ahora el Covid-19 ha traído el factor de la seguridad sanitaria como nueva barrera de contención al trabajo y la inversión.

Si ya de por sí el mundo se encontraba en un posindustrialismo con ciclos prolongados de desempleo crónicos y salarios bajos, el Covid-19 lo transformará en una nueva normalidad.

Eso en consecuencia ha impulsado también ciclos de deuda en las últimas tres décadas, donde el libre comercio desmanteló industrias nacionales ocasionando un estado de coma de la productividad que conectó a muchas economías —como la mexicana— a la respiración artificial del endeudamiento y especulación.

Pero entonces, la pregunta que surge en esta nueva normalidad es ¿cómo volver a crecer? ¿Se puede construir prosperidad desde esta anormalidad?

La economía keynesiana sirvió en el siglo XX para que el gasto impulsara la economía de la posguerra. La economía del conocimiento en el siglo XXI es el camino, el oasis de productividad, en un mundo que perdió la brújula del crecimiento real ante la pandemia de la especulación.

La ciencia de datos revolucionará la productividad y será la nueva fuente de crecimiento. Unir inteligencia artificial a industrias y agricultura, importar datos aislados para exportar inteligencia pública y crear bienes tecnológicos.

Para México, hay tres pilares para la nueva productividad y volver a crecer basado en un mantra —casi sagrado—: la competitividad sistémica: transformar mano de obra en capital humano, territorio en ecosistema y datos aislados en inteligencia pública.

Proponemos para ello, renovar la institución de la maquila en la e-maquila, impulsar el desarrollo regional para la competitividad del territorio y convocar con urgencia a una nueva convención hacendaria para la transformación fiscal rumbo a liberar las nuevas formas de crear empleo, generar ingresos y entender el consumo.

¿Qué es la e-maquiladora? Para crear productividad pasemos del ensamble de manufacturas baratas a conectarnos a cadenas internacionales de servicios tecnológicos de alto valor agregado; transformar el ensamble para la exportación de bienes en un programa internacional para atraer a ingenieros y desarrolladores de todo el mundo para crear activos tecnológicos en México como nuevos bienes de capital que puedan convertirse en servicios públicos adquiridos por el Estado y el mercado.

Vamos por la especialización de la economía en un desarrollo regional por sectores. Unamos a los mercados financieros al capital de riesgo a favor de la adquisición de nuevas tecnologías con la certeza que el Estado pueda adquirirlas para crear servicios públicos generales.

Impulsemos el desarrollo de un nuevo sistema nacional de proveeduría de servicios de alto valor agregado remotos especializados para cadenas globales, transformando el empleo dependiente de manufactura al autoempleo. Si la maquiladora se centró en manufacturas, la e-maquiladora debe ir tras la nueva economía digital y colaborativa, el big data, la inteligencia artificial, la robótica, el internet de las cosas y la impresión 3D.

Finalmente, para volver a crecer se necesita modificar el diseño estructural de los impuestos: reducir notablemente las cargas impositivas para impulsar la elasticidad en la generación de empleo sobre todo tecnológico y subir impuestos por uso de bienes naturales y costos medioambientales.

México no puede escapar al crecimiento. No hay de otra. Volver a crecer, o la pandemia traerá una factura de pobreza —no de un sexenio— sino de toda una generación de mexicanos que terminará pagando sus costos.

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