Salvador Nava Gomar

Requetebién

Requetebién, expresión utilizada por el Chavo del 8 que no es acorde a los números que reporta el país, ni le queda a un jefe de Estado.

Con esta expresión respondió el presidente, en una mañanera, para calificar el rumbo de la economía nacional. Suele jactarse de sus acciones, del rumbo emprendido y ya nos estamos acostumbrando, pero no sé si es un hombre de introspección que revise sus errores como medida esencial de control para la mejora continua del Estado y sólo en público sea pagado de sí mismo, o si verdaderamente no se entera de aquello que es ajeno a su entender o parecer. Lo que sí sé es que la expresión "requetebién" la usaba el Chavo del 8, en chusca y evidente exageración errónea del término; y francamente me parece, al margen de estar fuera de lugar para un jefe de Estado, desproporcionada y cínica, pues serios analistas y organismos internacionales apuntan a porcentajes de crecimiento mucho menores de lo que dice el presidente, quien no ofrece ni explica los 'cómos' de sus aseveraciones.

El episodio resulta paradójico si se toma en cuenta que el presiente tuvo una semana complicada, por no decir que mala. Es optimista con sus datos y dichos, pero la verdad es que no ayuda para apreciar la realidad. Muchos concluimos que lo que transcurre es distinto de lo que comunica.

Llama la atención el optimismo desbordado en el Plan Nacional de Desarrollo, que tiene una prospectiva para crecer 6 por ciento en el sexenio, lo que contradice lo previsto por la OCDE y las principales calificadoras, como HR Ratings y el propio Banco de México. Los resultados hasta ahora obtenidos son peores si se les compara con el primer trimestre de otros gobiernos, salvo el de Ernesto Zedillo, claro, por el llamado 'error de diciembre', al que por cierto hizo referencia don Andrés Manuel, orgulloso porque su administración no había cometido un yerro similar.

Hay otros temas que ponen en jaque la ruta trazada por el tabasqueño. Por ejemplo, el ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Alberto Pérez Dáyan, preparó un proyecto para proponer a sus compañeros, me parece que con razón, que la Ley Federal de Remuneraciones de los Servidores Públicos es inconstitucional. Al margen del resultado de la votación en el máximo tribunal del país, lo cierto es que se evidencia que la voluntad de un hombre, ocurrencias incluidas, no puede estar por encima de la Constitución, por más requetebién que se vea.

La reforma educativa no pasó en la Cámara de Senadores y eso acrecienta la vulnerabilidad jurídica de las inconsistencias constitucionales del presidente, pues el memorándum –de aprobarse la regresión que pactó con la Coordinadora para que los docentes no fueran evaluados con consecuencias punitivas– hubiera perdido interés y vigencia (curioso término para un acto ilegal).

Los propios correligionarios de Andrés Manuel han dicho que lo del famoso memo fue una estrategia política para apaciguar a los rebeldes y aguerridos maestros mientras se aprobaba la reforma, lo que no pudieron hacer por una valerosa minoría. Sin embargo, es probable que la sagacidad de Ricardo Monreal, líder de Morena en el Senado, logre en cualquier momento la aprobación del compromiso del entonces candidato López Obrador; pero por lo pronto hay una derrota del presidente.

El riesgo que implican las malas finanzas de Pemex para la economía nacional fue señalado por Gurría en su visita a México. La petrolera ha frenado y cambiado el rumbo que traía (a pesar de la corrupción de Odebrecht y otras linduras). El tema es delicado, y si bien las acciones y dichos de AMLO refutan el hecho de que la economía no es una ciencia y con ello cree tener un salvoconducto para explicar, sin fundamento, que creceremos al 6 por ciento durante su sexenio, "porque se están haciendo las cosas de manera distinta", eso no explica nada y abona a la incertidumbre que contradice el "requetebién" presidencial.

Escuché a Mario Delgado explicar que una parte importante para la prospectiva de crecimiento del 6 por ciento en el Plan Nacional de Desarrollo, descansa en el combate a las desigualdades geográficas y el impulso que quiere darse al sur-sureste con grandes proyectos de infraestructura, como el tren maya y la refinería. No soy conocedor y mucho menos experto en infraestructura ferroviaria o petrolera, pero de lo que he investigado ninguno de los dos proyectos son viables ni recomendables.

No es de extrañar que a las malas noticias de la semana pasada se sume la escasa inversión interna y los bajos márgenes de disposición para ello. El presiente cita a empresarios, gremios y demás, pero los datos parecen duros. ¿O invertiría usted con este escenario? ¿Le parece que estamos requetebién?

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