Samuel Aguilar Solis

Dos populistas, dos

Seremos testigos a la distancia de una reunión de los presidentes de Estados Unidos y México, ambos políticos con historias radicalmente diferentes pero unidos por el populismo.

Sin contar con la confirmación de la presencia de Justin Trudeau a la reunión del 8 y 9 próximos en Washington seremos testigos a la distancia de una reunión de los presidentes de los Estados Unidos de América y el de México, ambos políticos populistas con historias radicalmente diferentes pero unidos en los mismos ejes sobre los que hoy se identifica al populismo.

El presidente Trump, un outsaider de la política, pudo ganar la presidencia de su país después de la crisis financiera de 2008-2009 que evidenció el capitalismo de amigos entre los grandes dueños del dinero y el poder de Washington con los rescates financieros a los bancos por parte del gobierno de Obama y a los efectos que durante varios años se habían venido acumulando en el Estados Unidos profundo por efectos de la globalización y la deslocalización de las empresas norteamericanas con las consecuencias de desempleo y reducción de ingresos en miles de familias. Un discurso agresivo y acusador contra los intereses representados en Washington y autonombrándose representante del 'pueblo', este millonario, sin militancia partidaria, sin formación académica o política pudo imponer su candidatura al Partido Republicano y después ganar con el sistema electoral de delegados la presidencia a Hillary Clinton, una mujer representativa no sólo del Partido Demócrata,sino del establishment norteamericano.

El hecho de que los menos escolarizados votaran a Trump, habla de cómo el discurso de este pudo calar en los emociones de los que por culpa de la globalización habían perdido su empleo porque la empresa donde trabajaban se había ido a otro país aprovechando los bajos salarios y los estímulos fiscales de éstos, por lo general pocos desarrollados; o por los pequeños empresarios o familias que habían perdido sus ahorros o su casa en la crisis de 2008. Toda la estrategia estuvo centrada en crear un discurso de polarización entre Washington (como representación del establishment ) y 'el pueblo bueno'; en señalar a los migrantes como causantes de la pérdida de los empleos de los trabajadores norteamericanos; en la violencia de la inseguridad y del aumento en el consumo de las drogas en las familias norteamericanas, porque los migrantes llevaban y eran los portadores de todo esto, amén de llevar otras culturas y religión diferentes a las del pueblo norteamericano y sus valores. En el centro de este discurso de odio, racista y xenófobo, estaba México y los mexicanos, por lo cual, para frenar esta ola de males que tenía la migración se propuso la construcción de un muro en la frontera entre Estados Unidos y nuestro país.

Y pese a este discurso en contra de nuestro país y los mexicanos, el presidente Peña Nieto y su alter ego Luis Videgaray invitaron a Trump a la residencia oficial de Los Pinos con trato de jefe de Estado en medio de la campaña, dando con ello, una bofetada a los mexicanos y sin duda, sumando un agravio más a los que ya venían desde la Casa Blanca y todo el simbolismo con la corrupción y el caso de Ayotzinapa, también con el significado de la violencia, inseguridad, crimen organizado, violación de derechos humanos, en resumen, quiebra del Estado de derecho.

En el caso de López Obrador, a diferencia de Trump, un político del sistema, militante y dirigente estatal del PRI en Tabasco, después militante y dirigente del PRD y formador de un movimiento social a imagen y semejanza como lo fue Morena, y con el sólo carácter de fachada para sus propósitos electorales pudo por fin, después de dos intentos anteriores, ganar con las reglas de la democracia liberal la presidencia de la República.

El discurso fue similar al de Trump en varios sentidos, apelar a una representación del "pueblo bueno", polarizar entre "los de arriba" (empresarios y políticos corruptos) y el pueblo "sabio y honrado". Una crítica feroz al modelo neoliberal y la globalización y la propuesta de que con un gobierno honesto, México crecería en su economía y crearía los empleos necesarios dando prioridad al mercado interno. Un discurso nacionalista como Trump y esperanzador. El eje discursivo era que la corrupción entre los de arriba (gobierno y empresarios) era la causa de todos los males de México y los mexicanos.

Al arranque del gobierno lopezobradorista y ya Trump con dos años en la Casa Blanca, el tema migratorio dictado por Trump fue acatado sumisa y vergonzosamente por López y Marcelo Ebrard como operador en contra de la tradición de asilo y de derechos humanos para cumplir sólo las instrucciones de Trump de frenar a cualquier costo y bajo cualquier medida la migración por nuestra frontera del sur, bajo amenaza de que no hacerlo llevaría a un castigo: el de imponer fuertes aranceles a las exportaciones mexicanas. Del discurso de condena a los dichos y a la construcción del muro en nuestra frontera por parte del gobierno de Trump, el silencio cómplice del gobierno de López ha sido la respuesta.

El populismo no es una ideología ni una forma de gobierno, es, eso sí, una forma política contra la democracia que busca concentrar el poder en un solo hombre, es la forma de hacer política preferida de los autócratas, una constante del uso de la mentira como método de ajustar la realidad a sus deseos, hay un ataque permanentemente a los órganos constitucionales y a los otros poderes del Estado y a los medios de comunicación. En una palabra, es la forma política del autoritarismo personalista contra la democracia. Y hasta lo visto hoy, una manera inepta de la gestión pública.

En la reunión en Washington no cabe la ingenuidad política: es el uso de la entrevista por parte de Trump en su campaña en busca de la reelección, así es que 'a otro perro con en ese hueso' de que es para arrancar la segunda etapa del Tratado de Libre Comercio, ya que este es de tres y Canadá hasta hoy no está confirmado. Ah, por cierto, el tratado es un instrumento del libre comercio en el marco de la globalización, una de las etapas del modelo neoliberal, así que estos ¿no decían que eran antineoliberales? Entonces es más una reunión de dos distinguidos miembros de la 'Internacional Populista', y López Obrador, como Peña Nieto en su momento, se pliega a los deseos de Trump, veremos entones un show para sus intereses de dos populistas, dos prominentes.

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