Samuel Aguilar Solis

¿Democracia en peligro?

Con la aprobación de la revocación de mandato AMLO busca incluirse en la boleta electoral de las intermedias de 2021, rompiendo la equidad.

Mucho se ha luchado y mucho ha costado tener la democracia que los mexicanos hoy tenemos, desde el ya lejano 1977 cuando con la iniciativa sobre reforma político-electoral se abrían los espacios del poder para que la oposición ingresara con reglas del juego, que por cierto, no ponía en peligro la hegemonía del PRI, pero sí iniciaba un incipiente sistema de partidos propio de toda democracia.

El largo proceso de liberalización política que culminó con la alternancia en la presidencia de la República el año 2000 no fue gratuita, al inicio fue producto de la débil legitimidad que daba que al proceso electoral de 1976 solo acudiera el candidato del PRI y sus partidos 'satélites' , pero también era resultado de una mayor demanda social y muchas luchas sociales, estudiantiles y sindicales que habían precedido a la decisión de 'oxigenar' el sistema político.

La crisis del 'milagro mexicano', que de manera ejemplar quedaba de manifiesto con la devaluación de agosto de 1976, indicaba que dicho modelo de desarrollo estabilizador estaba ya fuera de lugar en nuevo contexto nacional y mundial, y sin embargo, los nuevos actores que él mismo había producido estaban a la cabeza de la demanda de apertura democrática. Hay que aclarar que en el tiempo del 'milagro mexicano' las manifestaciones, huelgas y protestas de trabajadores y profesionistas como los médicos y maestros estuvieron presentes ya que el modelo económico tenía como base el control sindical, los bajos salarios y el corporativismo político, lo que hizo posible que nuestro país fuera competitivo en el contexto de la guerra mundial y después en el periodo de la Guerra Fría por estos factores.

Las represiones sobre el movimiento estudiantil en 1968 y 1971 agudizaron la crisis de legitimidad y si a esto sumamos la búsqueda por la vía armada del acceso al poder por varios grupos radicales y las experiencias que en América Latina y el Caribe se estaban dando, era mejor buscar una salida política y legal a la crisis de legitimidad y política que el sistema vivía.

Si bien es cierto que el modelo de desarrollo estabilizador trajo un avance importante en el país y su planta productiva y desarrollo urbano; también es cierto que su crisis y las recetas que se implementaron a su estallido, al que por cierto se llamó 'desarrollo compartido', costaron más al avance económico y terminaron por cancelar la construcción de una clase media amplia y sólida que, con el transcurrir del nuevo modelo de los años ochentas, el resultado que tenemos es una gran pobreza y desigualdad social que es lo que al final del día, junto con la gran corrupción, la impunidad, la violencia, la inseguridad dan pie a la tercera alternancia política y explica el triunfo de López Obrador y su movimiento político denominado Morena.

Pero la experiencia después de 1997 y de la primera alternancia y sus gobiernos divididos era que los poderes del Estado se respetaran y pusieran a trabajar a favor de la sociedad y del país, que fueran eficientes en su gestión, que mantuvieran la honestidad como principio y la rendición de cuentas como obligación. Al no hacerlo abrieron la puerta al descrédito de la clase política y sus partidos pero también a la llegada de un candidato que fincó justo en estos factores su discurso antisistema y ahora ya como presidente popular saca a la luz sus creencias y razones del país que añora bajo, quizá, la consigna de que 'todo pasado fue mejor' y eso no necesariamente es así. Hoy con una amplia popularidad y el control del Congreso y una Corte de Justicia alineada, los equilibrios constitucionales se han desdibujado, la polarización política se exacerba, y para la frágil democracia que tenemos el presidente plantea una más directa a base de 'consultas populares' fuera del marco constitucional como la cancelación del aeropuerto de la Ciudad de México y hoy con la aprobación de la 'revocación de mandato' busca incluirse en la boleta electoral en las elecciones intermedias de 2021, rompiendo la equidad al incluirse de manera oportunista e inmoral (él que tanto pregona esto hasta con una 'constitución moral'), pues es inequitativo ante los otros partidos y candidatos con todo el uso que tiene del aparato del Estado.

No se dice no a la consulta de 'revocación de mandato', pero no a contentillo del presidente, sino a petición de otro poder constitucional o de la sociedad y no junto con el proceso electoral.

Lo que la sociedad quiere me parece es un gobierno eficiente, honesto y transparente que le dé resultados sobre los problemas que día a día nos aquejan y no uno que le esté preguntando si quiere que se quede o ya se vaya, para eso habrá elecciones en el 2024, y menos sembrar la sospecha de decirnos adelante que el "pueblo sabio", está aferrado que quien hoy gobierna le siga "hasta que se canse el ganso". En el ejercicio del poder no hay cabida para inseguros pero da el caso que en la reglamentación del ejercicio de ese poder hay una consigna que a este país le costó una Revolución: Sufragio Efectivo NO Reelección.

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