Salvador Nava Gomar

El Telonero

El Presidente quiere manejar los hilos de la cortina nacional para seguir fungiendo como director que pone, sitúa y quita actores.

No sólo el inicio y fin de las funciones de teatro precedían y culminaban con la respectiva subida o bajada de telón, también los distintos actos y el intermedio. En el teatro resulta fascinante el cambio de escenografía para situar la obra en otro ambiente, y en obras más complejas, en otro tiempo.

El peculiar y eficaz modelo de comunicación política de lo que AMLO quiere transmitir, le permite bajar y subir el telón para cambiar de ambiente, narrativa, tiempos. Lo hace a su antojo y además tiene suerte.

Han sucedido cosas graves en las últimas semanas de las que el Presidente sencillamente escapa para situarse en otros derroteros. Tiene escenarios preferidos. Ante un cuestionamiento profundo baja el telón y lo sube para aparecer en otro tema: "No somos corruptos", "tengo otros datos" y el resto de sus repeticiones automáticas.

La narrativa del escapismo conceptual del Presidente sería anecdótica si no se tratara de la alta responsabilidad de la conducción estatal. Los temas que ha dejado tras el telón son de emergencia nacional.

La extraña idea de concentrar la compra de medicinas desde Hacienda para evitar corrupción (cuya logística no blinda la posibilidad de corromper), ha paralizado el abasto de primera necesidad y empiezan a suceder tragedias por el atraso de medicamentos, originado por decisiones burocráticas desde la comodidad de un escritorio.

La renuncia de la secretaria de Medio Ambiente va mucho más allá que la torpe medida de retrasar un avión para que pudiera subirse la funcionaria. El tema devela el absurdo de que el gobierno no cuente con medios propicios para su movilidad, lo que no es un lujo sino una herramienta de eficacia, y confirma la tesis de oposición de la especialista para construir el Tren Maya, porque, dicen los ecologistas, romperá el equilibrio de la selva del sureste por una terca y desinformada ilusión del Presidente, director y telonero, quien rápidamente nombró sustituto y habló desde el escenario de la "renuncia a los privilegios porque ya no son como los de antes", etc., etc., para no confrontar el núcleo de lo importante.

Los soldados tomados en Michoacán son una trágica muestra de la descomposición del país. En cadena nacional y a través de todas las redes sociales se viralizó un video de quienes hacían llamarse "el pueblo", que en franco secuestro colectivo de un destacamento del Ejército, reclamaban en intercambio por la vida de los soldados las armas largas que les fueron decomisadas. El Estado no los repelió, accedió a entregar las armas reclamadas y los delincuentes siguen al mando de sus zonas de influencia. El ejemplo es pedagógico y masivo. Días después en Guerrero tomaron a otro destacamento a cambio del reparto de fertilizantes, y el mismísimo gobernador tuvo que entrar a la negociación con quienes exigían a cambio de los soldados.

El discurso del Presidente, tras su acostumbrado telonazo, fue dirigido a la captura del director de Altos Hornos de México y la orden de captura de Emilio Lozoya, exdirector de Pemex, por el repentino descubrimiento de una concatenación financiera que pudiera estar detrás de actos fraudulentos por compras con sobreprecio con millonarias pérdidas para México y grandes ganancias para quién sabe quién.

Los órganos del Estado tienen que cumplir con su cometido y no es ninguna gracia que lo hagan. El cartero entrega las cartas, el funcionario de Hacienda cobra impuestos y el juez imparte justicia. Si hubo corrupción que se persiga y castigue. Pero la coincidencia en el tiempo y el cambio de reflectores y discurso del Presidente de nuevo desvía la atención y cuestionamientos, y protege a Andrés Manuel de la mera posibilidad de afrontar y confrontar con base en su responsabilidad y conocimiento.

La estúpida medida arancelaria con la que amenaza Trump a los productos mexicanos, otorgó un respiro el presidente López Obrador para volver a bajar y subir el telón. Ahora en defensa de la soberanía, uno de sus escenarios favoritos en el que suele colocar a Juárez como actor principal, envió una carta y al canciller Ebrard para situarse frente al poderoso vecino.

Muchos quieren que baje ya el telón con el letrero de "Fin". El Presidente quiere manejar los hilos de la cortina nacional para seguir fungiendo como director que pone, sitúa y quita actores. El problema es que nosotros, los mexicanos, somos los productores que financian la obra, el libreto, actores y desde luego al director que hace las veces de telonero.

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