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Biden amará a AMLO

Biden quedará igualmente fascinado con esa gran estrategia nacional de seguridad que le explicará AMLO, el “abrazos no balazos.

"Es muy sencillo, Presidente, primero los pobres". Con esa fórmula el de Tabasco iniciará la conquista del oriundo de Pennsylvania. Biden necesita de un modelo a seguir para tener un gobierno exitoso, y no sabe que lo tiene de vecino. Lo descubrirá apenas se encuentren por primera vez cara a cara, probablemente en Washington, D.C.

Andrés Manuel López Obrador™ hará su magia habitual gracias a su extraordinario carisma, porque sabe que tendrá que trabajar con el nuevo habitante de la Casa Blanca durante el resto de su mandato. Biden iniciará un gobierno en enero que habrá de concluir en el mismo mes de 2025, apenas unos meses después de que AMLO deje Palacio Nacional entre los merecidos vítores de un pueblo agradecido. Debe ser una asociación fructífera y plena de respeto mutuo, como también lo fue por dos años con Donald Trump.

Con energía y dignidad, AMLO será ante Biden (como ante Trump) una persona que no cederá nada de la soberanía nacional. Se ganará su respeto porque este constatará con rapidez la seriedad y rigidez del inquilino de Palacio Nacional: nada que pueda afectar el honor de México, un país que debe ser tratado (como finalmente lo tuvo que aceptar Trump, a su pesar) como un socio igual, no un patio trasero, y menos todavía un perro faldero que obedece órdenes. Ya se sabe que Trump dejará la Casa Blanca sintiendo el mayor respeto por AMLO, similar al que le despertaron Putin y Kim el norcoreano.

Entre lo mucho que puede ofrecer Obrador a Biden es lo que significa predicar con el ejemplo. Destacadamente, la honestidad personal y la austeridad republicana. El estadounidense ha tenido alguna sombra de posible corrupción debido a su hijo, Hunter, mientras que los vástagos del mexicano son empresarios que no necesitan de la influencia de su padre para tener tremendo éxito en el ámbito cervecero y chocolatero.

Quizá, aunque sería algo hoy difícil de concebir, Biden vea la conveniencia de volar en aerolíneas comerciales y rifar el Air Force One para así obtener recursos que urgentemente requiere el sistema de salud estadounidense. De la misma manera, desbandar el costoso Servicio Secreto, y en cambio tener la confianza de que el pueblo cuida a los buenos gobernantes.

Biden quedará igualmente fascinado con esa gran estrategia nacional de seguridad que le explicará AMLO, el "abrazos no balazos", y que tanto le urge a un país infestado de violencia, incluyendo aquella causada por las propias fuerzas policiales. Un "police hugs, no police thugs" estaría en el futuro cercano, garantizando que las calles de las urbes estadounidenses sean tan seguras y tranquilas como lo son hoy las mexicanas.

Finalmente, dado el desastre que han sido las elecciones en Estados Unidos, Biden probablemente copiará la sabiduría obradorista de la consulta directa a los ciudadanos, por supuesto ignorando las leyes cuando las causas sean justas. Porque, AMLO se lo hará comprender, Biden ya no se pertenece, sino que debe convertirse en un fiel transmisor y ejecutor de la voluntad popular. Quizá incluso se atreva a copiar el gran ejercicio diario de transparencia y rendición de cuentas: la mañanera.

En estos momentos Joseph R. Biden puede estar preocupado por una votación que le entregó la presidencia con el mínimo de apoyos requeridos en el Colegio Electoral, un Senado que sigue en manos republicanas y una Suprema Corte potencialmente hostil. No sabe la suerte que en realidad tiene. Acabará amando, como lo hace México, a AMLO.

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