Salvador Nava Gomar

Viernes de Ramos

El periodista Jorge Ramos es un hombre incómodo para el poder, incluso para AMLO que en su conferencia del pasado viernes intentó esconderse en sus repetidas muletillas.

Previo al Domingo de Ramos, con que inicia Semana Santa, Jorge Ramos, el aguerrido reportero mexicano que trabaja en EU, interactuó el viernes pasado en la conferencia de prensa mañanera del presidente López Obrador.

Ramos es un hombre incómodo para el poder. Incisivo, directo, contundente. Revira rápido y no se deja envolver por la miel que derrama retórica. No permite el cambio de dirección que evita respuestas de nuestros políticos, especialmente del Presidente, que de un interrogante específico termina divagando, como ocurrió vergonzosamente hace días al responder a una reportera que cuestionaba si el tabasqueño compartía las declaraciones de Barack Obama, con referencia a Donald Trump: "No, lo que diga mi dedito, vamos a batear aunque sea teóricamente. Me gustaría batear en una práctica de beisbol, pero no he podido. Antier fui un ratito, este, al campo de la universidad, no fui a tranviarios, es que hay liga y hay mucha gente, entonces, este, no puedo, este, practicar como debe ser, porque tengo que ser respetuoso con la gente y me saludan y este, ya no puedo, entonces me fui al campo de beisbol de la universidad, allá por Insurgentes, y sí estuve bateando. Bien, bien, bien, bien, sí, sí, este, veía yo en la pelota algunas cositas que no me gustaban y este, macaneaba yo fuerte, le daba yo en el mero centro, en el mero centro, bueno, y así saca uno… se relaja. ¿Eh? Es como suspirar profundo, pero bueno, bateo, bateo" (haciendo referencia a que bateaba la pregunta). Todo lo anterior frente a cámaras, micrófonos y ojos y oídos estupefactos de medios y público que lo seguimos.

Por la tangente, dueño del lugar y del mensaje. A veces estudiado, a veces improvisado. La mayoría de ocasiones regresa al discurso de siempre, pero Ramos no lo dejó. Lo llevó contra las cuerdas. Tras agradecer su gestión para que fuera liberado por la retención del dictador Maduro, reprochó rápido y con elegancia que AMLO no llame dictadura a Venezuela y se metió de lleno a los homicidios que van en el sexenio y a los ataques del Presidente contra la prensa:

Las cosas no han cambiado en México: van ocho mil 524 homicidios, y si esto continúa, 2019 sería el año más sangriento y violento en la historia de México. Le espetó que había muchos militares para una guardia civil, y preguntó: "¿Qué va a hacer en el corto plazo para que las cosas no continúen así y que México no siga siendo uno de los países más peligrosos del mundo para ejercer el periodismo?"; a eso sumó: "No ayuda que usted desacredite a los periodistas o que pida que un medio revele sus fuentes, eso es un ataque a libertad de prensa".

El Presidente no pudo responder, intentó esconderse en sus repetidas muletillas: que trabaja como nunca se había hecho, que antes no había estadísticas confiables… Ramos atajó su extravío, le dijo que no controlan nada. AMLO se fue al rincón de la corrupción e impunidad que dice ya no hay; Ramos reviró: "Impunidad sigue habiendo: feminicidios, asesinatos de seis periodistas en su gobierno". "Lo están atendiendo", contestó el Presidente, pero antes no había elementos de garantía porque Ejército y Marina no estaban facultados…Vamos, dijo, a resolver el problema y volvió al discurso de campaña: gobiernos que saqueaban y no representaban, abandono al campo, cancelación de la política neoliberal.

Ramos señaló que no hay resultados, que las cifras aumentan; el Presidente dijo que tiene otro datos, con lo que el periodista evidenció: "Son datos de su propia Secretaría de Seguridad", a lo que el mandatario sólo respondió con un "vamos viéndolas".

El Presidente arremetió contra uno de sus villanos favoritos: el periódico Reforma, dijo que protegía a gobiernos del periodo neoliberal, que tiene pruebas de que ayudó a legitimar el fraude del 2006 (¿por qué nunca las presentó?), apoyó su desafuero y su distintivo es la hipocresía. Ramos aclaró que no era cierto, que trabaja hace mucho tiempo ahí, y lo más importante, dijo que el Presidente no puede pedir las fuentes a ningún periodista. AMLO se extravió, dijo que si a él le piden transparencia, él puede pedirla a un medio. Confusión grave de conceptos entre derechos y obligaciones. Ramos sentenció: pedir fuentes es atacar la libertad de prensa.

Después del intercambio con Jorge Ramos, el gobierno desapareció las cifras de homicidios del portal del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública. Qué vergüenza, en lugar de afrontar la evidencia, la desaparecen. Opacas avestruces aplaudidas entre balazos que no escuchan y muertos que no reclaman.

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