Opinión Salvador Nava Gomar

¿Quién contra la corrupción?

México diseñó un sistema nacional contra la corrupción y va por buen rumbo; pero la peor crisis es cultural, social y ya casi antropológica. El mexicano es corrupto; o al menos, muchos.

El principal postulado del presidente López Obrador es la lucha contra la corrupción, y no le falta razón. Corruptos hasta la médula desde la Nueva España, la audacia latina se tergiversó con el tiempo hasta el penoso "quien no transa no avanza" que ha enriquecido a millares de funcionarios, saqueó al Estado y heredó una subcultura en la que la gente quiere evitar lo que le toca, conseguir lo que no le pertenece y ahorrarse el camino a su meta. Reyes de los atajos, del "todo se puede" y los "ahí se va y no pasa nada".

México diseñó un sistema nacional contra la corrupción y va por buen rumbo; pero la peor crisis es cultural, social y ya casi antropológica. El mexicano es corrupto; o al menos, muchos.

Creo en la honestidad del presidente, pero no en la de tantos que autorizan trámites, otorgan permisos, deciden licitaciones, celebran contratos, adjudican obras públicas o verifican el cumplimiento de obligaciones.

¿Sabe de exgobernadores pobres? ¿Conoce a algún exsecretario de Estado que viva en una casa pequeña? ¿Ha visto presidentes municipales sin Suburban? Eso ofende, pero me duele más el niño que copia en el examen o baja la tarea. El joven que celebra porque se coló a una fiesta. Ese ser humano en formación difícilmente no será corrupto y mañana tendrá responsabilidades.

Hablamos de los servidores públicos como algo ajeno, como si los trajéramos de otro planeta; y no reparamos en que salen de nuestra propia comunidad. Es el vecino, el pariente o nosotros mismos.

Me preocupa el que se salta la fila; los litros sin litro; el que ahorra impuestos considerándolos utilidad; las placas de otro Estado para no pagar Tenencia.

El inspector que extorsiona; el lava coches que cobra por ocupar la calle; el policía que muerde; el alcoholímetro que pierde honorabilidad; el médico que opera sin necesidad; el abogado que va a todas las instancias para cobrar más; el constructor que baja la calidad estructural para aumentar ganancias; la dueña del Rébsamen que vivía en la azotea de su colegio; la esposa de Duarte que merecía abundancia.

Las obras detenidas a la mala y la cantidad de mordidas que hay que dar, dicen los constructores, arremeda la terrible costumbre de sexenios anteriores, lo que ha llegado al extremo de cobrarse en especie: funcionarios que se hacen de departamentos como mordida ¿Sabe usted de alguna alcaldía donde no hay que dar mordida por una licencia de construcción? ¿Conoce algún restaurante que no hayan dado dinero para operar?

Las múltiples obras que no paga el gobierno porque se contrataron en otra administración desconocen la idea de Estado. La corrupción que hay para poder cobrar es a veces mayor que la del inicio para obtener el trabajo. Los parientes que hacen negocio por el cargo del familiar. ¿Le suena? ¿Lo ha denunciado? Quedarse callado es otra forma de corrupción.

El sobreprecio y la especulación, el relleno de productos, el 'huachicol', las credenciales para votar que falsifica el joven para entrar a la discoteca. Eso es corrupción. Las bebidas adulteradas, las marcas falsas de imitación, los productos pirata, los sindicatos blancos, el outsourcing que omite prestaciones de ley, las muchachas de servicio sin seguro social, el niño que hace trampa, el grande que le pega al chico, el que se roba la torta, el que emborracha a la jovencita para abusarla, quien no paga el pesero, el que se cuela al Metro, los que no pagan predial, el que compra facturas, quien cobra una parte en efectivo, el que no hace su chamba y el que la entrega a medias, quien no cumple con el contrato, el que denuncia al patrón por una indemnización inmerecida, el que se inventa una enfermedad y el médico que la justifica, quien falsifica una receta, la que inventa causales para divorciarse o para anular el vínculo matrimonial en la iglesia. Esos son corruptos, igual que el que extrorsiana, roba, secuestra y falsifica. Quien engaña a su pareja, miente a sus padres e inventa excusas en el colegio o en el trabajo. Esos iniciaron lo que ahora sufrimos.

El que justifica su incompetencia, quien no se queda más tiempo a trabajar, el que se vuela clases, el taxista sin placas, el vendedor ambulante y sobre todo sus líderes, el invasor de tierras, el que vende votos y acarrea gente, el que no declara en la aduana. El que circula cuando no debe; quien no obedece las señales de tránsito. Quien amenaza si no se continúa en la complicidad. El que vende plazas, lo mismo de maestro que de policía. Quien deja pasar la transa del superior; el que no paga mantenimiento en su privada y se aprovecha del vecino. El que abre algo en el súper y no lo paga. El que no da propina; el que se estaciona en doble lugar; quien no barre su acera. Eso es lo que nos mata.

Muchas personas hacen lo que denuncio; y lo que es peor, algunos hasta a presidente han llegado. Pero si no fuera por el ciudadano corrupto, el servidor público no podría avanzar transando.

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