Salvador Nava Gomar

IPADE

Salvador O. Nava Gomar destaca la labor de esta institución educativa para humanizar a sus egresados, formar técnicos exitosos, así como personas sensibles con buenas intenciones para ir por el camino del éxito mediante dinámicas fraternas.

El Instituto Panamericano de Alta Dirección de Empresas (IPADE) nació en 1967, enfocado a la excelencia empresarial a través del factor humano. La semana pasada, junto con mis 59 compañeros, me sumé a sus más de 40,000 egresados, obteniendo desde el análisis del caso una visión de 360 grados de la empresa, en un entorno complejo y competido que reclama líderes de acción positiva que emprendan, crezcan y formen con la responsabilidad de su rol.

Tras concluir mi encargo público, la práctica profesional me enfrentó a dudas básicas, al desconocimiento de cuestiones financieras, de controles y de gobierno corporativo de tal magnitud, que decidí buscar la mejor escuela de administración de empresas en el país. Tenía ganas, además, de estudiar algo que no fuera Derecho. Me sorprendió el nivel de mi ignorancia, casi tanto como la mentalidad del empresario, la claridad con la que ven, viven y padecen los errores públicos y la incidencia directa del gobierno en su actividad, en realidad, la única forma de generar riqueza.

La polarización entre chairos y fifís, y la absurda visión que mira a la empresa como algo ajeno al desarrollo nacional es quizá la razón de nuestro atraso. El empresario genera riqueza que empuja a la economía, empleos que dan sustento a millones de familias y la posibilidad real de que una persona progrese en la medida de su esfuerzo y excelencia. El empresario capacita y arropa social, familiar y legalmente a sus colaboradores. Claro, algunos no. De ahí la vocación del IPADE para humanizar a sus egresados. Decenas de casos sobre recursos humanos y problemáticas personales y familiares, sirvieron para sumergirnos en el pozo humanista que pone a la persona en el centro de cualquier esfuerzo.

El empresario paga impuestos con los que se mantiene el país y cubre directamente la proyección social, familiar y personal de sus colaboradores. Regalar dinero por la mera condición de determinada circunstancia es un error del gobierno. A la tercera edad está bien, al huérfano y enfermo ni se diga, pero el apoyo al NINI que no se esfuerza, imposibilita la generación de más empleos, veta la creación de futuros emprendedores y mal educa instituyendo conformistas que no se brindan ni para sí mismos.

Lastres como la corrupción, políticas fiscales ineficaces, trabas burocráticas o trámites irrazonables, hacen al empresario ver al gobierno como algo ajeno, extraño, extraviado. Es el poder el que se aleja del ciudadano común, no el empresario quien se convierte en adversario. Temer a un policía o a un inspector de Hacienda genera división de miras, de gente y de país. El problema está en la cultura del servicio público que sangra al empresario. Hay, desde luego, personas non gratas en la iniciativa privada, pero entre estos y quienes generan malas dinámicas públicas, hemos caído en una espiral descendiente que nos ha llevado al deterioro.

Me impresionó mucho el nivel de mis compañeros: comprometidos, expertos, dedicados. Conocí a decenas de mujeres y hombres decentes y emprendedores. Historias de éxito descomunales y grandeza personal que se dejaba ver en la sencillez de trato y afabilidad. El IPADE está diseñado para la formación de excelencia en la fraternidad. A través del "Método del caso", traído de Harvard hace 52 años, escudriñamos experiencias de éxito y fracaso, de crecimiento y declive, de prosperidad y humanidad.

Con inspiración católica de ideas compartidas por todos quienes pretenden el bien común, personas de distintos credos y nacionalidades encontramos profundas coincidencias que dan sentido racional, emocional y también moral a la vida, como la bondad, el esfuerzo y la honorabilidad.

Discutimos 150 casos reales con extraordinarios Sherpas que han tenido experiencia en las principales empresas del mundo. En fin, haber compartido con 60 empresarios, mujeres y hombres de bien, de éxito y prosperidad, para intercambiar nuestras propias experiencias y puntos de vista, ha sido todo un privilegio. Me llevo, además de números y políticas de empresa que desconocía, a nuevos amigos en el corazón, parecidos a esos que hice en la escuela hace tantos años.

El IPADE forma técnicos exitosos, sí, pero más, personas sensibles con buenas intenciones para ir por el camino del éxito mediante dinámicas fraternas.

Todos somos empresarios, aunque muchos no lo saben… y los empresarios son determinantes. Bien lo decía Churchill: "Muchos miran al empresario como al lobo que hay que abatir; otros como a la vaca que hay que ordeñar, pero muy pocos lo ven como al caballo que tira de la carreta". Eso cree, fomenta y proyecta el IPADE.

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