Salvador Nava Gomar

El justiciero

El presidente viola la Constitución al ordenar violarla a los secretarios de Hacienda, Educación y Gobernación, quienes a su vez deben ordenar a sus subordinados que la violen.

El presidente viola la Constitución. Ordenó no cumplirla. Subordina el derecho a su visión política y se escuda en lo que llama justicia. Borra la división de poderes y sus huestes defienden lo indefendible. Romper el orden constitucional es atentar contra el Estado.

El contexto lo rebasa. Pactó con la CNTE para obtener su apoyo electoral y ahora el nocivo grupo está empoderado con la palabra presidencial empeñada. Es increíble que paralicen al Congreso y rompan procesos constitucionales. Peor aún que AMLO ordene a sus secretarios un bloqueo inconstitucional.

Siempre estuvo contra la reforma educativa, es una pena pero no una sorpresa. De hecho puede promover una reforma a la Constitución y lograrla. ¿Por qué prefiere violarla si el encargo presidencial inicia con la protesta de "guardar y hacer guardar la Constitución"? ¿Por qué faltar a su deber de ejecutar las leyes y proveer "a la esfera administrativa a su exacta observancia"? ¿Por qué, si existen procesos y normas jurídicas que especifican la forma para que sea válido cualquier acto de toda autoridad (oficios, acuerdos, decretos, reglamentos, leyes y la propia Constitución) inventa un 'memorándum'?

Calificó su instrucción como "política" sin mirar las repercusiones jurídicas, y retó: el que no esté de acuerdo que vaya a tribunales. Después arremetió en redes contra los críticos: Colegios y Barras de Abogados, los principales juristas y académicos del país, partidos, asociaciones, etcétera. ¿Quien esté por el derecho es también un fifí conservador? ¿Qué habría dicho si Peña o Calderón hubieran instruido a sus secretarios para no aplicar la Constitución? Hoy lo ve como nueva forma de gobernar y eso es más delicado: gobernar con decretos, como Hugo Chávez.

Dijo que prefiere la justicia a la ley. Con ello olvida la razón de su mandato, renuncia a salvaguardar el Estado de derecho y confirma su voluntarismo. Esta doctrina filosófica sitúa la voluntad antes que la razón; en política coloca la voluntad (y no el derecho) como base de los proyectos de sociedad. ¿Le suena? El presidente se siente justiciero (esa es su voluntad): ayudar a quien él considere que merece ayuda e ir contra los otros (conservadores, neoliberales, periodistas o críticos). No importa que la Constitución disponga otra cosa.

Son también voluntaristas las corrientes marxistas que ven la voluntad de las masas como motor del cambio revolucionario y restan valor a las condiciones objetivas (como la Constitución). Coincidencia escalofriante con su actuar en 'nombre del pueblo' y al margen de la ley, porque para él eso es justo, y lo justo deviene de su voluntad porque tiene autoridad moral y ello representa la voluntad del pueblo sabio, de la que se entera al recorrer el país. ¿Encuentra usted mucha diferencia con la dictadura del proletariado que ejercieron un puñado de poderosísimos políticos que controlaban al Ejecutivo, Legislativo, Judicial, Ejército y partido en el bloque comunista?

El gravísimo actuar del presidente viola distintas normas y principios constitucionales: 1. La justicia en un Estado de derecho sólo puede impartirse por el Poder Judicial y con base en las normas previstas en la Constitución; atribuirse tal facultad viola, también, la división de poderes. 2. Las directrices de la educación son una obligación para la autoridad y un derecho para la infancia. Su diseño está también en la Constitución y no es optativo mientras la legislación siga vigente. 3. Todo acto de autoridad debe estar fundado (con base en una norma) y motivado (justificar la aplicación de esa norma para el caso concreto). 4. A ninguna norma puede darse efecto retroactivo en perjuicio de alguna persona: ¡el presidente suspende un derecho para los estudiantes porque lo considera justo! 5. Toda autoridad está obligada a cumplir la Constitución: el presidente la viola al ordenar violarla a los secretarios instruidos, quienes a su vez deben ordenar a sus subordinados que no apliquen el artículo 3º, violación generalizada en cascada.

'Memorándum' no es un término jurídico, mucho menos un instrumento con eficacia normativa. Tal documento y la ocurrencia del presidente violan, cuando menos, los artículos 3, 14, 16, 49, 87, 89, 90, 92, 94, 103, y 128 de la Constitución. Incluso el titular de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos pidió al presidente retirar el memorándum, pues viola los derechos de los niños.

Pero el presidente hace lo que le da la gana y esa es la principal característica de un Estado que no es de derecho, que no respeta derechos y empieza a funcionar sin división de poderes gracias a la voluntad de uno que no sabe que la ley puede no gustar, ser dura, pero sencillamente es la ley.

COLUMNAS ANTERIORES

Ni aquí ni allá
El señorío de la tristeza

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.